El Novio De Reserva

Capitulo Ocho 


Dos semanas más tarde, Dylan estacionó su motocicleta 
frente a la Clínica Front Street.
Jesús, se estaba convirtiendo en la pegajosa novia psicótica. 
Pero, maldita sea, no estaba acechando a Alec. Después de 
días de no contacto, Dylan simplemente había ido a preguntarle a Alec si había cambiado de opinión acerca de la carrera de póker. De 
hombre a hombre. De amigo a amigo. 


Nada de cosas de chica tonta en eso en absoluto.
Desmontó, haciendo una pausa antes de que le diera vuelta al 
soporte y patearlo hacia abajo. El barrio bordeaba las fronteras de lo cuestionable, así que él empujó su motocicleta encima de la 
acera, agradecido de que había conducido su Yamaha automática en lugar de algo que él valorara más. Una gran RV estaba aparcada 
en la calle lateral, las palabras Unidad Médica Móvil en letras rojas por un lado.
Después de unos segundos de deliberación, Dylan dejó su 
motocicleta por el lado derecho de la entrada del edificio y abrió la puerta principal. Hecho con el básico, gris aburrido, la oficina apenas cumplía con la normas para ser funcional. Linóleo 
desgastado. Mobiliario básico. Las paredes eran otro espacio en blanco excepto por unos pocos carteles que proclamaban la 
importancia de usar condones.
Dylan pasó por la sala de espera vacía y se dirigió a la 
recepción. Una señora de mediana edad estaba sentada frente a una computadora, su cabello entrecano estaba peinado hacia atrás. 
Las mangas holgadas de su uniforme se agitaban desde sus hombros mientras sus dedos volaban sobre el teclado.
Sin siquiera levantar la vista, dijo: ─¿Puedo ayudarle?
─Tengo que hablar con el doctor Johnson.
─¿Tiene una cita?
─Uh, no ─dijo Dylan─. ¿Podría decirle que Dylan Booth está 
aquí para verlo?
Sus dedos finalmente se detuvieron haciendo chasquear el teclado antes de quitarlos, y le disparó a Dylan una mirada letal que probablemente ella había pasado años perfeccionando. Dylan 
adoptó su sonrisa más encantadora. Desafortunadamente, estaba 
menos que impresionada.
Se asomó por un lado de su hombro antes de que regresara aquella fiera mirada hacia él. ─La entrada no es una playa de estacionamiento.
─¿Huh?
─Eso es una entrada. ─Cuando Dylan simplemente parpadeó 
confundido, ella continuó como si estuviera participando en un concurso de ortografía─. E-N-T-R...
─Sé cómo se escribe entrada ─dijo Dylan con sequedad.
Hombre, la dama dragón era un cliente difícil. 
Sonrió de nuevo. ─Si pudieras hablar con el doctor 
Johnson...
─Lo siento, pero tendrá que hacer una cita. 
Ella volvió su atención a su ordenador con más 
concentración de la que un viernes a las cinco de la tarde se merecía. O era una empleada excesivamente dedicada o estaba mandando a volar intencionalmente a Dylan. Mierda, mucho más 
de esto y su ego podría empezar a tomar todos esos rechazos 
personalmente.
Dylan apoyó los codos sobre el mostrador. ─Simplemente 
dígale al doctor Johnson que su novio está aquí ─dijo Dylan y 
sintió la inequívoca satisfacción de ver la expresión de la dama dragón congelarse.
La vista definitivamente había valido la pena el riesgo de que 
Alec considerara a Dylan como el novio de reserva que no se iba.
─¿Podría decirme su nombre otra vez? ─preguntó ella.
Su sonrisa se hizo más grande. ─Dylan Booth. D-Y-L...
─Está bien, está bien. ─La dama dragón empujó su silla con 
rodachinas hacia atrás desde su escritorio─. No hay necesidad de ser un sabelotodo. ─Agitó la mano hacia la sala de espera vacía que consistía en una docena de sillas plásticas y mesas con montones de revistas─. Toma asiento.
Dylan le disparó su sonrisa más encantadora. Otra vez. 
─Gracias.
Ella levantó los ojos hacia el cielo en una expresión de que- 
pedazo-de-mierda.
Quince minutos más tarde, Dylan se removía en el duro 
asiento. Había pensado un montón de cosas últimamente y llegó a la conclusión de que, por primera vez en su vida, tenía remordimientos. O más exactamente, un enorme remordimiento. 
Lo que era una sensación extraña después de su antiquísimo compromiso a vivir en el presente ─debido a que su pasado lo jodía. Eso era un hecho. Y no podía joder su futuro porque ella era 
una perra voluble.
Sin embargo, no podía esquivar más la verdad. Él estaba 
hecho un real lio. Por mucho que había disfrutado del sexo que altera profundamente la vida, se dio cuenta que extrañaba la compañía de Alec mucho más, suficiente sería con que pudiera cambiar sus in-jodidamente-creibles recuerdos sólo para tener a Alec devuelta en su vida.
Como alguien que apreciaba el buen sexo y felizmente pasaba 
la mayor parte de su tiempo libre solo, la idea era jodidamente preocupante.
─¿Dylan?
Dylan miró hacia arriba e hizo todo lo posible para evitar que se le escapara un gemido. ¿Cuántas conversaciones iba a tener que sufrir antes de poder hablar con Alec?
Tyler estaba de pie frente a él. Su negro cabello liso, justo le 
llegaba hasta la parte superior de sus orejas, y el hombre lo miraba atento, toda emoción cuidadosamente atrincherada detrás de aquellos helados ojos grises.
─Estoy aquí para ver a Alec ─dijo Dylan.
«Bueno, duh, no me jodas, Sherlock»
Una pequeña sonrisa apareció brevemente en el rostro de 
Tyler. ─Me lo imaginaba ─dijo─. Sé que la relación comenzó en falso. Pero ustedes dos parecían ir muy en serio al final de la fiesta de Noah.
Dylan ya había decidido no pensar demasiado en aquél 
recuerdo en particular.
Los pantalones de vestir de Tyler, su corbata y camisa de 
botones lo hacían ver resueltamente profesional. Y, por primera vez, Dylan estudió el cuerpo atlético de Tyler. El tipo claramente tomaba su entrenamiento en serio. Dylan podía apreciar por qué 
Alec había conectado con su colega. Pero, por más que lo intentó, Dylan no podía comprender por qué Tyler se había mudado. Y aunque Dylan prefería vivir solo, compartir una casa con Alec debió haber sido increíble.
─Asumí que tú y Alec habían decidido dar por terminado 
todo. ─Tyler continuó.
Dylan se removió en su asiento, odiando la naturaleza 
perceptiva del ex de Alec. ─¿Qué te hizo pensar eso?
─Su habitual buen humor se ha visto obligado a tomar un 
permiso de ausencia.
Y mientras Dylan se sentía mal porque Alec se sintiera infeliz, 
por otro lado... 
Gracias a Dios, Dylan no era el único que sufría aquí.
─Tuvimos un... ─Dylan frunció el ceño. ¿Cómo podría 
explicar la BFF ruptura? Eso no sería delicadamente femenino. 
No, del todo. Se aclaró la garganta antes de continuar─. Tuvimos un pequeño desacuerdo. Pero estoy aquí para arreglar eso.
Y si Dylan era absolutamente honesto consigo mismo ─algo 
que había evitado de forma más agresiva de lo habitual en los últimos tiempos─ una parte de él se preguntaba si Tyler era la razón para que Alec ya no quisiera ser amigo de Dylan. Debido a que la reconciliación con su ex iba a ser mucho más difícil con el novio de reserva convertido en un-ligue-de-una-noche dando vueltas alrededor.
El ceño de Dylan se hizo más profundo.
─¿Estás seguro que arreglar las cosas entre ustedes sea lo 
más sabio? ─preguntó Tyler.
No, no estaba jodidamente seguro de nada, salvo que nada de eso era asunto de Tyler.
─Sí ─dijo Dylan─. Pienso que es un brillante plan.
─Creo que tienes el potencial de hacerle daño de verdad 
─dijo Tyler.
Dylan soltó un bufido de... algo. Molestia, quizás, por estar ante el ex de Alec. O quizás el sonido reflejaba confusión general dirigida a sí mismo. ─Esa es una afirmación sorprendente viniendo del hombre cuyo abandono hizo a Alec tan miserable.
Tyler ni siquiera parpadeó, y Dylan lo miró a los ojos por pura terquedad.
─Posiblemente no puedas entender por qué realmente me fui. De hecho ─un aire gélido entró en el tono de Tyler, haciendo juego con esa infernal, mirada imperturbable─, tampoco lo haría Alec.
¿Qué diablos significaba eso?
Y después de un brusco gesto de adiós, Tyler salió por la puerta principal, claramente cabreado con esta conversación tan incómoda. Otros diez minutos pasaron mientras Dylan esperaba. ¿Debería irse? ¿Dónde estaba Alec? Quizás él no quería ver a Dylan, y esta era una manera pasivo-agresiva de decirle que se perdiera.
Sintiéndose cada vez más inquieto, tomó una revista People y se volcó sin rumbo a través de las páginas. Voces provenían desde el pasillo. En caquis y un jersey, Alec dio vuelta a la esquina, sosteniendo la mano de una pequeña niña, con una mujer de aspecto cansado, de mediana edad, a su lado. La visión envió las cejas de Dylan hasta la cumbre.
La mirada de Alec se encontró con la de Dylan, y Alec le dio una leve inclinación de cabeza. Pero su atención se mantuvo en la pequeña familia. La niña saltaba sobre sus pies, a veces balanceándose en el brazo de Alec. Pero él siguió hablando con calma con la madre, completamente despreocupado de estar siendo utilizado como un columpio.
Por último, Alec le dio la mano a la mujer al despedirse y le revolvió la cabeza a la niña. Ella se rio en respuesta, y Dylan notó las arrugas de alegría alrededor de los ojos de Alec. Las mismas arrugas que se le habían formado cada vez que había arrancado la Harley.
El pecho de Dylan dio un ridículo tirón ante el recuerdo.
Después de mostrarles a sus pacientes la salida, Alec se acercó a Dylan. ─Martha dijo que mi novio vino a verme.
Por su vida, Dylan no podía recordar por qué había pensado que ver la reacción de la dama dragón tenía prioridad sobre la temida etiqueta de novia pegajosa ante Alec.
─Uh, Sí. ─Dylan dejó la revista en la mesa, tratando de decidir si el momento era incómodo o no─. Sobre eso...
─Ella no parecía creer en tu reclamo.
Las arrugas alrededor de los ojos divertidos de Alec reaparecieron, y Dylan se relajó un poco.
─Hombre, todo el mundo ve a través de mí. ─Dylan sonrió─. Supongo que eso me hace un pésimo novio de reserva.
Una risita escapó de Alec. ─Tuviste tus momentos.
Esta vez la pausa fue definitivamente incómoda. Los recuerdos de esos momentos se congregaron en los espacios vacíos entre ellos, absorbiendo todo el oxígeno de la sala de espera vacía. Recuerdos de Alec arrodillado a los pies de Dylan, Dylan a cuatro patas delante de Alec...
Jesús, eso no estaba ayudando con el ambiente incómodo.
Alec se metió el cabello detrás de las orejas. ─¿Qué te trae por aquí?
«Dile la verdad. Dile que quieres remediar lo que pasó»
Dylan abrió la boca, pero en el último momento, perdió el valor y tomó el camino de los cobardes.
─Noah me está volviendo jodidamente loco.
Una sola ceja en la cara de Alec se elevó más.
Dylan se puso de pie, caminando unos pasos con la esperanza de aliviar la tensión. ─Está cambiando la carrera de póker por todas partes.
─Está bien ─dijo Alec, arrastrando las vocales─. Pero él está a cargo este año.
Arando con la mano a través de su cabello, Dylan dijo: ─Lo sé. ─Se giró hacia Alec y dejó caer su brazo a su costado─. Pero ahora quiere que todo el asunto de la carrera sea en equipo. Lo cual es una tonta idea ridícula. Y la comida siendo servida en cada parada es jodidamente raro.
Mirándolo intensamente, Alec le preguntó: ─Dylan, ¿por qué estás aquí en realidad?
Dylan metió las manos en los bolsillos traseros de sus jeans, corriendo a través de su respuesta en su mente. Mientras el quinto aniversario de la carrera de póquer lentamente se acercaba, la ansiedad de Dylan crecía. Cinco años sin su mejor amigo se sentía como un hito ─un hito realmente deprimente. Los oscuros pensamientos reprimieron la molestia que le dejaba la verdadera respuesta a la pregunta de Alec y las palabras que llenaban el pecho de Dylan, con ganas de salir.
«Porque quería volver a verte»
«Porque extrañaba tu compañía»
«Porque te necesito como un amigo»
Joder, la espeluznante melancolía estaba seriamente haciendo mierda su cerebro.
Todo lo que Dylan podía idear era bastante cojo. ─Vine porque esperaba convencerte en ser el quinto en mi equipo para la carrera de póker.
─Dylan ─Alec dejó escapar un suspiro─. Creo que...
─Manos quietas, píes al piso. ─Dylan levantó sus brazos, con las palmas hacia Alec, como si estuviera haciendo una solemne promesa con las dos manos─. Lo prometo. Además, no querrás perder la oportunidad de disfrutar de todo el duro trabajo de Noah, ¿verdad?
Dylan no estaba seguro de por qué conseguir que Alec corriera junto a él durante el evento se sentía tan importante. Más importante que el trabajo. Más importante incluso que la propia carrera de póker.
─Vamos, Alec. ─A pesar de la urgencia golpeando su paso a través del cerebro de Dylan, le envió a Alec una sonrisa relajada, con la esperanza de aliviar la tensión en otro momento─. ¿Tienes algo mejor que hacer el próximo fin de semana?
Los labios de Alec se fruncieron. ─En realidad, no.
─Bueno ─dijo Dylan, abalanzándose sobre la admisión como si Alec hubiera dicho que sí. Era mejor simplemente seguir adelante─. Cuento con que me encontraré contigo en el punto de partida.
Alec vaciló, viéndose como si estuviera a punto de protestar, así que Dylan rápidamente continúo. ─Confía en mí, no querrás perderte de ver a Noah vestido con su caliente camiseta rosa con las palabras Reina del Drama a Cargo.
Alec se rio, sus ojos se arrugaron en las esquinas, y Dylan sonrió con su primera sonrisa de verdad desde que llegó a la Clínica Front Street.
La dama dragón apareció al salir del pasillo, una bolsa grande colgada sobre los hombros. ─Buenas noches, Alec.
─Buenas noches, Martha ─dijo Alec─. Nos vemos el lunes.
Cuando la mujer entrecerró los ojos hacia Dylan, él sonrió. ─Cuidado, no vayas a tropezar con esa motocicleta estacionada en la entrada ─dijo Dylan, disfrutando de las dagas visuales que fueron lanzadas en su dirección─. Y gracias por tu ayuda.
Martha soltó un resoplido mientras pasaba y se abría paso por la puerta principal.
─Los buenos empleados son difíciles de encontrar ─dijo Alec torciendo irónicamente sus labios─. La próxima vez que vengas a saludar, me sentiría terriblemente agradecido de que no cabrearas a mi personal.
Las palabras la próxima vez que resonaron en la cabeza de Dylan, sintiéndolas casi como una victoria y aliviando la tensión acumulada durante estas dos semanas en su pecho. ─Claro que sí, hombre. Lo que tú digas.
Alec vaciló. ─Hay un partido de fútbol esta noche.
En lugar de interrumpir, esta vez Dylan sabiamente mantuvo la boca cerrada, sintiéndose esperanzado mientras Alec continuaba.
─Ole Miss contra Vanderbilt ─dijo Alec─. Va a estar bueno. ¿Quieres ir a cenar y ver el partido?
Dylan le sonrió a Alec, la real victoria era oficial. ─Por supuesto.
El día de la Quinta Edición de la Carrera Conmemorativa de Póker en Motos Clásicas comenzó con un amanecer glorioso y el buzz, buzz, buzz del celular de Alec contra su mesita de noche. Apenas sofocó un gemido. No había necesidad de comprobar el número para saber quién le llamaba.
─Mamá. ─La almohada de Alec amortiguaba su voz mientras respondía─. Son las cinco en punto de la mañana.
Durante la pausa que siguió, Alec imaginó la cara de ella sin expresión y el subtexto en su comentario completamente perdido con su madre.
Lo intentó de nuevo. ─Y es sábado.
La información agregada no pareció ayudar.
Alec se movió a una posición más cómoda en la cama. ─¿Por qué estás levantada tan temprano?
─Estoy trabajando en un artículo que estoy escribiendo para el Journal of Nanoscience and Nanotechnology(19).
Como de costumbre, una punzada de culpabilidad siguió. No podía culpar a su madre por ser, bueno, ella. Al igual que su padre, era una investigadora brillante y una geek total, pero amorosa a su muy extraña manera. Ella ni se inmutó cuando a la edad de dieciséis años, Alec anunció que era gay. Había pasado meses trabajando en reunir el valor para salir del closet frente a su familia, y su reacción había sido muy decepcionante. De repente, no podía dar la vuelta sin ser inundado con panfletos de apoyo y datos y cifras sobre los adolescentes gay, todo cortesía de su madre.
Ella había aplicado la misma energía a la derogatoria del DOMA y la Proposición 8.
─¿Qué hicieron tú y papá durante la noche? ─preguntó Alec.
─Preparar nuestra presentación para la Conferencia de Nano Fundamentos y Aplicaciones del próximo mes.
─¿Algo más? ¿Cómo algo que no implique trabajo?
Dos segundos pasaron antes de que ella le contestara. ─Conseguimos comida china para llevar.
─Suena... ─Extraordinario para comer de cena─. Excelente.
Cómo sus padres habían encontrado la manera de salir de sus respectivos laboratorios, mucho menos haberse conocido y casado, Alec nunca lo sabría. Afortunadamente, él y su hermano se habían librado de heredar sus torpes habilidades sociales.
Y entonces Alec recordó como se había quedado completamente mudo delante de Tyler ese día en su garaje. Y como la proximidad de Dylan en la fiesta había convertido a Alec en un necio charlatán.
Está bien, así que quizás él se había librado de la mayoría de las torpes habilidades sociales de su madre.
─Llamaba por la ceremonia de entrega del premio ─dijo─. Puesto que Tyler y tú son los ganadores, tu padre y yo nos estamos tomando tiempo libre el sábado para conducir y asistir.
─Será bueno verlos a los dos ─dijo Alec.
─Teníamos la esperanza de tomarnos antes unas copas contigo y Tyler.
Alec reprimió un gemido mientras apoyaba los codos en el colchón y frotaba el sueño de los ojos.
Una visita de sus padres era rara, pero no desagradable. Cada pocos meses o así, Alec y Tyler se subían en el auto y hacían el viaje de cinco horas a Los Angeles para verlos. Tenerlos aquí sería un buen cambio.
Excepto por el pequeño detalle de que él y Tyler ya no eran pareja.
─Mamá, tú sabes, Tyler y yo terminamos.
Y decirle a su madre acerca de la separación había sido una de las cosas más difíciles que jamás había hecho.
Odiaba decepcionarla.
─Tú mismo lo dijiste, Alec. Siempre hay esperanza.
«Esperanza»
Mientras su madre divagaba acerca de las estadísticas relativas a las rupturas y las reconciliaciones ─y Cristo, ¿dónde había encontrado ella todos esos datos?─ Alec observó a través de la ventana de su dormitorio, como el amanecer reclamaba el cielo, la esfera ardiente dominando poco a poco el horizonte.
El viernes hace una semana, había comenzado el día de mal humor, extrañaba a Dylan más de lo que jamás había imaginado. Aun así, había estado convencido de que alejarse había sido la decisión correcta. Tratar con Tyler y la atmosfera tensa en el trabajo le había proporcionado un recordatorio diario de lo mucho que las relaciones podrían hacer mierda su mente. Y lo de ellos había sido bastante sencillo, no la versión desastrosa como la de Alec y Dylan. Así que Alec se había mantenido firme en su decisión de permanecer lejos del hombre.
Cuando Dylan pasó por la clínica luciendo tan bien como siempre, Alec no se había preparado para la mirada esperanzada en el rostro de Dylan. La expresión le hizo creer a Alec que también Dylan lo había extrañado y estaba muriendo por tenerlo de vuelta como un amigo.
Y Alec había cedido.
Desde entonces habían caído nuevamente en el ritmo familiar de hablar de motocicletas y reparaciones y fútbol, discusiones generales que no significaban nada, y sin embargo, al mismo tiempo, lo significaban todo. Alec se mantuvo alejado de todas las conversaciones que involucraban el aspecto físico de su relación. Tuvo cuidado de no tocar accidentalmente a Dylan, y si el recuerdo ocasional alzaba su persistente cabeza, Alec empujaba la imagen a un lado. La situación no era perfecta, pero espantaba la miseria de esas dos semanas completamente solo. Y Alec ansiaba pasar este fin de semana con Dylan.
Probablemente más de lo que debería.
─¿Alec?
Se obligó a regresar su atención de nuevo hacia su madre.
─¿Están Tyler y tú trabajando las cosas? ─prosiguió.
Mierda. Se pasó una mano por la cara. Su madre adoraba a Tyler. ¿Cómo podría Alec decirle que el hombre tenía un nuevo novio? ¿Cómo podría Alec decirle que no podía dejar de pensar en otra persona?
No quería decepcionar a su madre de nuevo, especialmente después de todo lo que había hecho por él.
─No realmente ─dijo vagamente─. Pero me encantaría que tú y papá lleguen antes de la ceremonia.
Necesitaba estar más preparado antes de que compartiera la noticia sobre Tyler. Acerca de Dylan. Acerca de sí mismo. Diablos, él necesitaba averiguar la verdad antes de que pudiera explicarle los hechos a alguien más.
Dos horas más tarde, Alec estaba parado en el enorme estacionamiento, y desconectando el parloteo de los motociclistas en distintas etapas de preparación, recitó silenciosamente las razones por las que necesitaba mantener una actitud casual alrededor de Dylan. A pesar de la luz del sol, las temperaturas de la madrugada todavía se aferraban al aire, y por ello había cerrado la cremallera de su ceñida chaqueta de carreras para protegerse del frío. Pero no tenía porqué haberse molestado ya que Dylan se detuvo junto a él y se estacionó. El resultante repiqueteo de placer creaba un destello de calor que hacía sentir a Alec sobrecargado, y a su piel eléctrica.
Maldita sea.
—¿Estás listo? —Dylan se quitó el casco, los picos suaves de su cabello tenían un aspecto especialmente rebelde hoy.
Alec ansiaba suavizar las hebras, por lo que empuñó su mano a su costado. Dylan parecía completamente relajado y no afectado por la presencia de Alec. La actitud relajada trajo a su mente las palabras de Dylan en la cocina de Alec esa fatídica mañana...
«... Sólo pretende que lo de anoche nunca sucedió.
—¿Puedes hacer eso?
—Absolutamente.»
Alec tragó con fuerza, haciendo el recuerdo a un lado. —Tan listo como puedo estarlo. ¿Cuáles son las reglas para la carrera de hoy?
—Cada miembro del equipo recoge un naipe en los puntos designados a lo largo del camino. El equipo con la mejor mano en cada parada recibirá una ronda gratis de bebidas esta noche. Hay dos paradas hasta el destino final de hoy y dos paradas en el camino de vuelta mañana. Pero el fin de semana es realmente todo acerca de las motocicletas.
Los ojos de Alec fueron hacia la Ducati Monster rojo cereza de Dylan, una moto que parecía como si trecientos kilómetros por hora de velocidad no sólo eran posibles, sino inevitables. —¿Cuántas motos tienes?
—Siete —dijo Dylan—. Pero he estado mirando varias Triumph TR5 Trophys en venta. Siempre he querido una moto como la de James Dean. Deberías sacar algo tiempo para ir conmigo y revisar una.
Divertido, Alec le dijo: —¿Has pensado en terapia para tu obsesión?
La sonrisa de Dylan ante su comentario casi hizo que Alec se hiciera encima. —Absolutamente no.
Quince minutos y varias palabras motivacionales internas después, Alec siguió a Dylan para reunirse con sus tres compañeros de equipo en la línea de partida. Con casi ciento cincuenta participantes, las motos se formaron en grupos, el rugir de los motores, creaban un impresionante estruendo. Cuando llegó su hora, Alec siguió a Dylan a la carretera, disfrutando de la sensación de su Harley. El motor ronroneaba como un león satisfecho desde su afinación. Rápidamente se establecieron en un ritmo en la carretera, el equipo de cinco hombres de Dylan se juntó.
Charlie, un pelirrojo bombero de mediana edad proveniente de Sacramento tomó la delantera. Seguido por su hermano Rob, quien era una versión más delgada, menos peluda y más joven de Charlie. Después de Rob venía James, un contador de Redlands que se parecía a... bueno, a un contador. Llevaba gafas de montura metálica, y su personalidad era menos ruidosa que la de Charlie y su hermano.
Dylan y Alec cerraban la marcha, montando uno al lado del otro, en una posición cómoda. Ya habían aprendido los hábitos de cada uno lo suficientemente bien para anticipar las reacciones del otro.
Y a pesar de los sentimientos encontrados de Alec, estar de vuelta en la carretera con Dylan se sentía bien.
En el momento en que llegaron a la primera parada del día, la temperatura fría se había disipado, el sol se reflejaba en las filas de motos aparcadas. En el centro de un enorme campo, una gran carpa se había erigido y estaba llena de mesas.
Se estacionaron, y Alec siguió a Dylan hacia el área de descanso improvisado. El tiempo pasado en carretera debió haber cercenado la fuerza de voluntad de Alec porque no podía apartar la mirada del culo de Dylan. Seguramente Jacob Davis y Levi Strauss habían imaginado específicamente la forma de Dylan cuando habían creado los jeans azules.
Afortunadamente, una voz sacó a Alec de sus pensamientos traidores.4
—Ustedes dos, quédense ahí.
Entre el mar de cuero, botas y chaparreras de motociclista, junto con los que vestían ropa de carreras, Noah se acercó en una camiseta rosa neón. Dylan no había exagerado. Las palabras Reina del Drama a Cargo estaban estampadas en el pecho de Noah.
Noah hizo un gesto hacia el enjambre de motociclistas que se divertían. —¿Qué piensas?
En un extremo de la gran carpa, una mujer en un vestido de noche se subió a un pequeño escenario, tomó el micrófono y comenzó a hablar. La voz era definitivamente masculina.
Dylan se quedó mirando a la drag queen. —Pienso que...
La música de piano llenó el aire, y el intérprete comenzó a cantar a todo pulmón "I Will Survive" de Gloria Gaynor. Cinco segundos llenos de música pasaron antes de que Dylan pareciera lo suficientemente recuperado como para hablar.
—Jesús, Noah —Dylan gruñó con rudeza.
Lo cual, al parecer, arrebató ligeramente la capacidad de Dylan para formar palabras. Así que Alec respondió a la exageradamente inocente expresión de ¿Qué? en la cara de Noah.
—Es un poco demasiado para un sábado en la mañana en medio de la nada —dijo Alec.
La cantante golpeó en una ensordecedora nota alta, y Dylan, finalmente, se recuperó de su estado apoplético.
—No hay ni siquiera una cerveza para apagar los sentidos.
—Conoces las reglas —dijo Noah—. Tú las hiciste. No beber durante la carrera. Y Destiny's Bitch es una de las atracciones más populares del Área de la Bahía.
Dylan le disparó a Noah una mirada escéptica.
Pero después que Destiny's Bitch golpeó otra nota alta, y Alec silenciosamente agradeció a Noah por elegir vasos de plástico en lugar de los de vidrio, un camarero llevando a juego una camiseta rosa neón con las palabras Little Minion pasó con una bandeja de aperitivos delicadamente arreglados. Noah extendió la mano y agarró dos.
La mirada consternada de Dylan era casi cómica. —¿Qué es eso?
—Los refrigerios de hoy, donados por mi restaurante favorito, es una fina rebanada de manzana verde con prosciutto, queso de cabra y rociados con miel. —Noah hizo tronar uno en su boca y le ofreció el otro a Dylan—. Prueba uno. Son deliciosos.
Dylan se quedó mirando lo ofrecido con horror. —Tengo que ir a hablar con... con... alguien.
—Si haces eso, hermoso —dijo Noah antes de pasar su atención hacia Alec—. Alec y yo vamos a ponernos al día.
Aunque las palabras eran benignas, el tono en la voz de Noah creó un puñado de tensión en las entrañas de Alec. Afortunadamente, Noah permaneció en silencio mientras Dylan se retiraba, abriéndose paso entre la multitud. Desafortunadamente, Alec no apartó su mirada del culo de Dylan con la suficiente rapidez.
Noah miró a Alec sin decir una palabra y, a pesar de la brisa fresca, el calor se arrastró por la espalda de Alec hasta arriba. Se obligó a mantener la calma y metió las manos en los bolsillos de sus jeans.
—Dylan me pidió que fuera el quinto para su equipo. Así que en cierto modo —dijo Alec—, es tu culpa que esté aquí.
Noah simplemente le lanzó una mirada que gritaba pura mierda.
—Sólo somos amigos, Noah.
La expresión de Noah no cambió.
Alec volvió a intentarlo. —No hay nada más.
Noah finalmente soltó un bufido. —No hay un solo hombre gay en el mundo que no quiera mucho más que eso de Dylan Booth. Probablemente algunos heteros también.
Alec inclinó la cabeza, un pensamiento repentinamente se le ocurrió. Todo este tiempo había asumido que las castigadoras palabras de Noah habían sido en respuesta a la posibilidad de que Alec saliera lastimado. Ahora se preguntaba por quién, exactamente, Noah se preocupaba más.
—¿Eso te incluye a ti? —preguntó Alec.
—Oh, Dios mío. —Noah inclinó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada, sacudiendo los pensamientos anteriores de Alec—. ¿Estás celoso?
—No —dijo Alec, aunque una parte de él consideró la posibilidad. Los dos hombres eran claramente demasiado cercanos. Y Alec no estaba tan delirante para negar su ardiente curiosidad acerca de Dylan Booth. Alec sospechaba que Noah sabía más sobre Dylan de lo que él demostraba—. No estoy celoso. Pero pensé que quizás tú lo estabas.
Noah resopló. —Estoy demasiado familiarizado con Dylan como para causarme a mí mismo semejante dolor de cabeza.
Dolor de cabeza.
Antes de que Alec pudiera procesar sus pensamientos, Dylan vagó de nuevo en dirección a ellos, viéndose un poco más relajado ahora que Destiny's Bitch estaba tomando un descanso. Alec miró distraídamente hacia la multitud y con poco entusiasmo escuchó mientras Dylan comenzó a discutir la ruta de mañana.
¿Dylan esperaba que sucediera más entre ellos dos? Hasta ahora había cumplido fielmente su promesa de mantener las manos quietas. De hecho, se veía tan poco afectado que Alec había empezado a reconsiderar el discurso del día después de Noah. ¿Alec había sido "la mano", una manera conveniente para que Dylan se corriera? Quizás Dylan sólo pasó por un momento de bi-curiosidad.
Un dolor acampó detrás del corazón de Alec. Observó a Dylan tomar un trago de su botella de plástico, una gota de agua deslizándose por el cuello de Dylan y cayendo profundamente hasta la base de su garganta. Una posición perfecta para pasar la lengua de Alec. Sacudió la cabeza para despertarse de su estupor.
¿Qué era lo que le pasaba? Dylan parecía no quererlo más. Se suponía que Alec no debería desear a Dylan.
Cristo, ¿por qué había accedido a venir hoy?
El pelirrojo Rob se acercó furtivamente al lado de Dylan con un aperitivo en la mano. —¿Alguien sabe dónde puedo conseguir más de estas cositas de manzana?
Noah miró a Rob de arriba abajo antes de enviarle al hombre una brillante sonrisa. —Yo estaría encantado de mostrarte.
—Fantástico —dijo Rob con una sonrisa.
Alec observó a Noah escoltar al hombre y obligó a su mirada a permanecer sobre ellos, a pesar de la inquietante proximidad de Dylan.
—¿Deberíamos advertirle a Rob que Noah probablemente caerá encima de él? —Alec dijo, finalmente, arriesgándose a echarle una mirada a Dylan.
—No. —Sonriendo, Dylan estudió a los dos hombres mientras desaparecían entre la multitud—. ¿Por qué arruinar la sorpresa? —Con apenas un vistazo en dirección a Alec, continuó—: Vamos por nuestra carta de juego.
Y mientras seguía a Dylan, Alec se centró en la multitud que lo rodeaba. Tenía que dejar de buscar el retorno de La Mirada. Tenía que dejar de preguntarse si volvería a aparecer en los ojos de Dylan.
Más importante aún, Alec debía averiguar qué haría si lo hiciera.

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