Capítulo 2
Los camiones de comida eran abundantes en esta parte de la ciudad -y ellos estaban haciendo un excelente
comercio activo, hasta altas horas de la noche- pero comer era lo último en la mente de Randall, mientras el tipo buenísimo y musculoso lo escoltaba lejos del bar
y a su hotel.
La camiseta del chico tenía ‘EJERCITO’ impreso audazmente en la parte delantera, y la forma en que la
palabra se extendía a través de sus increíbles pectorales, combinado con la deliberada cadencia en el paso del tipo, Randall creyó que la camiseta no era una que el tipo hubiese conseguido al azar en una tienda de segunda mano o algo así.
El tráfico pasaba zumbando junto a ellos, pero tuvieron la acera para sí mismos una vez que pasaron el último de los bares. Randall se concentró en poner un pie delante del otro
y no hacer demasiado obvio que él no tenía idea de lo que estaba haciendo.
—¿Estás bien? — preguntó el tipo del Ejército —¿No hay mucho frío o así?
El aire de la noche era definitivamente un poco frío, pero ese no era por qué Randall temblaba.
—Estoy bien.
Aun así, el tipo del ejército envolvió un brazo alrededor de Randall. —Esto está bien, ¿verdad?
—Sí... no muchas personas en Portland les importa.
—Me refería a que si estaba bien para ti— Mirando abajo, le dio a Randall una sonrisa tranquilizadora —Solo
dime si voy demasiado rápido, ¿Okay?
Oh Dios. ¿El sabría que Randall realmente estaba fuera de juego aquí? —No es así— él dijo con firmeza, decidiendo disfrutar de las atenciones del otro hombre y no asustarse.
Después de todo, ¿Cuántas oportunidades como esta es probable que tenga?
—Espera aquí— El tipo del ejército se detuvo frente a una pareja sin hogar acurrucada contra uno de los edificios.
Había un cartel que decía, ‘Cualquier cosa ayuda’ apoyado delante de ellos en un vaso de papel. Tenían dos perros dormidos con ellos.
El tipo del ejército sacó tres billetes de su bolsillo y los colocó en el vaso —Lo siento— dijo mientras continuaban por la acera —Los desamparados no son muy comunes de donde soy. Sin embargo, aquí los he estado viendo por toda la ciudad. Y los animales... Lo siento. Tenía que hacer algo.
—No te disculpes— En realidad, Randall pensó que eso era dulce, ver como un hombre que se movía como si
estuviera en una misión de vida o muerte, con todo propósito y al mando, pudiera detenerse y colocar
cuidadosamente su dinero en un vaso de papel, moderando unas cuantas palabras para las mascotas sin hogar antes de recomponerse.
Siguieron adelante, el olor a curry de un camión de comida cercano hizo que Randall inhalara profundamente y
su compañero le preguntase —¿Seguro que no tienes hambre?
—Nop— El tipo del Ejército era súper considerado, pero Randall no pudo imaginar comer con su estómago
tintineando como una mesa de billar, por muy bueno que el aire oliera. La comida no estaba ni siquiera entre las diez mejores cosas en su mente en este momento. Siete u ocho de esas diez cosas caminaban justo a su lado. Él tropezó, rozando al otro hombre, quien lo enderezó.
—Lo siento.
—No te disculpes— Una especie de potente energía, una que tenía a Randall reacio a alejarse y a romper el
contacto visual, se formó entre ellos, haciendo que su brazo chisporroteara y su pulso se acelerara.
—Aquí— el tipo del Ejército le agarró del brazo y lo giró en un oscuro rincón, ocultándolos del resplandor de las farolas. El frío del ladrillo contra la espalda de Randall pasó a través de su delgada playera —Lástima que no quieras comer, porque tengo hambre de ti.
Fue una línea cursi, pudo haber sido sacada directamente de algún horrible programa de televisión, pero
eso no importó en lo más mínimo una vez que sus labios se encontraron. Randall gimió y se arqueó, presionándose contra el beso. Quienquiera que fuera el tipo, era un fantástico besador. Colocó a Randall contra la pared, atrapándolo entre sus antebrazos bien musculosos, y procedió a hacer que el cerebro de Randall se apagara por completo.
—Lo siento. Pero no podía esperar más— El tipo del ejercito retrocedió una fracción, lo suficiente como para
acariciar la mandíbula de Randall y pulsar sensaciones en su piel —¿Esto está bien? Me refiero a besarse. Si todo lo que quieres es una película...
Besarse estaba bien. Era fantástico. Y ya rebasando los límites de las experiencias pasadas de Randall, pero esto es lo que había estado esperando a probar, incluso si esta noche supuestamente se trataba de una despedida de soltera.
—Me gustan los besos— él dijo, y se apoyó en el sólido pecho del tipo del Ejército y así asegurarse de que esté no tuviera ninguna duda del entusiasta consentimiento de Randall. Debía de estar haciéndolo bien porque el chico del ejército volvió a tomar el relevo, besando a Randall como si estuviera memorizándolo, al igual que a sus labios.
—Rayos, podría hacer esto toda la noche. Las manos en mi cintura, ahora-eso es todo. No tengas miedo de que te escuche.
Randall no podría haber mantenido sus gemidos, aunque lo intentara.
—¿Te gusta que te digan qué hacer? — murmuró el tipo —Porque eres tan hermoso como el infierno así.
En este momento, a Randall le gustaba casi todo lo que el tipo estaba haciendo. Alargó la mano y agarró sus bíceps– sin alejarlo, sólo disfrutando de lo sólidos que eran. Era obvio que el tipo debía ejercitarse- pero no tenía la impresión inflada de una tarada rata de gimnasio. Estos músculos parecían estar allí por una razón...
Los tiernos besos en el cuello de Randall se volvieron más precisos —¿Si o no? Recuerda lo que dije sobre decirme si voy demasiado rápido...
—No es así— dijo Randall rápidamente, con sus jeans comenzando a sentirse apretados. Sus nervios podrían estar zumbando alrededor de su intestino como partículas atómicas en movimiento, pero nunca antes se había sentido tan vivo. Así que lo deseaba. Un tipo así lo quería a él. Sería un tonto por no seguir dondequiera que esto le llevara —Y sí, sí, me gusta de esta manera.
—Demonios si— El tipo del ejército presionó un último beso en los labios de Randall, un drástico
movimiento, entonces deslizó un brazo alrededor de la pequeña espalda de Randall y lo condujo fuera del rincón — Carajos, voy a hacerte sentir tan bien.
Hunter apresuro el paso el resto del camino a su hotel, haciendo que Randall se apresurara a mantenerse a la par y limitar la necesidad de más charlas. Atravesaron el vestíbulo del hotel y llegaron al ascensor. Randall ni siquiera tuvo la oportunidad de entrar en pánico de último momento antes
de que estuvieran pasando a través de la puerta de la habitación del tipo del Ejército y todo se convirtió en una ráfaga de manos y gemidos. Los pocos besos tiernos que Randall había compartido con chicos en el pasado ni siquiera se acercaban a los que este hombre estaba mostrando.
—Dime— él murmuró al oído de Randall mientras aventuraba sus manos debajo de la camisa de Randall — Dime cuánto quieres esto.
Cristo, demasiado. Todos los pensamientos con referencias a lentos y exploradores besos de películas
huyeron del cerebro de Randall.
—Sí. Por favor.
—Oh, me lo pides tan amablemente— él le mordió el lóbulo de la oreja a Randall, luego se apartó y se quitó la camiseta. La realidad era incluso mejor que lo que la camisa apretada había sugerido. Abdominales, cintura estrecha, una ligera sombra de vello rubio sobre pectorales tan definidos,
que Randall tuvo que literalmente apretar las manos en puños para evitar tantear a ciegas como un idiota. La idea de llegar a probarlos...
—¿De verdad estás en el ejército? — preguntó Randall.
Eso era menos estúpido que el ‘Quiero lamerte por completo’
que rondaba su cabeza.
El tipo sonrió, una mirada oscura que prometió todo
tipo de aprieto kinky.
—Por qué... ¿Quieres que te dé órdenes?
Él lo era. Oh, carajo, lo era. Randall se mordió el labio, tratando de responder lo mejor posible con sólo sus ojos, cuánto deseaba que el Sargento Sexy tomara el cargo. El tipo había sido caballeroso pero considerado hasta ahora e increíblemente perceptivo. Era la fantasía ideal de Randall.
Y absolutamente perfecto para finalmente echar un polvo de verdad.
—Hmmm ¿Empecemos con tu camisa? — Sargento Sexy presionó su pecho desnudo contra su pecho cubierto
aun por la camisa de Randall, y metió las manos en los bolsillos traseros de Randall, juntando sus erecciones. Y maldita sea, el tipo definitivamente tenía algo de lo cual presumir en ese departamento también —Puedo decir que vas a ser tan bueno para mí— murmuró en el oído de Randall. —Quítatela bien y lento, déjame sentir cómo te mueves. Voy a hacer que esto sea muy bueno para ti.
Randall aspiró una bocanada de aire y se dirigió al borde de su camiseta. Meter sus brazos entre los dos cuerpos, significaba rozar el dorso de sus manos sobre el musculoso torso del Sargento Sexy, e incluso el recuerdo de lo que parecían los abdominales era suficiente para que su boca se secara. Randall alzó su camisa tan lentamente como pudo, frotándose en los planos duros del Sargento Sexy hasta que
finalmente no pudo tocar más y se quitó la camisa por encima de su cabeza. Los dedos del chico se sacudieron en los bolsillos traseros de Randall, clavándose en las mejillas de su culo, manteniéndolo cerca.
—Hermoso— Él murmuro en el cuello de Randall una última vez, luego se retiró para darle una revisión completa
— ¿Necesitas esas gafas?
Randall hubiese olvidado que las estaba usando si al quitarse la camisa no las hubiera torcido un poco.
—Por lo general, pero... ¿No ahora?
—Bien— Él sacó las manos de los bolsillos de Randall y apartó las gafas del rostro de Randall con sorprendente dulzura. El mundo estaba borroso sin ellas, pero Randall no estaba del todo seguro de que fuera sólo por la miopía.
Podría haber sido el aura del tipo de ‘Soy la mejor mierda que jamás tendrás’. Las gafas terminaron en la mesa frente a la televisión, Sargento Sexy apareció sólido y depredador en el espacio personal de Randall, y Randall con su polla tan encendida estaba goteando un punto húmedo en la tela de
su bóxer.
Era, sin lugar a dudas, la mejor noche en la vida de Randall. Y ellos ni siquiera se habían quitado los pantalones.
Se lamió los labios sólo pensando hacia dónde podrían dirigirse las cosas.
—Maldición, tienes una boca sexy. ¿Quieres tenerla alrededor de mí? — La voz del Sargento Sexy era casi un
gruñido —¿Me muestras lo bueno que puedes ser? Apuesto a que eres hermoso de rodillas. Haz un buen trabajo, y te haré llegar tan duro que tu cerebro escapará de tu pene.
—Ngh— A Randall le gustó tanto la sucia sugerencia que estaba perdiendo rápidamente el poder del habla —Sí.
Cristo, sí, lo hare.
—Bien— La sonrisa del tipo fue pecado puro —Toma mi polla con una mano y frótate la tuya con la otra. Quítate tus jeans. Hare que te pongas tan duro mientras follo tu boca.
Te hare esperar y entonces será tan, tan bueno.
Randall cayó de rodillas lo suficientemente fuerte como para provocar un estrangulamiento sordo de dolor en
su garganta. Se palmeó frenéticamente, presionando su dolorida polla mientras buscaba la cremallera del Sargento Sexy. Abrir el botón fue sorpresivamente difícil con una sola mano, pero la desesperación ayudó. Trabajó los jeans lo suficientemente ajustados como para mostrar el contorno de una polla que, de hecho, era tan impresionante como cuando la sintió presionada contra la suya. Mierda.
—Demonios sí— El Sargento Sexy se enderezó en algo que no era tan diferente a una postura militar y gruñó en
voz alta —Condón en mi bolsillo trasero derecho si lo quieres.
Randall parpadeó y trató de salir de su estado de mente confusa, lo suficiente como para procesar la oferta. Era difícil pensar con esa polla tensándose contra el bóxer negro delante de él.
—¿Tienes algo que debo saber?
—No tengo ninguna enfermedad, el ejército me hace pruebas regularmente, pero siempre pregunto.
Oh Dios, él realmente es del ejército. Maldición.
Randall prácticamente bajo el bóxer hasta sus muslos.
—Entonces no es necesario.
—Bien, porque lo prefiero sin nad... mierda— El Sargento Sexy perdió el resto de la oración mientras Randall
lo tomó tan profundamente en su boca como se atrevió.
Una intensa sensación de satisfacción burbujeó en Randall. Él había visto un montón de porno,
académicamente, sabía qué partes al dar una mamada eran placenteras y cuáles no, pero había algo increíble en degustar la polla de un hombre.
Sargento Sexy olía a sudor, al club, a un toque de jabón y a un montón de cosas, como a sexo, y la boca de Randall estaba literalmente babeando con la oportunidad de al fin hacer esto realidad. Él envolvió su mano libre alrededor del eje y lo metió para otra degustación.
Sí, definitivamente era la mejor noche. Randall frotó su polla a través de sus jeans, igualando el ritmo con los movimientos de meter y sacar la polla del Sargento Sexy -no tan profundo, como para estar en peligro de atragantarse, pero lo suficiente como para tener al Sargento Sexy gimiendo y estremeciéndose por encima de él. El tipo no trató de ahogarlo, lo que Randall agradeció. La coordinación de su boca y de sus manos era todo lo que podía manejar por el momento.
—Tan bueno— el Sargento Sexy exhalo —Tómalo, así. Siénteme en tu lengua. Quieres sacar tu propia polla, ¿no?
¿Quieres masturbarte mientras me chupas? — Él puso su mano grande en la cabeza de Randall -sin dirigirlo, solo dejándola ahí mientras Randall trabajaba —No dejare que hagas eso todavía. No vas a venirte hasta que tenga mis manos en ti. ¿Quieres eso? Randall murmuró un ok, inclinando la cabeza para
poder ver la cara del Sargento Sexy sin detener la mamada.
Sargento Sexy soltó un gruñido gutural y engarzó las caderas hacia adelante una vez. La petición zumbó enérgicamente que Randall la sentía en su lengua y en sus labios. El tipo caminaba por el borde, y Randall desesperadamente quería seguirlo y ver lo que había al otro lado. Oyó y sintió al otro hombre respirar hondo, como si estuviera recuperando el control. Sus ojos eran oscuros y su polla era pesada y gruesa
en la boca de Randall, y Randall iba a masturbarse con este recuerdo durante años.
—Arriba. Mierda, ven aquí— Sargento Sexy apretó sus dedos en el cabello de Randall y sostuvo su cabeza,
impidiéndole volver a agarrar su polla —De pie, no puedo alcanzarte.
Randall se puso de pie.
Sargento Sexy abrió la cremallera de Randall en unos dos segundos, considerablemente con más delicadeza que
cualquier cosa que Randall hubiese manejado. Él metió su mano en el interior, consiguiendo un buen agarre de la polla de Randall, incluso mientras bajaba y quitaba sus jeans y su bóxer fuera del camino. Randall probablemente habría caído en el suelo en un pequeño charco de desesperación si no hubiese sido llevado inmediatamente a la cama.
—Chupare tu polla— Sargento Sexy gruñó mientras aplastaba a Randall con su cuerpo —Debes verte tan caliente
cuando te corras, ¿verdad? ¿Excitado y jadeando por mí? Sube, quítate esos jeans y pon tu trasero sobre el colchón.
—Sí.
A Randall le encantaba lo verbal que era el otro hombre. Sin necesidad de darle vueltas y tratando de
averiguar lo que el tipo quiere o lo que debía hacer a continuación. En el pasado, las pocas veces que tonteo por ahí, eso fue lo que le freno -él siempre se perdía en un circuito lógico, de en donde las partes del cuerpo deberían ir y que es lo que le gustaría a la otra persona. Muchas -Ok, la mayoría- de las veces era más fácil no comenzar.
Sin embargo, no era así con este tipo. Sin preguntar.
Solo haciéndolo. Y sintiendo. Cristo. Él se sacó los zapatos y los jeans con manos temblorosas.
El Sargento Sexy tiró del feo edredón de la cama del hotel y lo dejo en el piso, luego se quitó los zapatos y jeans mientras Randall se echaba hacia atrás. Se sentía extraño estar tumbado sobre las almidonadas sábanas blancas sin nada por encima de las rodillas, pero el Sargento Sexy claramente lo aprobó. Cuando él finalmente se arrastró sobre Randall, desnudo y depredador, Randall literalmente
se estremeció.
—Lo siento— murmuró.
—Hermoso— el Sargento dijo. Se puso a horcajadas sobre los muslos de Randall, posándose sobre sus talones,
mirando el pecho de Randall con una sonrisita maligna — Muéstrame cómo lo haces, ahora.
—Yo...— Randall tragó saliva —¿Qué?
—Una paja. Déjame verte. Vamos— él agarró la mano de Randall y la llevó a su boca para un largo y totalmente
sucio lametazo —Que sea bueno para mí, quiero ver lo que te hace retorcerte.
Mierda. Randall se palmeó con cautela, después usó su mano húmeda para envolverla en sus bolas. Masturbarse era algo en lo que tenía mucha práctica, pero se sentía totalmente diferente con el Sargento Sexy viendo cada uno de sus temblores y estremecimientos. Sin embargo, su polla no parecía tener ningún problema con eso, una docena de golpes y estaba nuevamente goteando.
—Eso es. Hazlo confortable y desesperado. Lame— Sargento Sexy ofreció su palma, poniéndola fácilmente al
alcance de la boca de Randall. Randall hizo todo lo posible para parecer sexy mientras imitaba lo que el tipo hizo con su lengua un minuto antes. Sargento Sexy tarareo en aprobación y alejo las manos de Randall del camino —Anda mastúrbate de esa forma— él murmuró —Pero no te corras hasta que yo lo diga— Se inclinó hacia adelante, flotando sobre el cuerpo de Randall, apoyando su peso en una flexión con una sola mano, que hizo que los músculos de sus hombros se marcaran. Su otra mano se deslizó alrededor de la erección de Randall y comenzó a bombearla con el mismo ritmo constante que Randall había usado.
Todo acabaría demasiado rápido... Randall cerró los ojos y echo la cabeza hacia atrás, rezando para que pudiera durar más.
—¿Puedo tocarte? — Preguntó él.
—Sí. Hazlo— Sargento Sexy soltó la polla de Randall el tiempo suficiente para colocar la mano de Randall en su propia polla, luego retomó su lento ritmo de arriba y abajo —Muéstrame lo bien que puedes hacerlo, y me correré sobre tu polla. Poniendo algo húmedo con que masturbarte.
Te gustaría eso, ¿verdad?
Antes de que pudiera detenerlo, un gemido necesitado escapó de la garganta de Randall. No salió como una palabra real, pero era bastante obvio lo que significaba ese sonido.
—Oh, Cristo— El Sargento Sexy follo el puño de Randall duro y rápido, sus caderas chocando cada vez que
entraba y salía, al mismo tiempo que su polla se embestía contra la mano que sacudía la polla de Randall a la misma velocidad. Randall apenas tuvo tiempo de abrir los ojos y mirar abajo, entre sus cuerpos, antes de que el Sargento Sexy se tensara y arqueara la espalda para que los cálidos chorros de su corrida se esparcieran sobre su propia mano y sobre la polla de Randall. Había algo deliciosamente sucio en la vista,
algo que de repente tuvo a Randall en ese punto...
—Sí— El sargento Sexy apretó su agarre y tiró más rápido —Córrete. ¡Ahora!
Randall sintió como si todo su cuerpo se destrozará mientras se corría. El Sargento Sexy siguió bombeando en él, prolongando las réplicas, hasta que Randall no pudo invocar la energía ni siquiera para abrir los ojos. El peso en el colchón cambió, entonces el tipo rodó y se derrumbó a su lado. Se quedaron juntos en silencio durante un largo rato.
—Mierda— El tipo dejó escapar un aliento áspero que terminó en una ligera risa —Por favor, dime que fue tan
bueno para ti como lo fue para mí.
Dependía si ‘Mucho mejor de lo que imaginé que podía ser’ estaba en su escala. Randall nunca antes había llegado tan lejos con otra persona, pero eso no significaba que no lo hubiera pensado. Mucho. Y sí, el sexo en sí fue fantástico, pero esta cosa de tumbarse-cerca-uno-del-otro y respirar pesadamente, era inesperadamente agradable.
—Sin huesos— dijo en voz alta, porque ninguno de los demás pensamientos parecía apropiado para compartir —No
puedo moverme.
—Bien— El Sargento Sexy deslizo un dedo a través del desorden pegajoso en el estómago de Randall, luego
murmuró algo y se levantó para entrar al baño. Cuando regresó un minuto más tarde, llevaba una toalla húmeda y tibia. Limpió a Randall con sorprendente dulzura, luego tiró el paño al suelo y de nuevo se dejó caer al otro lado de la cama.
—Dame veinte y podemos intentar una segunda ronda.
Randall bostezó en respuesta, acurrucado en el grande y cálido cuerpo del tipo del ejército. Hombre, había sido un día tan largo...
Randall se despertó con el sonido de alguien roncando a su lado. Una rápida mirada al despertador le dijo que eran las 3:00 AM. El Sargento Sexy situado boca abajo, una pierna estirada y la otra curvada ligeramente para que sus caderas no fueran completamente planas sobre el colchón. Ambos se habían quedado dormidos sobre las sábanas y, al parecer, con las luces encendidas. Randall tenía piel de gallina,
posiblemente eso fue lo que lo despertó.
Rayos. Esto realmente paso. Randall respiró hondo y trató de asimilarlo. Él rompió su voto de ‘No querer ser un virgen de 30’ por dos años y algo, y con un estilo increíble.
No era lo que esperaba cuando Autumn le lanzó la idea en su despedida de soltera, pero al parecer cosas buenas llegaban a los que esperaban.
Una segunda ronda de -cosas buenas-, sin embargo, realmente no sentía que estuviera en el juego. Randall se
sentó con cuidado y se permitió echarle un vistazo un poco más a fondo el cuerpo desnudo del Sargento Sexy. Hombros musculosos, comprobado. Culo apretado, comprobado. Bíceps para babear, comprobado también. Lo único que faltaba era saber el nombre del tipo6.
Y esa comprensión fue suficiente para animar a que Randall se levantara y se pusiera a buscar su camisa. No
importaba lo bien que hubiera ido esta noche, el mundo real lo estaba esperando. Autumn y sus damas de honor
probablemente estaban de regreso en el hotel, durmiendo por beber demasiado. Si entrara a las 9:00 AM, con la ropa arrugada y una mirada avergonzada en su rostro, Autumn sabría exactamente lo que había estado haciendo. Por muy feliz que estuviera por deshacerse definitivamente de su V-card7, en realidad no era una noticia que quisiera compartir con su hermana mayor.
Se aseguró de que la puerta se cerrara silenciosamente
detrás de él.
6 Puede que aquí las autoras se hayan confundido un
poco, ya que anteriormente, en un dialogo, Randall
menciona el nombre de Hunter.
7 Es como llaman a la virginidad.
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