Infierno Ardiente

Capitulo Seis


Gray se despertó, una luz brumosa se filtraba en la tienda. Se levantó sobre un codo y miró hacia abajo a un Dale adormecido. La 
comprensión entonces lo golpeó. Había jodido con ellos dos anoche. 
Y él no había tomado un cambio de guardia. 


Scotty estaría probablemente enojado con él. Con cuidado, se apartó de Dale, con la esperanza de no despertar al hombre. Tan pronto como se puso de pie, buscó su ropa. El semen todavía goteaba 
de su culo, pero no tenía tiempo para preocuparse por ello. Se puso los pantalones vaqueros y las botas, y salió de la tienda con la camisa en la mano. 
Una vez que estuvo fuera de la solapa de la tienda, alzó la vista hacia donde estaba sentado Scotty. Él miró en su dirección y le frunció el ceño, antes de mirar hacia el frente al nuevo amanecer.
Gray caminó sin prisa mientras se ponía su camisa y se detuvo a un paso de Scotty.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí afuera?
Scotty levantó la vista de nuevo, la ira en su rostro. —¿Por qué eso importa ahora?
—Lo siento. No fue mi intención dejarte aquí afuera toda la 
noche.
Scotty se rio con sarcasmo. —Estabas un poco ocupado jodiendo a Dale. No quería interrumpir.
Gray se detuvo, las palabras en la punta de la lengua. ¿Habían sido celos lo que había escuchado? —¿Tienes un problema con el hecho de que me lo follé?
Scotty se puso de pie y se enfrentó a Gray. —¿Por qué lo tendría, Grayson?
—Creo que a estas alturas finalmente puedes llamarme Gray.
—¿A estas alturas?
—Ya que me conoces sexualmente.
Scotty frunció el ceño. —No sé de lo que estás hablando.
Gray frunció el ceño. —¿Vas a negarlo a la luz del día?
—No soy gay —escupió Scotty—. Yo no jodo a los hombres.
La boca de Gray se abrió. No sabía qué decir a eso. Estaba 
sorprendido y un poco triste de que el hombre negara su noche juntos. Mirando a los enfurecidos ojos de Scotty, sintió una pequeña 
preocupación de miedo.
Dale salió de la tienda, abrochándose los pantalones vaqueros. 
Miró a los dos y sonrió a Gray. —Encendamos un fuego ahora que el sol está subiendo. Necesito café.
—Hazlo tú mismo —escupió Scotty antes de pasar rosando a Gray, y luego Dale, antes de sumergirse en la tienda.
Dale se acercó a Gray, mirando por encima de su hombro a la 
tienda. Se giró tan pronto como estuvo cerca. —¿Por qué fue eso?
—Él niega que tuvimos sexo anoche porque él no es gay.
La cabeza de Dale se levantó mientras su boca se abría. — 
Sospechaba que podría haber problemas esta mañana.
La duda inundo a Gray. —Él fue el primero en la tienda, 
¿verdad?
Dale asintió. —Sí. —Dio un paso más cerca de Gray y presionó 
sus labios contra los de Gray—. Y nos guardamos lo mejor para el final.
Una sonrisa se extendió a lo largo de los labios de Gray. Al 
menos uno de ellos aceptó lo que pasó anoche.
Dale beso a Gray de nuevo, esta vez más profundo y más duro. 
Gray podía saborear la necesidad en los labios del vaquero, y los arañazos de su barba, le dejaban la cara en carne viva igual que la 
necesidad que ahora sentía. Cuando Dale lo acercó más, Gray también pudo sentir la dura polla de Dale, lista para más amor.
—Tenemos mucho trabajo por hacer —Gray susurró contra los labios de Dale.
—No me lo recuerdes —Dale respondió antes de liberar 
lentamente a Gray. Cogió la cafetera y se dirigió hacia el arroyo—.Consigamos un poco de agua fresca y lavarnos un poco.
La polla de Gray, engrosada ya debido al beso y la necesidad 
que sentía por el hombre, se puso totalmente erecta con la idea. —Bueno.
Dale sonrió y se dirigió al agua. Gray lo siguió, tratando de 
aplacar su lujuria. Tan pronto como estuvieron junto al agua, Dale puso la cafetera en la superficie lisa de una roca de alrededor y comenzó quitándose la ropa. Se volvió hacia Gray, que sólo se quedó 
mirando a los detalles del cuerpo de Dale siendo revelados, y tratando de ignorar los gritos de necesidad que palpitaban en su pene.
—Sé que quieres lavarte después de anoche —dijo Dale con una sonrisa—. Vamos. Déjame ver tu cuerpo.
Gray respondió a la sonrisa con una de las suyas y se quitó la ropa. En poco tiempo, estaban ambos desnudos y chapoteando en la nítida agua fría. Esta apenas les llegaba más allá de sus tobillos, pero 
era suficiente para ofrecer algo de alivio a Gray. No para la lujuria que sentía, sino que la frialdad se sentía bien en su piel. 
Se dejó caer de rodillas, las pequeñas piedras que se pegaron un poco en su carne. Ahuecando el agua, la derramó sobre su culo maltratado, enjuagando algo de semen de su cuerpo.
Dale se acercó más, arrodillándose detrás de él. —Déjame hacer eso. 
Gray se congeló cuando Dale comenzó a verter agua sobre su culo y uso su mano para quitar los restos de sus relaciones sexuales.
Gray capturó la atención de Dale mientras el vaquero 
continuaba lavándolo. Calor atravesó el cuerpo de Gray cuando vio levantarse el fuerte deseo en la mirada de Dale. Miró hacia otro lado, el calor que venía de Dale era demasiado intenso.
—Me olvidé de algo —Dale susurró al oído de Gray y se puso de pie. Se acercó a sus vaqueros y rebuscó en un bolsillo antes de regresar con Gray. Levantando la mano, Dale mostró una pastilla de jabón.
Gray sonrió cuando Dale se inclinó detrás de él de nuevo. —¿Estabas planeando tenerme desnudo por aquí?
—Absolutamente —dijo Dale, con humor en su voz.
Cuando empezó a enjabonar el cuerpo de Gray, todo humor se fue de Gray. Las manos del hombre se sentían tan bien en su carne. 
La frialdad del agua no tenía ningún efecto, no cuando Dale era puro fuego sobre su piel. El vaquero enjabonó su culo antes de estirar la mano a su alrededor para enjabonarle el pecho y el abdomen. El 
calor ardía en el cuerpo de Gray, los toques sensuales eran más de lo que podría haber esperado de Dale.
Ser un pedazo de culo aquí y allá, un rápido revolcón en el heno para aliviar la soledad de la montaña ocasionalmente, todo eso era lo que Gray había sido para cualquier hombre. Tener a Dale tocándolo con lo que casi se sentía como reverencia... era casi demasiado. Gray no estaba acostumbrado a sentirse así de emocional después de una follada.
Cuando su estómago estuvo limpio, Dale siguió con la polla de Gray, agarrándola por la base.
—No tuve la oportunidad de ver esto anoche. Podía escuchar que te acariciabas tú mismo, y quería muchísimo ver tu mano frotando tu eje —dijo Dale en el oído de Gray mientras el hombre enjabonaba desde la cabeza y de regreso hacia abajo—.Quería ver qué cosa te gustaba. Qué tan duro estabas por mí.
Gray tembló en los brazos de Dale.
—¿Se siente bien eso, Gray? 
Gray asintió con la cabeza. —Sí.
—Anoche, te corriste, y no lo vi. Quiero verte venir esta 
mañana. Muéstrame.
Gray sintió aumentar la excitación. Su cuerpo se tensó, su deseo avivado por el hombre sexy y sus eróticas palabras. 
Gray sacudió sus caderas hacia delante en la mano de Dale. El 
sol siguió ascendiendo, llenando el cielo de luz multicolor. El amanecer siempre fue el favorito de Gray, y hoy, este era el mejor 
amanecer de todos. Miró hacia arriba al cielo brillante y dejo que el vaquero lo llevara más alto.
A la intemperie, donde cualquiera podría ver, Dale lo acariciaba. Estaban en medio de la nada, lejos del mundo, pero siempre había una posibilidad de que pudieran ser atrapados, incluso si fuera sólo Scotty.
Cuando su mente se desvió hacia el vaquero que lo había 
rechazado, se puso tenso. La mano de Dale se sentía bien, pero el rechazo de Scotty hizo que su deseo menguara un poco.
—¿A dónde vas, Gray? —Dale susurró en su oído—. Quédate aquí conmigo. ¿Se siente bien mi mano en ti?
—Más fuerte —susurró Gray, necesitando alejar los pensamientos rebeldes y centrarse de nuevo en el hombre guapo que lo sostenía.
Dale lamió el lóbulo de su oreja y lo apretó con más fuerza. 
También aceleró un poco el ritmo, presionando más fuerte a Gray.
—No me defraudes —susurró Dale—. O voy a tener que pegarte de nuevo.
Gray se estremeció. Las nalgadas no eran algo a lo que estuviera acostumbrado, pero lo habían puesto más caliente anoche.
—Hmm... Yo diría que te gustaron las nalgadas de anoche.
Dime, Gray. ¿Te gustó que golpeara ese pequeño y rondo culo tuyo?
Gray asintió con la cabeza hacia atrás, sobre el hombro de Dale.
—Si.
Dale empujó a Gray hacia adelante, sobre sus manos y rodillas. 
Sin soltar el pene de Gray, Dale le dio una nalgada con su mano libre. 
Un gemido brotó de la garganta de Gray justo antes de que otro golpe azotara su culo.
Durante todo el tiempo, Dale acarició su pene, añadiendo aún más placer al dolor. Gray apenas podía respirar debido al deseo corriendo por sus venas. Cada caricia de las manos callosas del vaquero lo empujaban más y más cerca del límite.
Finalmente, se vino con un grito. Dale tiró de él para enderezarlo rápidamente, mirando por encima del hombro de Gray mientras su polla disparaba otra cuerda de esperma. Esta aterrizó sobre el estómago de Gray y la mano de Dale, la cual cubría el eje mientras Dale ordeñaba más de la liberación de Gray.
—Eso fue hermoso —susurró Dale al oído de Gray. Lo empujó sobre sus manos y rodillas de nuevo y empezó a lavar el semen recién agregado. Las atenciones pronto lo pusieron duro otra vez. Era imposible sentirse así de necesitado. Se había venido tres veces 
desde anoche y ahora estaba duro otra vez.
Dale se puso de pie y luego se volvió a arrodillar cerca de la cabeza de Gray. —Muéstrame tu agradecimiento. Chupa mi polla.
Las palabras fueron escupidas como una orden, tal como lo habían sido la noche anterior. El toque de dominación excitó a Gray. 
Lamió la goteante cabeza de la polla de Dale, saboreando el sabor salado y dulce del hombre. Su cuerpo se estremeció, y supo que 
quería probar más. Engullendo el pene de Dale, chupó con fuerza, disfrutando la sensación del grueso eje extendiendo su boca.
Dale gimió su placer y se balanceó en la boca de Gray. Alimentó a Gray, hundiéndose profundamente en su boca.
Una mano cálida presionó la parte posterior de su cabeza, los dedos se deslizaron por su pelo húmedo. Dale lo insto a ir más rápido y Gray obedeció la silenciosa orden. Se tragó tanto como pudo del vaquero, succionando tan fuerte como podía.
Los gemidos de Dale deleitaron a Gray. Le encantaba el sonido melódico del placer de su amante, y chupó aún más duro con la esperanza de ser recompensado con una carga de esperma.
De repente, unas manos agarraron sus caderas, y sintió la punta de una polla dura contra su ano. Liberando a Dale de sus labios, miró 
por encima de su hombro para ver a Scotty preparándose para entrar en él. Una oleada de deseo lo atravesó. No deseaba nada más que tener a los dos fallándolo, pero después del rechazo de Scotty, no podía simplemente dejar que el hombre lo tomara.
Gray se apartó, apoyando su espalda contra el poderoso pecho de Dale. —No. No eres bienvenido a unirte a nosotros. Me rechazaste esta mañana. No puedes tomar lo que rechazas.
Un ceño fruncido estropeó el hermoso rostro de Scotty. —No debería desearte.
—Entonces vete —escupió Gray, la ira llenándolo.
Scotty arrodillado allí, desnudo y hermoso, inmóvil. Se quedó en silencio, mirando a Gray. Por último, habló. —Lo siento.
—No es suficiente —respondió Gray, la ira lo dominaba.
Scotty cerró los ojos, y Gray dejó que sus ojos finalmente se deslizaran por los tatuajes zigzagueantes que sabía estaban ahí.
Scotty era una pieza de arte andante, dejaba poco de su carne sin cubrir. Gray quería tocarlos todos, trazar las líneas, pero no ahora. No después de que Scotty lo había humillado.
—Disfrutaste de mí anoche —dijo Scotty—. Te disfruté. ¿Por qué no podemos seguir? Me disculpe.
—¿Y cuando volvamos a la barraca, fingirás que nada de esto pasó? ¿Me ignorarás?
Scotty apartó la mirada. Gray estuvo seguro de saber la respuesta a sus preguntas.
—No seré algo que tú negaras después —dijo Gray—. Vete.
Scotty finalmente se levantó y se dirigió de nuevo al campamento. Gray observó el cuerpo musculoso del hombre, deseando llamarlo para que regresara y tocara cada pulgada de su tatuada piel.
Dale se movió detrás de él.
—Tú no vas a hacerme eso, ¿cierto?
Dale se puso rígido.
—¿Cierto?
—No —dijo Dale—. No puedo decir que voy a irlo anunciando, sin embargo. El desearte podría meterme en un mundo de dolor. 
Pero después de lo de anoche, todo lo que puedo pensar es en tocarte.
—Puedo aceptar eso, supongo —dijo Gray en voz baja.
—Aunque, parece que los otros trabajadores, en la Triple M, 
tienen un montón de diversión por su cuenta, unos con otros.
—Estamos a salvo allí —dijo Gray, sabiendo que el resto de los hombres guardarían su secreto. Todos ellos tenían sus propios secretos.
—¿Eras tú, la noche anterior... en el porche?
Gray se puso rígido. Había prometido no contar el secreto de los demás.
—Yo miré —dijo Dale contra el oído de Gray—. No pude ver 
mucho, estaba demasiado oscuro. Mi vista es buena, pero con la puerta mosquitera y la oscuridad absoluta, no podría decirlo. Pero estaba seguro que uno de los hombres, eras tú.
—¿Viste?
—Yo quería hacer más que observar. Quería follarte allí mismo.
—¿Por qué no lo hiciste? —El deseo comenzó a regresar al cuerpo de Gray, al pensar que había sido visto por el vaquero moreno.
—No estaba seguro de si estabas ahí. Era a ti a quien quería. Nadie más.
Gray temblaba contra el pecho de Dale. Dale empezó a correr 
sus callosas manos sobre el cuerpo de Gray, reavivado la lujuria.
—Quiero que folles mi culo —dijo Gray. Él había rechazado a Scotty. Quería premiar a Dale.

Dale fue rápido en tomar la oferta. Empujó a Gray hacia adelante y presionó la cabeza de su pene contra el ano de Gray. Con un suave empujón, entró rápidamente más allá del grupo de nervios, y se deslizó hasta el fondo. Bien dentro de Gray, Dale se detuvo, su 
polla palpitante.
El agua fría corría por sus rodillas y muñecas, mientras el sexy vaquero lo follaba a la intemperie. Dale se aferró a los hombros de Gray y bombeó con fuerza, dándole a Gray la jodida áspera que él 
necesitaba. Gray miró hacia el campamento y vio a Scotty 
observándolos joder. No le importó. Que el hombre los viera. Scotty no había demostrado ser digno.
Dale había demostrado ser más que digno. 
Gray miró fijamente el agua deslizarse mientras Dale se metía profundamente en él. Gemidos se derramaban de sus labios mientras el vaquero lo tomaba. Su pene duro se mecía entre sus piernas, forzado por los impulsos violentos de su amante.
Cuando Dale se puso rígido, su cuerpo se tensó contra el de Gray, y sintió los espasmos de la polla de Dale antes de que se viniera. Los primeros chorros de esperma caliente en su culo, desencadenaron otra descarga.
Mientras Dale llenaba su culo con esperma, Gray entró en 
erupción en el arroyo, el agua se llevó su liberación. Dale apretó fuertemente a Gray contra si mientras se vaciaba, drenando hasta la última gota de lujuria.
Cuando terminaron, descansaron allí, Dale atrapado dentro de él, respirando con dificultad. El corazón de Gray tronaba en su pecho. Miró hacia el campamento, pero no vio señales de Scotty.
Dale le dio un beso en su nuca. —Quiero estar dentro de ti por siempre.
Gray se echó hacia atrás contra la marchita erección de Dale. 
—Si tan sólo eso fuera posible.
Dale se rio y presionó otro beso en el hombro de Gray. Poco a 
poco se retiró, un hilo de semen se deslizó por el interior del muslo de Gray mientras se movía.
—Te he ensuciado de nuevo —dijo Dale mientras enjuagaba el semen con agua fría.
Gray cerró los ojos, disfrutando la sensación de las manos del vaquero sobre él. Una vez más, su mirada se desvió hacia el campamento. Había hecho lo correcto al alejar a Scotty. 
Entonces, ¿por qué se sentía tan vacío?

No hay comentarios:

Publicar un comentario