El Novio De Reserva

Capitulo Doce


La expresión confundida de Dylan envió una onda extraña de calor al rostro de Alec, y perdió brevemente la capacidad de hablar. No podía esperar más. Como con la conversación sobre los padres de Dylan, Alec nunca tendría esta oportunidad de nuevo.
Agarró la muñeca de Dylan apretándola y consiguió croar cinco palabras más. —Solo no abras la puerta.
Porque, ¿cómo podría tomar ventaja de Dylan si sabía que todos en el vecindario los podrían ver? Dylan ahora parecía más preocupado que confundido.
Probablemente pensaba que Alec estaba sufriendo un golpe de calor. Y, como de costumbre, Alec no pudo conseguir que su ridícula lengua trabajara. Pero, gracias a Dios, este era un momento para mostrar no para decir. Puso sus manos en el pecho de Dylan, girando a ambos, y luego empujó a Dylan hacia atrás. Alec intentó con todas sus fuerzas olvidar que la última vez que se había comportado de esta manera había estado volando alto por el alcohol. Mierda, quizás debería beber más a menudo.
En el tercer paso hacia atrás, Dylan chocó contra el estante detrás de él. Las herramientas se sacudieron y la comprensión iluminó sus ojos.
—Estoy todo sucio, hombre —dijo Dylan.
—Justo como me gustas.
Dylan soltó una carcajada escéptica. —¿Te gusto sudado?
¿Cómo podía ser el hombre tan denso? Alec trazó el hueco humedecido por el sudor debajo de la caja torácica de Dylan, las ondulaciones de los músculos abdominales, y un suspiro vergonzosamente alto de satisfacción escapó de la boca de Alec. Pero, maldición, simplemente ya no podía darse el lujo de preocuparse por mantener sus sentimientos para sí mismo, nunca más.
—Sí —dijo Alec—. Me gustas sudoroso.
Dylan no parecía muy convencido. —Pero estoy cubierto de grasa de la vieja Triumph.
Alec levantó la camiseta de Dylan, sus palmas deslizándose sobre los pezones de Dylan, y Dylan contuvo el aliento. Al parecer, su preocupación por la higiene empezaba a flaquear porque agarró las caderas de Alec y lo acercó.
—Hombre. —La voz de Dylan sonaba áspera—. Tienes las manos más suaves. Pero te estoy ensuciando todo. Ahora tus kakis tienen manchas en...
—Dios, sí —Alec gimió.
Alec miró hacia abajo y admiró las huellas digitales negras manchando su pantalón, cortesía de Dylan al manejar la cadena de la motocicleta. Curiosamente orgulloso de las marcas, Alec empujó hacia arriba la camiseta de Dylan hasta quitársela con más fuerza de la necesaria, tirando la tela a un lado antes de enterrar su nariz en el cuello de Dylan. Alec inhaló el aroma de aceite de motor, hombre caliente, y almizcle, dándole al momento el tiempo que se merecía. Tan perfecto. Justo así. Excepto por una cosa.
—La ropa —dijo Alec mientras deslizaba sus nudillos por la dura polla debajo de los jeans de Dylan.
Un sonido alentador raspó de la garganta de Dylan, y agarró la cintura de Alec para mantener el equilibrio, quitándose las botas de trabajo. De repente, en su torpe afán, Dylan se quitó la derecha con bastante facilidad, pero le tomó dos intentos quitarse la izquierda. Alec se apresuró a desabrochar la cremallera de Dylan y empujó hacia abajo la mezclilla, junto con los boxers. Una vez que estuvieron alrededor de sus tobillos, Dylan pateó la ropa a un lado y se quitó sus calcetines.
Desde el principio, Alec había estado fantaseando con Dylan manchado de grasa y sudor. Había llegado el día de dejar de ser paciente y hacer algo para satisfacer la fantasía que mantenía a Alec despierto por las noches. ¿Por qué había esperado tanto tiempo? Ahora, él tenía toda la intención de ver la conclusión lógica de esto: Dylan..., sucio y complaciente, desnudo, mostrando sus músculos.
Así que cuando Dylan trató de agarrar la ropa de Alec, sotuvo las muñecas de Dylan, parando el intento. Alec amaba follar a Dylan, y habían pasado dos semanas follándose el uno al otro como locos. Pero en este momento Alec necesitaba más.
Con las cejas elevadas en pregunta, Dylan miró a Alec. —¿Qué sucede?
¿Cómo explicarlo? Esto era todo acerca de ser codicioso y egoísta, poniendo la necesidad de Alec por algo más que una simple follada fantástica antes de todo lo demás. Por una vez quería frenar ese salvaje viaje en montaña rusa y simplemente disfrutar del cuerpo de Dylan.
—Absolutamente nada —respondió Alec.
En un arranque de inspiración, giró a Dylan hasta que estuvo frente al estante. Alec levantó los brazos del hombre hasta extenderlos, en un ángulo ligeramente por encima del nivel de los hombros.
—Pase lo que pase —dijo Alec mientras enroscaba los dedos manchados de grasa de Dylan a través de los barrotes del estante de acero inoxidable—, no te muevas a menos que yo lo diga.
Alec colocó su pie en el empeine de Dylan y empujó hasta que Dylan obedeció, ampliando su postura. El cuerpo desnudo de Dylan estaba bellamente expuesto, sus hermosas proporciones en toda su gloria.
—Está bien. —Con un tono petulante, Dylan palmeó su culo en invitación—. Ya sé lo que quieres.
Alec ignoró la sonrisa en la voz de Dylan.
—No —dijo Alec con suavidad—. No creo que lo hagas.
«No sabes ni la mitad de lo que quiero»
Dos bochornosos segundos pasaron. Dylan esperó, quizás con paciencia, aunque Alec no podía estar seguro. La sumisa postura de Dylan tentaba a Alec para hacer exactamente lo que Dylan esperaba, lo que el hombre, sin duda quería.
Para Alec enterrar su polla en el culo de Dylan.
El deseo se arrastró por la columna vertebral de Alec, y cerró los ojos, imaginando el dulce calor apretado, la gloriosa presión y la fricción. Pero Alec quería algo menos frenético, menos primitivo y más... personal.
Y durante todas sus actividades en la cama, ni una vez Dylan había mamado a Alec. Alec había pensado que Dylan era inmune a inhibiciones sexuales. Conforme pasaba el tiempo, Alec se dio cuenta de que podría haber estado equivocado.
Empujó el pensamiento a un lado. —El dibujo de Leonardo Da Vinci del Hombre de Vitruvio en la portada de mi libro de anatomía en la escuela de medicina —dijo Alec, admirando la piel bronceada y los músculos tonificados—. Se dedicó al estudio de las proporciones del cuerpo humano.
Y, por Dios, la forma de Dylan merecía ese tipo de dedicación.
Sobre su hombro, Dylan miró a Alec como si hubiera perdido la cabeza. —¿Es realmente el momento de regurgitar hechos de una de tus cacerías de investigación?
Alec no le hizo caso y siguió adelante. —La mayoría de sus dibujos eran de la forma masculina. En su ensayo sobre Da Vinci, Sigmund Freud afirmó que Leonardo era gay. —Atrapó la mirada de ¿a quién infiernos le importa? que Dylan le disparó pero de todos modos continuó—. Creo que Freud culpó a la madre de Da Vinci.
—Sí —dijo Dylan rodando los ojos—. Ahora eso es un tipo con problemas.
Alec reprimió la sonrisa. —Ahora tú estás colocado como el dibujo anatómico de Leonardo. —Colocó una mano en la amplia extensión de la espalda de Dylan—. Su interés por las proporciones perfectas podría haber sido inspirado en ti.
Dylan resopló, sin duda en un intento de ocultar el rubor de la vergüenza que teñía sus mejillas. A pesar de su actitud arrogante, Dylan siempre parecía incómodo cuando alguien elogiaba su apariencia.
Sintiéndose afortunado como el infierno, Alec deslizó su mirada desde la cima del cabello de Dylan, enmarañado y húmedo en las sienes, hacia abajo más allá de las manchas negras en sus brazos a la espalda que brillaba por el sudor. Las musculosas piernas y el tentador culo estaban tan apretados que parecían tallados en piedra. También se veían totalmente limpios. Alec escaneó el estante más allá de la cabeza de Dylan, su mirada aterrizó en un pequeño recipiente con una etiqueta que decía grasa para ejes.
—Eventualmente seré tocado durante esta escena de seducción, ¿verdad? —preguntó Dylan.
—Por supuesto que serás tocado. —Se encontró con la divertida mirada de Dylan—. Simplemente aún no estás lo suficientemente sucio.
Alec tomó la lata, la destapó y tomó una pequeña cantidad de la viscosa sustancia de color ámbar con los dedos. El humor en los ojos de Dylan murió, cambiando a pura lujuria.
—Jesús, Alec. Eso es caliente —parpadeó—. Pero estoy, eh, no estoy seguro de que sea prudente usarlo como lubricante.
—No voy a hacer eso —dijo Alec—. De hecho, no habrá necesidad de lubricación en absoluto.
El destello de confusión en los ojos de Dylan casi hace que Alec se detuviera. Dylan parecía... perdido, como si solo pensara que podría haber penetración anal o trabajo manual. Por extraño que pareciera, eso hizo que el corazón de Alec doliera más.
Todo este tiempo había asumido que la energía sexual sin tapujos de Dylan se derivaba de su investigación de ser activo o pasivo. Nunca había considerado que Dylan podría ser incapaz de tener algo menos frenético y más personal, más íntimo. Su vida privada era tan extremadamente austera como el apartamento en donde vivía.
Concentrándose en la interminable extensión de piel desnuda, Alec colocó sus palmas resbaladizas en los hombros de Dylan. Lentamente las deslizó hacia los brazos extendidos de Dylan, disfrutando de los picos y valles de tendones y músculos, dejando estelas de grasa a su paso.
«Perfecto»
—La longitud de los brazos extendidos es aproximadamente igual a la altura de un hombre —Alec recitó.
Deslizó sus dedos de nuevo por los omóplatos y luego trazó círculos alrededor de cada cuerpo vertebral mientras se dirigía hacia abajo por la espalda de Dylan.
Alec deslizó sus palmas alrededor del torso de Dylan hacia el frente, acercándose a murmurarle al oído a Dylan. —De acuerdo con Da Vinci, en tu posición actual —Alec extendió sus manos a través del abdomen de Dylan, su pulgar se sumergió en el ombligo—, el centro de las extremidades extendidas sería el ombligo.
Alec sonrió al ver el pulso acelerado de Dylan en el cuello y la piel de gallina apareciendo a lo largo de sus brazos. Después de frotar la grasa para ejes sobre los músculos abdominales de lavadero de Dylan, trazó cada hendidura, Alec se dirigió a la parte delantera de los muslos de Dylan, arrastrando lentamente los pulgares a lo largo de la mata de vello en la ingle de Dylan, cerca de su polla.
—Y crea un espacio entre las piernas consistentes con un triángulo equilátero —Alec terminó.
—Esta es la más sucia, geek-kinky-locura(21) que alguna vez haya habido. —La voz de Dylan tenía una pizca de temor—. ¿Por qué infiernos todo eso te enciende?
Alec apretó el duro cuádriceps de Dylan. —Porque estoy haciéndote esperar.
—Yo no tengo mucha paciencia.
—Me he dado cuenta. —Alec pasó las yemas de los dedos por la parte superior de la grieta de Dylan.
Dylan tomó aire, y sus músculos se tensaron. La polla de Alec trató de perforar sus pantalones para acelerar el proceso. Abrió la cremallera para proporcionar un poco de alivio a la presión, y el sonido de la cremallera provocó una mirada hambrienta en el rostro de Dylan. Un disparo de adrenalina dejó los dedos de Alec torpes cuando liberó su polla, luchando por mantener el control. Pero no había esperado tanto tiempo sólo para renunciar a su meta ahora.
No importaba que tan excitado estuviera.
Con la postura extendida de Dylan, eran casi del mismo tamaño. Alec pasó su erección a lo largo del culo de Dylan, la cabeza justo por encima de la parte superior de la hendidura de Dylan. Dylan gimió e inclinó sus caderas hacia atrás, empujando la polla de Alec más profundo entre sus nalgas. Un pulso de caliente placer brotó desde la polla de Alec hacia afuera, y los músculos de su abdomen se tensaron.
—Recuerda. —Alec logró mantener su voz firme—. No tienes permiso para moverte.
—¿Quién iba a saber que te gustaba provocar?
—¿Quién está provocando? Esto es serio.
Alec comenzó a empujar sus caderas, lentamente deslizando su polla a lo largo de la grieta de Dylan. El sudor facilitaba su camino, y el duro culo de Dylan proporcionaba una fricción increíble. La erección de Alec frotó el fruncido agujero de arriba a abajo, y anhelaba irrumpir a través de ese apretado anillo de músculos. Dylan comenzó a jadear, su respiración entrecortada, mientras el resto de su cuerpo permanecía inmóvil, las nalgas en la posición correcta. Alec apretó los dientes, con ganas de...
Presionó su boca contra la piel salada y caliente de Dylan. —La raíz del pene está a la mitad de la altura del hombre —Alec murmuró.
—¿Da Vinci midió eso?
—Sí.
—Si él no era gay —la parte inferior del eje de Alec rozó directamente el agujero de Dylan, y Dylan gimió, su culo se relajó como en sumisión—, debería haberlo sido.
Mientras continuaba sus empujes, el placer se apoderó de Alec. Chispas parpadeaban ante sus ojos y sus bolas se apretaron. Clavó los dedos en las caderas de Dylan, sin duda dejándole moretones mientras luchaba con la necesidad de apoyarse en los hombros de Dylan y hundirse profundamente dentro de él, la falta de preservativos era una maldición.
Querido Dios, ¿en qué diablos estaba pensando?
Alec se obligó a concentrarse y dio un paso atrás.
La cabeza de Dylan dio vuelta. —Espera —dijo Dylan, con las pupilas dilatadas—. ¿A dónde infiernos vas? Tienes que hacer algo.
Haciendo caso omiso de su pulso acelerado, Alec separó los dedos de Dylan del estante, lo giró de frente a Alec y, luego, volvió a colocar el agarre de Dylan en el estante. —Lo hago —utilizó su pie para corregir la postura de Dylan.
Dylan estaba de nuevo extendido, ahora de frente a Alec, era muchísimo mejor porque la dura polla de Dylan se curvaba y se elevaba con líquido preseminal brillando en la punta.
—Algo. Preferiblemente más. —La voz de Dylan sonaba tensa.
Alec comenzó a recuperar un poco de control. —De acuerdo con Da Vinci, la distancia desde debajo de la rodilla hasta la raíz del pene es un cuarto de la altura de un hombre.
—Amigo era totalmente gay.
—Si no lo era —dijo Alec, repitiendo las palabras anteriores de Dylan—, debería haberlo sido.
Dylan soltó una risa áspera hasta que Alec palmeó el culo de Dylan y cayó de rodillas. Alec se concentró en mantener su mirada en la cadera de Dylan para no distraerse. Tomó la parte posterior de las piernas de Dylan.
—Jesús —Dylan dijo con voz áspera.
Sin duda Dylan pensó que tendría una mamada, y Alec ciertamente quería saborear la gota de líquido preseminal en la hendidura de Dylan. En cambio, él besó su camino hasta el duro muslo, con cuidado de evitar las manchas de grasa que lo cubrían. Se puso de pie, la boca siguió subiendo hasta llegar a su cuello, masajeando el trasero de Dylan durante todo el camino. Pero, aun así, Alec mantenía una buena cantidad de espacio entre sus caderas. Lamió el pulso en el cuello de Dylan mientras trazaba sus manos por los flancos de Dylan, sobre sus hombros, y a lo largo de sus bíceps.
—Para alguien tan atrapado en las medidas y distancias —la voz de Dylan sonaba tensa—, parece que te estas dirigiendo en la dirección equivocada.
Alec dejó caer su mano para pasar los dedos por el grueso vello en la ingle de Dylan, y el hombre dejó escapar un silbido. La polla de Dylan, dura y roja sangre, se curvaba hacia arriba, como dando un grito silencioso por la atención de Alec.
—Tócame ahora y será bueno —dijo Dylan, su voz gruesa—. Hace dos minutos hubiera sido genial.
Alec perezosamente hizo círculos en el abdomen de Dylan, trazando los músculos.
—Jesús, Alec. —Dylan dijo con voz áspera—. ¿Estás tratando de matarme?
En respuesta, Alec se apoderó de la unión entre el culo de Dylan y sus piernas y lo atrajo hacia él, acomodando su polla en el surco natural a lo largo del falo de Dylan. Alec empezó a mover sus caderas y cerró los ojos con un gemido de alivio.
—¿Puedo moverme ahora? —dijo Dylan.
—Sí, puedes.
—Al fin —Dylan gruñó, y con entusiasmo se unió al ritmo.
El dulce dulce roce de las dos duras pollas, era casi demasiado, y Alec raspó con sus dientes un pezón. Dylan arqueó la espalda, la boca abierta, empujando silenciosamente sus caderas. Aunque su cuerpo gritaba que finalizara, Alec se negó a darse prisa.
—He querido esto durante tanto tiempo —murmuró Alec.
—¿Follarme contra un estante de herramientas?
Alec besó a Dylan duro, saboreándolo con la lengua antes de contestar. —No.
—¿Mancharme con grasa de eje?
—Tomar la iniciativa.
Después de otro beso hambriento bordeando en una mordida, Alec sacudió sus caderas más rápido. Líquido preseminal se unió al sudor y la grasa en el abdomen de Dylan, y el dobladillo de la camisa de Alec se humedeció.
—En serio —Dylan gimió—. Pensé que nunca darías el primer paso.
Aturdido, Alec movió su cabeza hacia atrás para mirar a Dylan.
—¿Lo estabas esperando? —dijo Alec.
—Infiernos, sí. —Dylan frunció el ceño y se inclinó, atacando los labios de Alec—. Ahora, podemos...
Alec bloqueó el intento de Dylan de besarlo. —¿Por qué no dijiste nada?
—Pensé...
Un destello de emoción llegó y se fue de los ojos de Dylan, algo parecido a una mirada vulnerable.
—Pensé que quizás no me querías tanto como yo te quería —dijo Dylan.
Alec no sabía si dejar escapar una risa histérica o un grito de frustración. Eligió presionar sus labios contra el hombro de Dylan, cortándolos a ambos.
Dylan dijo: —Quizás...
Necesidad recorrió a Alec, y mordió a Dylan.
La voz ronca de Dylan continuó. —Quizás deberíamos trabajar en nuestras habilidades de comunicación.
Santa Madre de Dios, sí.
Desesperado, Alec aumentó la fuerza de sus embestidas. El sonido de piel lubricada contra piel llenó el aire y las herramientas traqueteaban en el estante de acero sacudiéndose ligeramente contra la pared. Una llave o un destornillador, Alec no estaba seguro cayó al suelo con un golpe seco y rodó por el concreto.
Con las mejillas sonrosadas, y los ojos medio cerrados, Dylan parecía absorbido en una vorágine sexual. Sus antebrazos tensos contra su confinamiento autoimpuesto, los nudillos blancos contra el estante de acero. Sus muslos temblorosos se chocaban con las caderas de Alec con cada empuje. Alec mordió a lo largo de la mandíbula de Dylan antes de pasar al cuello.
Maldición, quería alargar este momento por siempre. A pesar de la explosiva necesidad de terminar, esperaba retrasar lo inevitable. ¿Cuándo iba a tener a Dylan desnudo en su garaje de nuevo? ¿Cuándo iba a tener la oportunidad de disfrutar ver a Dylan resbaladizo y sucio y cubierto de todo un día de grasa?
Alec gimió. Con otra fuerte embestida y sin previo aviso, se corrió, su semen disparó hacia arriba cubriendo la piel de Dylan. Alec luchó con el estupor post-orgásmico y abrió los ojos. Dylan estaba mordiéndose el labio, sus caderas moviéndose desesperadamente contra las de Alec.
Cristo. Nunca había visto esa aturdida expresión en el rostro de Dylan y el hermoso cuerpo extendido delante de él, manchado con la evidencia de su orgasmo. Grandes, gotas blancas se aferraban al músculo pectoral de Dylan. Inspirado por la visión, Alec se inclinó y chupó una mancha salada con su boca. Dylan gimió y retorció los dedos en el estante, arqueando la espalda.
Con los labios manchados de semen, Alec pasó los dedos por el cabello de Dylan. Esto, podría ir bien... o ser un desastre y explotar.
—Bésame —dijo Alec.
Dylan se quedó mirando la boca de Alec, dudando durante dos latidos. Alec estaba a punto de decirle que no se molestara cuando Dylan se acercó y le dio una tentativa probada. Su lengua tocó el labio inferior de Alec experimentalmente, y una caliente sacudida disparó a través de Alec, derritiendo su sistema nervioso.
Realmente ridículo, después de todo lo que habían hecho hasta la fecha.
Otra fracción de segundo pasó, su respiración jadeante cuando Dylan siguió presionando su polla contra Alec. Y entonces Dylan chocó su boca contra la de Alec, untada de semen, antes de chupar algo del labio inferior. Con un gemido, presionó los labios de Alec abriéndolos y procedió a lamer la boca de Alec limpiándolo.
El sabor debió haber empujado a Dylan sobre el borde, su gemido de alivio llenó el garaje mientras empujaba el torso de Alec con el suyo y se corría. Alec agarró las caderas de Dylan, guiando los bruscos movimientos ahora que el líquido caliente, pulsaba entre ellos. Cuando el cuerpo de Dylan finalmente se quedó quieto, Alec le besó la mandíbula a Dylan de yapa.
—Maldición —dijo Dylan, sus párpados cerrados y respirando agitadamente—. Deberías de tomar la iniciativa más a menudo.
Cuando Alec no respondió, Dylan abrió los ojos. Alec presionó sus bocas pero siguió contemplando a Dylan, disfrutando de los ojos medio cerrados, de la saciada expresión de Dylan mientras se recuperaba. O al menos lo suficiente para escuchar lo que Alec tenía que decir.
—De aquí en adelante —Alec apretó a Dylan— de vez en cuando, quiero ir más despacio y no ser como conejos cargados de Viagra, ¿de acuerdo?
—¿Qué puedo decir? También tiendo a saborear mi cerveza.
—No hay nada de malo en ello. De hecho, definitivamente soy un fan. Pero a veces me gusta beber mi vino y saborear su sabor. Y... —Alec trató de transmitir la importancia de sus palabras con la mirada, temiendo oír la respuesta de Dylan—. Y poder tocarte cuando quiera. Incluso si no es por sexo.
Dylan entrecerró los párpados, como si no pudiera entender por qué alguien querría hacer tal cosa. Sus ojos verdes se pusieron serios cuando frunció los labios pensando.
—Simplemente no en público, ¿de acuerdo? —Dylan hizo una mueca—. No me importa con quién esté jodiendo, chicos, chicas, o malditos aliens, esa mierda debe mantenerse en privado. Por lo demás, estoy bien con la idea.
Aliviado, Alec asintió de acuerdo mientras frotaba distraídamente una mancha que se había quedado en la mejilla de Dylan. Dylan tomó la lata de grasa de la plataforma y le entregó el contenedor a Alec.
Con sus ojos iluminados con humor, Dylan dijo: —Tenemos que averiguar si esto es seguro para ser usado como lubricante durante una sesión de masturbación.
—¿Y cómo propones que lo hagamos?
—¿Llamando al centro de control de venenos? —Dylan sugirió con un encogimiento de hombros.
Los labios de Alec se crisparon. —No voy a hacer esa llamada.
Una semana más tarde
Desde su asiento en el palco VIP en la línea de la yarda cincuenta, Dylan se inclinó hacia atrás en su cómoda silla de cuero, sintiéndose fuera de lugar, y preguntándose por qué infiernos Jack Davis lo invitó a ver el partido de fútbol de los Tigres si prefería charlar con sus invitados. Encerrada en vidrio, la sala con aire acondicionado mantenía cómodamente a dos docenas de personas y los protegía de los elementos —o, como sospechaba Dylan, de las masas sin bañar, ocupados gritando por su equipo. Tres televisores de pantalla grande colgaban de las paredes circundantes, transmitiendo el juego, por si acaso alguien quería ver realmente la actividad que se desarrollaba abajo, en el campo.
Noah utilizaba su tiempo, trabajando en conocer a las personas ricas que disfrutaban de la hospitalidad del aún más rico Jack Davis. Lo más probable es que Noah pretendiera conseguir más donaciones para el Fondo de Vivienda Front Street. Dylan estaba viendo el juego, disfrutando de una jarra de cerveza y un plato de palitos de queso con salsa marinara. Alec estaba sentado a la izquierda de Dylan, habando con Tyler.
Su exnovio.
Dylan luchaba por apaciguar su ceño fruncido mientras los veía por el rabillo del ojo, esperando que su demasiado atento escrutinio lograra pasar desapercibido. Pero apenas podía deletrear discreción, y mucho menos actuarla con éxito.
Una mano palmeó su hombro por detrás, y Dylan se tensó como si lo hubieran castigado.
«Atrapado»
Con la palma en la espalda de Dylan, Noah se inclinó en dirección de Tyler y a Alec. —Dime otra vez ¿se supone que debo estar animando a los chicos de color azul o rojo?
Dylan dejó escapar un suspiro silencioso. —Jesús, Noah. —Dylan obligó a sus músculos a relajarse, agradecido por la abrumadora tarea de mantener a los dos equipos heteros rendidos ante la aguda vista de su amigo, inusualmente ajena al objeto de escrutinio por parte de Dylan—. Los que tienen los tigres en sus cascos.
A pesar del entorno de primera clase en el exclusivo palco, Dylan prefería el bar Danny's Suds and Sports para ver los partidos de fútbol. Desde el inicio de la temporada de fútbol, él y Alec habían hecho un hábito el pasar una noche a la semana en el bar deportivo viendo el partido. En otras noches, Alec cocinaba, y Dylan limpiaba.
Dylan había subsistido a base de comida preparada por más años de los que podía recordar. En lo que a él concernía, la pirámide alimenticia estaba construida de envases de espuma de poliestireno. Sin embargo, últimamente, Dylan se había hecho aficionado a la comida casera. También prefería la comodidad de la casa de Alec, que tenía excelente comida y la compañía de Alec. El proceso de cocción proporcionaba una nueva variedad de maneras para que Dylan pusiera sus manos sobre el hombre mientras él no podía defenderse. Mejor aún, sus caricias, no sólo eran más que bienvenidas sino alentadas activamente. ¿Y qué si a veces se tocaban sin ninguna intención sexual? Dylan estaba aprendiendo a estar bien también con eso.
Pero, en este momento, lo que más emocionaba a Dylan acerca de su tiempo en casa era la ausencia del ex de Alec.
—¿Tigres? ¿Es eso lo que está representado en sus cascos? —Noah miró hacia uno de los televisores en el extremo de la pared—. No me extraña que pierdan. El pequeño lindo tigre de caricatura es apenas un tipo de imagen patea-culos.
Tyler sonrió, Alec se carcajeó, y Dylan sabía que también debería hacerlo.
Sólo... que él no podía.
—¿Dime otra vez por qué estamos aquí? —preguntó Dylan—. Ni siquiera te gusta el fútbol, Noah.
—Siempre voy a estar a favor de un deporte con hombres llamados receptores elegibles o tight end(22). Especialmente cuando el juego involucra a hombres amontonándose unos encima de los otros. —Apartó un mechón de cabello marrón de su frente—. Aunque la Iglesia Católica en mí se opone al término Pase Ave María(23).
Alec miró a Noah como si lo viera con una nueva luz. —¿Eres católico?
Tyler miró a su ex. —Sólo cuando la etiqueta se adapte, con...
—¿Yo nunca? —dijo Alec, completando la declaración.
Maldición, ya era bastante malo que esos dos decidieran seguir siendo amigos, pero ¿realmente necesitaban terminar las frases del otro? Con el ceño fruncido, Dylan se concentró en los jugadores de fútbol que se estrellaban.
Después de dos años juntos... Mierda, Tyler y Alec habían vivido juntos durante dos años.
A Dylan nunca le había molestado ese hecho antes. ¿Por qué lo hacía ahora? Lo más probable es que todo eso de conversar como equipo, no era nada. Pero aún así...
Eso apestaba y lo irritaba, y Dylan sabía que estaba siendo un bastardo irrazonable. Técnicamente, Alec y él ni siquiera estaban saliendo. No eran más que... dos amigos que disfrutaban de algunos beneficios.
Dylan decidió no seguir haciéndose daño con esos pensamientos.
En su lugar, fingió estar interesado en las porristas de abajo. Las mujeres de increíbles pantalones cortos y lo que sólo generosamente podían ser llamadas camisetas sin mangas, haciendo intrincados movimientos. Apreciaba la vista. Eso definitivamente no había cambiado. Sólo deseaba poder sentir un poco más de entusiasmo para hacerles seguimiento.
—Todo esto es fascinante —dijo Dylan con sequedad—. Pero ¿cómo terminamos aquí?
Noah se dejó caer en el asiento junto a Dylan. —Un descarado soborno por parte de Jack Davis. Por supuesto, lo que él realmente quiere es sacar provecho del premio que les otorgarán a Tyler y a Alec el próximo fin de semana.
—Quería preguntarte antes —le dijo Tyler a Alec—. ¿Vendrán tus padres a la ceremonia?
Alec vaciló. —Probablemente.
Los ojos grises de Tyler estudiaron a Alec, y alguna cosa pasó entre los dos. —Lo siento.
—Yo también —dijo Alec en voz baja.
¿Qué infiernos fue todo eso? Dylan agarró con fuerza el brazo de su asiento, sus pensamientos interrumpidos por Noah.
—Esta es la manera de Jack de convencernos de hacer equipo con su hospital para la recaudación de fondos anual. —Noah miró a Tyler—. Pero algunas personas están siendo tercas.
Tyler miró a Noah, y habló con voz firme pero calmada. —Dije que no. —Se levantó de su silla.
—Seríamos unos tontos si dejamos pasar la propuesta. —Noah miró a Tyler—. Es como tirar el dinero, por el amor de Dios.
Haciendo caso omiso de Noah, Tyler siguió. —Me voy a tomar una copa. ¿Alguien necesita algo mientras estoy de pie?
Dylan necesitaba que el hombre se fuera. Necesitaba que Alec dejara de hablar con su ex como si hubieran sido novios por jodidos años. Lo más importante, Dylan necesitaba entender por qué necesitaba esas cosas.
Cuando Alec murmuró no, Tyler se dirigió hacia el bar. Noah lo siguió, y había una expresión de preocupación en el rostro de Alec mientras veía a los dos hombres cruzar la habitación.
—Tyler es perfectamente capaz de manejar a Noah —dijo Dylan.
—Nunca había visto a Tyler tan molesto antes.
Dylan estudió a los dos hombres en el bar. Tyler se relajó contra el mostrador negando con la cabeza, mientras que Noah hizo un gesto de esa manera melodramática muy suya.
—No parece molesto —dijo Dylan.
—Te lo puedo asegurar.
Sí, porque habían vivido juntos durante dos malditos años. Dylan ni siquiera podía comprometerse con un servicio de telefonía celular por ese período de tiempo.
—Creo que tenemos un desastre en ciernes en nuestras manos —dijo Alec.
Dylan ladeó la cabeza. —¿Un desastre del tipo corre-fuga-de-gas? O ¿Un desastre del tipo Titanic?
Alec fijó su mirada en Dylan y sonrió, apoyando la mano en su muslo y acercándosele.
Por un momento Dylan pensó que Alec iba a darle un beso, y los músculos de Dylan se tensaron. Alec debió haber sentido la tensión, ya que, en el último segundo, llevó una mano al regazo de Dylan y tomó un palito de queso de su plato. Dylan se relajó.
Besar era bueno. Besar a Alec era genial, pero Dylan no hacía demostraciones públicas de afecto.
Esperaba que la sonrisa que le envió, de alguna manera, compensara su estúpida conducta. —¿O quizás un desastre del tipo Destiny's Bitch?
Alec dejó escapar un resoplido de humor. —Mucho peor que un show de drag queen en la carrera de póker. —Bajó el palito de queso a la salsa marinara y se recostó en su silla—. Noah ha logrado convencer a un camarógrafo y a un director como voluntarios para filmar la publicidad de la subasta de solteros.
—¿Los sedujo? O ¿Los acosó hasta que cedieran o se lanzaran desde el puente Golden Gate para poner fin a su agonía?
—No lo sé. De cualquier manera, si estamos de acuerdo con el plan de Jack Davis, necesitamos una celebridad en los anuncios. Por desgracia para Tyler, él solía salir con Memphis Haines.
Dylan observó a Alec darle una mordida al palito de queso. —¿Ese tipo no es una especie de doble?
Alec tragó y se limpió la boca con una servilleta. —Lo es —dijo—. Pero sobre todo es conocido por sus anuncios en la Quinta y Taylor. —La frente de Dylan se arrugó mientras trataba de dar con el nombre de la tienda, Alec continuó—. Los anuncios de ropa interior de diseñador.
Los ojos de Dylan se abrieron más. —¿El tipo casi desnudo en los carteles?
—El mismo.
—¿Cómo hizo Noah para descubrirlo?
—Yo... uh...
Un avergonzado Alec se veía un poco lindo, y eso estaba haciendo cosas extrañas en el pecho de Dylan.
Alec hizo una mueca y continuó. —Mencioné accidentalmente que Tyler tenía un exnovio famoso. Cuando Tyler me derribó con su mirada, dije algo para cubrirlo.
—Amigo —dijo Dylan con una sonrisa, la primera desde que Tyler había llegado a la escena hoy—. Eres un mentiroso terrible.
Alec frunció el ceño, pero su corazón no estaba en eso. —Voy a tomar eso como un cumplido —dejó escapar un suspiro—. De todos modos, de alguna manera, Noah olfateó la verdad. Y ahora está acosando a Tyler para que le pida a Memphis ser la estrella en
nuestros anuncios. Tyler se niega. Por lo que Noah dice que él visitará a Memphis, usando el nombre de Tyler.
—Suena como la habitual Noah-cagada esperando a suceder.
—No me lo recuerdes.
Alec se metió el cabello detrás de la oreja. Las ondas gruesas parecían haber sido pasadas a través de un escurridor, como si se hubiera pasado el día metiendo sus dedos a través de los hilos en frustración. Dylan no estaba seguro de si la frustración se derivaba de la fricción entre Tyler y Noah o de las preocupaciones de Alec acerca de recaudar dinero de las donaciones.
—¿Qué piensas del plan de la subasta de solteros? —preguntó Dylan.
Dylan estudió a Alec cuidadosamente mientras el hombre miraba a su ex. Otra mirada de preocupación cruzó por el rostro de Alec, y Dylan sintió la emoción seguir todo el camino hasta sus malditas botas de trabajo.
—Creo que el plan es sólido —dijo Alec—. Pero no vale la pena arriesgar la paz mental de Tyler.
Alec aún se preocupaba por Tyler.
Está bien, quizás no de la manera de quiero-que-regrese, pero estaba claro que no odiaba al hombre. Normalmente Dylan no animaba la hostilidad entre las personas —la paz y la buena voluntad y toda esa mierda funcionaba bien para él.
Pero... maldición.
—Estoy seguro de que la clínica recaudará suficiente dinero para igualar la subasta con el tiempo —dijo Dylan.
—Si no lo hacemos, nuestros planes de vivienda se verán seriamente retrasados.
Alec inexpresivamente veía el campo de abajo, obviamente, perdido en sus pensamientos y totalmente despreocupado de cómo
los Tigres intentaron un primer down y lo perdieron. Dylan subió el tobillo hasta su rodilla y deseó poder solucionar el problema de la financiación de Alec. Nadie sabía mejor que Dylan que proveer viviendas para sus pacientes más vulnerables era de vital importancia. Esperar que Alec se mantuviera alejado de Tyler rayaba en ser una de las ideas más egoístas que Dylan hubiera tenido.
Y con seguridad, él había tenido algunas de ese género.
Los dos hombres manejaban una clínica juntos. Daban un servicio primordial. Por supuesto, ellos necesitaban superarlo, pero que quedara un toque de tensión sería agradable. Un resentimiento residual sería increíble. Pero quizás Alec extrañaba tener una pareja a tiempo completo en su casa. Quizás quería a alguien que en realidad le gustara ser tocado en público.
O quizás simplemente Alec extrañaba las mamadas.
El estómago de Dylan se fue en una endemoniada picada al suelo.
Joder, ese fue un pensamiento estúpido. Dylan se desplomó en su asiento y miró el juego de los Tigres en el cuarto down y ganando quince yardas en un pase espectacular. Los aficionados se pusieron en pie, sus gritos y silbidos silenciados por el grueso cristal.
Dylan apretó brevemente sus párpados al cerrarlos, su mente girando.
Comunicación. Después del caliente momento inspirado en Da Vinci en el garaje de Dylan, había prometido trabajar un poco en sus habilidades de comunicación. Por supuesto, en ese momento, él había querido decir en cuanto al sexo, pero quizás debería seguir a través de esa promesa de otra manera.
—Entonces... —Dylan se aclaró la garganta, manteniendo la voz baja y la esperanza de que no sonara tan idiota—. En algún momento de mi sórdido pasado, di mamadas a cambio de dinero.
21 Kinky originalmente extraño raro retorcido. Coloquialmente es un término usado para referirse a las 
prácticas sexuales no convencionales.
22  En esta frase no se puede apreciar el chiste en español, porque la segunda posición de los jugadores a la que se hace alusión no tiene traducción en español, por lo tanto aquí la explicación : Noah se refiere a dos clases de receptores, los elegibles y los extremos estrechos que es como se traduciría el témino literalmente. Espero que se entienda.
23 El pase Ave Maria es un pase largo en el futbol americano hecho en un momento de desesperación con solo una pequeña oportunidad de éxito, especialmente cerca del final. Hay muchas teorías, la más antigua en 1923 cuando un jugador de Notre Dam, una universidad católica murmuró el ave maria al hacer el pase que finalmente les dio el triunfo.

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