El lunes después del trabajo, Alec subió en el ascensor hasta el apartamento de Noah con los ojos arenosos por la falta de sueño. Apretó su latte con gratitud. Después de la semana que pasó ya sea en la carrera de póker, o en el trabajo, o en la cama con Dylan, Alec necesitaba la infusión de cafeína para así poder finalizar la jornada. Especialmente a la luz de lo que tendría que soportar antes de que pudiera encontrarse con Dylan cuando volviera a casa.
Su teléfono sonó, y Alec vio el mensaje de texto.
«Estoy de camino a tu casa con pollo kung pao, sopa wonton, y un columpio sexual»
La risa de Alec se perdió en el ruido de las puertas corredizas del ascensor cuando se abrieron. Pero, mientras se dirigía por el pasillo que conducía a la casa de Noah, la sonrisa se desvaneció de su rostro.
Durante el debate del mes pasado sobre el Fondo Residencial Clínica Front Street, el plan para encontrarse con Tyler y Noah aquí le había parecido razonable. En general, Noah suministraría los refrigerios y comentarios sarcásticos mientras él y Tyler hablarían acerca de cómo iban a poner en marcha la siguiente fase de sus planes. Pero con los eventos recientes, es decir, su decisión de ignorar el consejo inicial de Noah acerca de dormir con Dylan, el lugar de la reunión ahora se sentía complicado. No sólo tendría que escuchar los regaños de Noah por eso, sino que también lo haría porque se había pasado una buena parte de la semana ignorando sus mensajes de texto acerca de la recaudación.
Alec solía dejarlo todo cuando algo debía hacerse en lo que respecta a la lucha contra la Proposición 8 o apoyar el fondo de vivienda. En retrospectiva, se dio cuenta que su agenda había sido muy patética.
Ahora que había conseguido sentirle el gusto y disfrutar de su motocicleta y Dylan —y la vida—, se sentía menos dispuesto a estar tan ciegamente disponible.
Envió un mensaje a Dylan en respuesta.
«Estaré allí lo antes posible»
Cuando se acercaba a la puerta de Noah, Alec hizo tronar su cuello para aliviar la tensión, cada uno de sus músculos adoloridos de la forma en que sólo los podía dejar una semana de actividades sexuales, valían la pena. Unas magulladuras en forma de huellas marcaban las muñecas de Alec. La quemadura de la alfombra en su culo escocía por debajo de sus calzoncillos y lo hacía cuestionarse acerca de su marca de suavizante de telas. Pero Alec disfrutó de los recordatorios de un Dylan resistentemente crudo... y entusiasta.
Hace dos domingos, Alec había pasado cinco segundos considerando la posibilidad de llamarlo, cancelar todo de nuevo y traspasar las puertas del infierno y aterrizar en la cama con Dylan.
Aunque Alec no tenía dudas de que las acciones de Dylan del sábado en la noche habían sido parcialmente alimentadas por un ataque de melancolía, la actitud del hombre, después, había sido simplemente tranquilizadora. El viaje de regreso a San Francisco había sido espectacular, con cielos despejados y la compañía de amigos. Dylan había regresado a su habitual estado relajado. Había seguido con una actitud de manos fuera en público, pero su comportamiento y ocasional guiño tranquilizador reafirmó que los dos estaban, sin lugar a dudas, en un terreno más sólido.
Después de eso, había sentido que le era imposible ponerle fin a las cosas.
Como amigo, Dylan hacía a Alec feliz. Tenían sexo. Sexo-caliente-licua-cerebros. Un bono extra con el potencial para complicar las cosas seriamente con certeza. Quizás la decisión de seguir con Dylan no tenía sentido. Quizás Alec se arriesgaba a una caída aún mayor que la de antes. Porque, ¿quién sabía dónde terminaría está loca relación? Por una vez en su vida, había tomado la firme decisión de que no le importaba.
Alec se detuvo frente al apartamento y timbró. Preparándose para los próximos encuentros, cuadró los hombros y se dio una rápida patada mental en el culo.
Escuchó pasos y tiró de las mangas para cubrir las marcas en sus muñecas. Entrar. Discutir acerca de la siguiente recaudación de fondos. Salir.
Debería ser simple.
Noah abrió la puerta. —Ahí estás.
Bueno, simple, excepto por dos cosas. Tendría que soportar la tensión entre él y Tyler y enfrentar a Noah, quien parecía no poder comprender que Alec finalmente había salido y encontrado una vida.
Negándose a sentirse culpable, Alec agarró con más fuerza su taza de café. —Por supuesto que estoy aquí. —Alec pasó por un lado de su amigo y entró en el vestíbulo.
—Tú me has estado evitando toda la semana —dijo Noah—. Y se supone que debías llamarme anoche para discutir acerca de esta reunión.
En su mente buscó una excusa creíble, Alec podía sentir los ojos de Noah sobre él cuando entró en la sala hecha en dorado apagado y ruginoso, el mobiliario y la decoración reflejaban los gustos caros de su amigo. Tyler estaba sentado en un mullido sofá en frente de las ventanas de piso a techo con vista a la Bahía de San Francisco. Alec se dirigió hacia el sofá de dos plazas a juego.
No tenía sentido mentir porque él apestaba en eso. —Estaba ocupado, Noah.
Ocupado aprendiendo la verdadera forma en la que a Dylan le gustaba tener sexo. Mucho sexo.
Alec se dejó caer en el cojín y una punzada de dolor se disparó en su culo, un recordatorio de que tuviera cuidado. Trató de moverse a una posición más cómoda y luego notó que Tyler lo miraba, con los ojos entrecerrados. Así que Alec fingió colocar su latte en la mesa de centro junto a una bandeja con galletas y queso.
Centrarse en el motivo de la reunión parecía ser la mejor esperanza para Alec de salir de aquí, en un plazo razonable. —¿Por cierto, cuánto tenemos en el fondo de construcción?
Tyler tomó su ordenador portátil, encendiéndolo. —Les diré en un segundo.
—Corrígeme si me equivoco. —Noah se apoyó contra el quicio de la puerta, con los ojos en Alec—. Pero creo que tú estuviste de acuerdo en imprimir un informe financiero antes de esta reunión.
—Lo olvidé —dijo Alec—. Tengo una vida fuera del trabajo, y de este proyecto, Noah.
Escépticas líneas entre corchetes se formaron en los ojos de Noah. —¿Desde cuándo?
—Desde que el DOMA murió y Alec y yo rompimos —dijo Tyler.
Alec intentó, pero fracasó, determinar si en la declaración de su ex había incluido algún mensaje oculto o no. Desde la fiesta habían intentado en lo posible evitarse el uno al otro. La constante glaciar tensión había empezado a agobiar a Alec.
Noah miró a Alec. —Lo que no explica por qué no respondiste a mi mensaje de ayer.
—¿A cuál de los ocho mensajes te refieres? —Alec dijo secamente.
—¿Ocho en un día? —Tyler levantó la vista de su ordenador portátil—. Parece que es hora de tener el número de Noah bloqueado.
Alec no podía estar seguro, pero el comentario burlón de Tyler se había sentido como apoyo.
Noah le lanzó a Tyler una mirada tolerante, mientras caminaba, finalmente, hacia la sala de estar. —He comprado estas galletas sólo para ti, Tyler, a pesar del hecho de que parecen estar hechas a base de alpiste. No me obligues a tirarlas por la ventana.
Tyler se concentró en su ordenador. —Tú sabes que me amas, Noah.
—No te hagas ilusiones, hombre vegano.
—Vegetariano —dijo Tyler—. No vegano.
Noah desestimó la distinción con un gesto de la mano. —Lo que sea. —Al parecer, finalmente se había dado cuenta de que Alec se negaba a pedir disculpas por no estar disponible, porque Noah les dio a ambos una sonrisa—. Pero ustedes dos me van a amar aún más cuando les comparta las noticias acerca de nuestros esfuerzos de recaudación de fondos.
Al fin. Ahora sí la reunión había comenzado oficialmente. La tensión en los hombros de Alec bajó, tomó una galleta y le dio un mordisco. El teléfono de Alec volvió a sonar, y él discretamente comprobó el mensaje.
«Entrando en la ducha. No me hagas empezar sin ti.»
Una semilla quedó atrapada en la garganta de Alec, y tosió, tomando un sorbo de su café con leche.
—Dios, Tyler —dijo Alec, tratando de recuperarse de la imagen mental de Dylan haciéndose una paja mientras se lavaba todo un día de sudor y suciedad—. Me olvidé de lo secas que son estas galletas.
—Pensé que te gustaban —dijo Tyler.
—Alec mintió para no herir tus sentimientos, porque él es demasiado bueno. —Noah se dejó caer en el sofá—. Sin ánimo de ofenderte, Tyler, pero tú dieta estrictamente sana es terriblemente aburrida.
—Lo tendré en mente cuando esté ajustando el goteo de insulina para tratar tu diabetes inducida por la carne roja, Noah —dijo Tyler.
Una risita escapó de Alec, y Noah le disparó una mirada.
—Volvamos a nuestro tema de la financiación —dijo Noah, su expresión se tornó seria—. ¿Recuerdan a Jack Davis de mi fiesta, el bastardo de mal humor que es miembro de la junta directiva del Charity Regional Hospital? En fin, recibí una llamada de él hoy. Él y su esposa, Sylvia, tienen una propuesta para nosotros.
Alec se enderezó en su asiento. Quizás esta discusión estaría acabada incluso antes de lo que él había esperado.
—Ellos quieren que nosotros hagamos una subasta de solteros para recaudar fondos —dijo Noah.
Tyler miró a Noah, obviamente, poco impresionado, y Alec se hundió en el sofá, con su optimismo para una reunión rápida escapando.
—¿Una subasta de solteros? —dijo Alec.
Por la forma en la Noah lo había dicho, Alec había pensado que la pareja planeaba entregar suficiente para cumplir con sus objetivos. Problema resuelto. Volver a Dylan. Un sueño imposible, claro, pero no obstante uno bueno.
—Por favor, dime que estás tomándonos el pelo —dijo Tyler—. Un evento como ese, es una pérdida de tiempo.
—No has oído hablar del resto de la proposición. Si hacemos la subasta de solteros y recaudamos cuarenta mil dólares, entonces van a donar el resto para cumplir con nuestros objetivos de financiación. —Noah se aclaró la garganta y levantó una semilla de sus pantalones—. Con la condición de que se incluya a su sobrino en el evento —murmuró.
—No podemos recaudar esa cantidad de dinero con una subasta de caridad a menos que estemos vendiendo sexo junto con las citas —dijo Tyler—. Y espera... —miró a Noah—. ¿Quién es su sobrino?
—Probablemente un perdedor en desesperada necesidad de una vida social —dijo Noah con un indiferente encogimiento de hombros—. Pero sus razones no importan. Sólo que, últimamente, el Charity Regional ha conseguido una gran cantidad de críticas en las noticias por su falta de participación en la comunidad. Jack quiere que el hospital haga equipo con nosotros en esto y los solteros serían sus empleados que se ofrezcan de voluntarios.
Tyler parecía menos que convencido, pero Alec no podía pensar en una razón válida para seguir discutiendo en contra de la idea.
—Mira —dijo Noah—, los cien mil que estamos recibiendo por el premio humanitario es significativo. Y así podríamos seguir lentamente hacia adelante y, finalmente, cumplir con nuestros objetivos de asegurar el financiamiento para la construcción de viviendas. Pero también tenemos que pensar a largo plazo.
Momentos como estos le recordaban a Alec por qué él y Tyler habían optado por incluir en sus planes a Noah. La intensa dedicación del hombre y energía sin límites eran un activo muy valioso.
Excepto cuando se aplicaba a la vida personal de Alec.
—Un evento popular anual nos proporcionará fondos para futuros proyectos —Noah continuó—. Creo que una subasta de solteros tiene el potencial de ser un evento regular y jalar a gente importante, siempre y cuando generemos una buena cantidad de alboroto.
—¿Cómo? —preguntó Alec.
—En primer lugar —dijo Noah—, inscribamos a alguien famoso y filmemos un par de comerciales creativos.
Alec apenas contuvo el gemido. Cristo, él nunca conseguiría llegar a casa con Dylan con este tipo de delirios de parte de Noah. No sin un suministro enorme de antipsicóticos.
—¿Oh? —Alec sabía que sonaba tan cansado como se sentía—. ¿Eso es todo?
Noah lo miró indiferente. —Entre nosotros tres y la cosa esa de los seis grados de Kevin Bacon(19), estoy seguro de que hay un famoso conocido en medio de nosotros.
Alec inclinó la cabeza. —Uno de los exnovios de Tyler encaja a la perfección.
La súbita fuerte mirada de Tyler a Alec decía mucho, y la culpa lo apuñaló.
Nunca dejando pasar la oportunidad de dar un golpe certero, Noah dijo: —Tyler tiene una gran cantidad de exnovios, incluyéndote a ti. —Se metió otra galleta a la boca—. ¿Cuál?
Alec reprimió el nombre, mientras consideraba sus opciones. La expresión en el rostro de Tyler le había dejado muy claro sus sentimientos. Él no quería al doble involucrado. Alec tenía dos opciones. Podría exponer a Tyler, y ver a su ex sufrir el acoso implacable de Noah, o realmente podría dejar el pasado atrás y apoyar a su ex. Poniendo todos los sentimientos de escuela secundaria a un lado, había llegado el momento de dejar atrás el resentimiento residual y la ira
—Nadie especial —dijo Alec, evitando los ojos de Noah. La necesidad de mentir hizo que esas palabras se sintieran tensas—. Sólo es un tipo con el que Tyler salió en la escuela de medicina que ahora es algo celebre en Stanford. Luego pasó a ser anfitrión de un talk show de la mañana en un pequeño canal de cable local. —Mierda, ¿y ahora qué? Su mente daba vueltas buscando algo que haría que el ex inventado sonara poco atractivo para Noah—. Él es... uh, súper inteligente y probablemente sabe más acerca de los índices de enfermedades de transmisión sexual en este país que cualquier otra persona.
Noah miró a Alec por un momento antes de responder. —¿Estás usando drogas? Necesitamos sex appeal —Noah continuó—. No a un experto en enfermedades de transmisión sexual. —Noah negó con la cabeza en derrota—. No importa. Encontraré a alguien por mi propia cuenta.
Aliviado, Alec silenciosamente dejó escapar un suspiro. Su estómago gruñó, y trató con todas sus fuerzas de no pensar en la comida china que le esperaba en casa y Dylan, desnudo, en la ducha...
Distraído, Alec extendió la mano para cortar un trozo de queso.
—¡Hey!
Noah tomó la muñeca de Alec y él casi deja caer el cuchillo.
—Por el amor de Dios, Alec —dijo Noah, mirando las contusiones leves en la piel de Alec.
«Mierda»
El tiempo marcó en incrementos dolorosos. Alec esperó un momento antes de soltar el cuchillo y jalar su brazo fuera del agarre de Noah. Con la cara ardiendo tiró de la manga hacia abajo para cubrir las marcas, mientras que los dos hombres lo miraban.
Noah lo miraba sorprendido, pero Tyler lo estudiaba como si viera a Alec bajo una nueva luz.
Tyler había sido serio cuando había afirmado que Alec no tenía un columpio sexual. Sus relaciones sexuales habían sido satisfactorias, pero nada como el paseo —cabecero-golpeando, mente-derritiéndose— con Dylan.
Alec sabía que Dylan sólo había estado bromeando en su anterior texto —el noventa por ciento seguro, de todos modos. Pero Alec había sentido que su vida sexual iba en alza durante los últimos días. Dylan no había sido capaz de decidir qué le gustaba más, estar arriba o abajo. Hasta el momento había gastado una considerable cantidad de energía probando las dos posiciones al tratar de tomar una decisión, con Alec felizmente alentando el proceso de comparación.
—¿Dylan y tú son algo ahora? —preguntó Noah.
La respuesta rodó fácilmente fuera de la lengua de Alec. —Eso no es de tu incumbencia.
Dos segundos más tarde, Noah se giró hacia Tyler. —¿Puedes ir por el segundo paquete de galletas que esta sobre el mostrador de la cocina?
Nadie le había pedido a Noah más galletas de alpiste. Después de una última mirada en dirección a Alec, Tyler en silencio se dirigió a la cocina.
Noah se giró hacia Alec. —¿Dylan ha decidido que es bisexual?
La pregunta atravesó el cerebro de Alec y rebotó alrededor de su cráneo, y echó un vistazo a la puerta de la cocina. Por razones que no podía explicar, sobre todo a sí mismo, él no quería que Tyler supiera la verdad en este momento. Sobre todo porque él no sobreviviría a que otra persona le diera mierda por sus decisiones. Las dudas de Noah ya eran bastante malas, y las de Alec estaban débilmente a raya por la niebla sexual inducida por Dylan.
Pero Alec había tomado una decisión.
—Yo no soy sólo "la mano", Noah —dijo Alec.
Tan pronto como había dicho las palabras, Alec se enderezó más alto en su asiento. El reclamo original de Noah de que Dylan sólo dormía con Alec por conveniencia aún ardía en formas de las que Alec no se había recuperado.
Noah lo miraba confundido, por lo que Alec continuó: —Yo no soy sólo el medio más accesible para que Dylan se libere —dijo Alec—. Él se siente atraído por mí.
Alec sentía esa simple verdad con cada mirada de Dylan. Él no tenía que tocar a Alec ni decir nada sugerente porque cada vez que Dylan lo veía no tenía duda de que el hombre sentía la misma atracción. Era La Mirada de aquella primera noche en el bar Danny's Suds and Sports. La atracción definitivamente era mutua desde entonces. Dylan sólo había necesitado un poco de tiempo para darse cuenta.
—Sí, supongo que tienes razón —dijo Noah. Pero antes de que Alec pudiera celebrar su victoria, la voz de Noah bajó una octava—. Pero no estoy seguro de que eso te proteja mucho, Alec.
«Mierda». Noah siempre iba a la yugular.
Alec luchó contra la necesidad de cerrar los ojos e hizo caso omiso de las dudas aullando en su cerebro.
Se apartó el cabello de la cara. —Mira, escucho lo que dices —dijo Alec. Entre más descubría de Dylan, más eran las piezas del rompecabezas que faltaban—. No voy a discutir contigo acerca de los riesgos. Pero...
Tyler volvió a entrar en la sala y colocó el segundo paquete de galletas en la mesa de café. Alec continuó, a pesar de la presencia de su ex.
—En este momento estoy eligiendo estar con Dylan. —Alec miró fijamente a los ojos a Noah, negándose a apartar la mirada primero—. Y no necesito más sermones de ti.
Alec envió a su amigo una pequeña sonrisa para aliviar el filo de sus palabras.
Con un suspiro que rayaba en lo melodramático, Noah tomó la tabla de quesos. —Bien —dijo, cortando un pedazo de queso Gouda(20)—. Pero cuando todo se vaya al infierno en una costosa bolsa de mensajero, voy a encontrar nuevas y creativas maneras de decir te-lo-dije. Sobre una base diaria. Durante el resto de tu vida.
La mirada de Noah se mantuvo firme. —Lo que significa que todas las mañanas soportarás una llamada de atención mía en la que te recordaré porqué debes seguir el consejo de tus amigos.
—Otra buena razón para tener el número de Noah bloqueado —dijo Tyler.
Alec le dio a su ex una pequeña sonrisa, agradecido por la pérdida de la hostilidad y lo que parecía ser un regreso a su apoyada relación colegial. Con un poco de suerte podrían volver a aprender a ser amigos. El haberse enfrentado con firmeza a la bien intencionada intromisión de Noah le hizo sentir que también había conseguido un importante logro.
Alec no tenía idea de cuánto tiempo Dylan seguiría con un status quo que consistía en un fácil compañerismo, buen sexo, y cero hablar de lo que significaba la situación.
Por ahora, Alec tenía la intención de sentarse y dejar que Dylan marcara el ritmo.
19 Seis grados de separación, es una hipótesis que intenta probar que cualquiera en la tierra está conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios, conectando a ambas personas con solo seis enlaces, representado por la frase popular el mundo es un pañuelo.
20 Gouda, queso semi suave Holandés.
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