Dura Cabalgata

Capitulo Ocho


Jensen acabó con lo último del vallado para el nuevo corral 
antes de limpiar su frente con un pañuelo. Deslizó el cuadrado azul marino de vuelta a su bolsillo trasero y buscó a Austin. Durante tres días los dos apenas había hablado mientras habían armado la valla.

Davis y Owen habían pasado los días vigilando el rebaño mientras que Mack había estado dentro y fuera ayudando, comprando suministros, y fuera en la búsqueda de más trabajadores. Jensen había pensado que un tiempo a solas con Austin ayudaría a su causa. Eso sólo pareció empeorar las cosas.
Austin le gritó un par de veces y no miraba en su dirección, a no ser que se viera obligado a ello. Tal vez Jensen había exagerado en su jugada, pero algo le dijo que la ira de Austin era causada por la confusión. Algunas miradas descarriadas por aquí y por allá, habían mantenido la esperanza viva en Jensen, por lo que habían seguido trabajando duro cada día, hasta que su cuerpo le dolía al caer la noche.
Eso todavía no evitó que el deseo lo mantuviera despierto. 
Jensen estaba agotado, entre trabajar todo el día y adolorido toda la noche.
—¿Deberíamos de ir a recoger a los animales de pezuña del 
otro rancho ahora? —Austin preguntó antes de tragar un poco de agua y secarse el sudor de la frente—. ¿O debemos esperar hasta que esté terminado el gallinero?
Jensen miró a Austin. Tal vez un viaje a la propiedad de los Hutchens, dentro de un lugar estrecho, estimularía la conversación.
—Será más fácil de mantener a las cabras y las ovejas lejos de los pollos. Déjame agarrar las llaves del remolque y podemos dirigirnos allí.
Corrió hasta la casa principal y agarró las llaves del remolque del escritorio de Mack. Jensen enseguida volvió, comprobó el enganche, y luego se metió. Tan pronto como tuvo el motor encendido, Austin se deslizó en el asiento del pasajero. Lo primero que hizo Austin fue encender el aire acondicionado.
—Tengo que esperar a que el motor se caliente un poco.
Austin lo ignoró y se acercó más a uno de los orificios de ventilación, el aire fluía en su rostro. 
—Maldición, eso se siente bien.
Jensen negó con la cabeza y lanzó el viejo remolque en marcha, acelerándolo hacia el camino. El polvo voló alrededor del remolque y obligó a Austin a deslizarse contra él, lo cual no había sido el plan de Jensen. Sin embargo, él disfrutó del breve encuentro de todas maneras.
—Imbécil —murmuró Austin.
—Si hubieras estado usando el cinturón de seguridad, no habrías sido lanzado de un lado para otro.
Austin hizo un gran espectáculo poniéndose el cinturón de 
seguridad. Jensen pudo sentir al hombre lanzándole una mirada asesina, estaba seguro que vio un poco de eso por el rabillo del ojo.
—¿Alguna vez vas a dejar de hacer pucheros?
—¿Quién dijo que estaba haciendo pucheros? —Preguntó Austin.
—No has hablado más de una docena de palabras en tres días.
Austin estaba en silencio. Después de un momento, Jensen se 
preguntó si solo estaba consiguiendo ser más ignorado.
—No estoy haciendo pucheros. No he tenido mucho que decir.
—¿Nada en tu cabeza? —Había habido muchas cosas en la 
mente de Jensen. Una tonelada.
—Nop —dijo Austin y Jensen estuvo seguro de que era una 
mentira.
No estaba seguro de si debía dejar al vaquero en evidencia o no. ¿Había ya empujado demasiado duro? O tal vez él no había empujado lo suficiente.
Salió del camino polvoriento y tomó la vieja ruta, condujo por unas millas más. La cosa era apenas suficientemente amplia para que pasaran dos camiones. Por suerte, rara vez lo hacían. El sol caía duro, a plomo, sobre ellos en la cabina, el aire acondicionado hacia poco para mitigar el calor. Bajó la ventanilla y dejó que el aire caliente lo inundara, no es que eso le hiciera sentir mucho mejor.
Las palabras de Mack volvieron a él, pidiéndoles que mantuvieran sus vidas amorosas en privado. El primer nuevo empleado y había perdido el control, siendo incapaz de darle a Mack lo que había pedido. Su propia necesidad había tenido prioridad, y después de exigir a Davis y a Owen que siguieran las reglas, él ni siquiera había hecho lo mismo. Jensen frenó de golpe y tiró de la camioneta en el arcén, el remolque detrás de ellos se balanceó antes de asentarse.
—¿Qué pasa?
Jensen se volvió hacia Austin, listo para un poco de honestidad.
—No voy a tener estos malos entendidos entre nosotros. Tú 
fuiste el que se puso de rodillas y me chupó la polla. Tú fuiste el que instigó todo. Sí, yo fui un participante dispuesto, y disfrute completamente de esa pequeña boca caliente tuya, pero no puedes estar enfadado de que haya dejado claro lo que quería y esperaba de ti. Y no vas a seguir sentado ahí y decirme que la idea no te atrae.
Porque puedo ver claramente que lo hace. —Los ojos de Austin se abrieron, pero no dijo nada. El calor inundó el cuerpo de Jensen, pero él luchó por repelerlo, sobre todo con lo que iba a decir a continuación. —No te voy a obligar a hacer algo que no quieres hacer. Aunque sé muy bien que quieres que te folle. Si quieres sentarte allí y seguir negándolo, entonces ese es tu problema. No voy a seguir pidiéndolo, así que vamos a olvidarlo. Pero no podemos trabajar juntos con esto entre nosotros. Va a causar resentimiento, y no necesito ese fastidio en mi vida. Tuvimos un poco de diversión, ahora se acabó.
Austin permaneció en silencio, mirando a Jensen, su mirada se estrechó.
—¿Solo así?
Jensen asintió.
—Síp, solo así.
—¿Realmente vas a rendirte tan fácil?
La cabeza de Jensen giró, y se quedó mirando a Austin.
—¿Qué?
—Bueno, diablos, yo no quiero un hombre que va a darse por 
vencido cuando las cosas se pongan difíciles. ¿Quién se rinde a la primera? ¿Qué tipo de vaquero eres?
Jensen miró a Austin.
—No estoy interesado en jueguitos.
—No juego. —Austin se pasó las palmas de las manos sobre 
sus muslos—. Yo solo...jamás he...recibido. Siento que no debería quererlo. Todo en mi cuerpo grita no, y al mismo tiempo, todo grita sí, también. No soy del tipo que se rinde. Pero tú...tú eres...diferente.
Jensen sintió su polla engrosarse aún más, forcejeando contra sus vaqueros.
—¿De qué estás hablando?
—¿De verdad vas a hacer que te lo escriba?
—Síp. Quiero oír las palabras.
Austin se quedó en silencio unos instantes.
—Quiero que me folles.
El sonido era música para sus oídos.
—Otra vez.
Austin suspiró. —Quiero que me folles.
Jensen sonrió. —Más tarde. Tenemos animales de granja que 
recoger. —Jensen metió el camión de vuelta al camino y a la senda.
Una sonrisa se dibujó en sus labios al sentir al hombre frustrado sentado a su lado.
Pero él estaba desafortunadamente mal preparado. Sincondón. 
Sin lubricante. Y no iba a lastimar a Austin si nunca había estado abajo antes. Lastimar al hombre podría impedirle tener una segunda oportunidad, y una vez no sería suficiente, ni por asomo.
Su polla le dolía terriblemente para cuando se detuvieron en el rancho de los Hutchens. Asintió hacia Austin saliendo de la cabina con dificultad.
Este iba a ser un día largo y duro, seguro.
*****
Austin cayó sobre uno de los taburetes al final del día, exhausto. El sol se estaba poniendo, las franjas de rosa y oro extendiéndose por del cielo. Austin miró a través de la puerta de malla y vio el horizonte oscureciéndose, todos los músculos de su cuerpo gritando.
Acorralar a las cabras y a las ovejas era más difícil de lo que parecía. Los animales no eran tan inteligentes como los caballos y eran más tontos que las malditas vacas y lo suficientemente rápidos y pequeños para escapar en un abrir y cerrar de ojos. Había perseguido a algunas de ellas a través de la tierra compactada, sintiéndose como un idiota.
—¿De quién fue la idea de traer a esos animales por aquí?
Jensen se puso delante de la nevera, la puerta abierta, mientras bebía agua. El sudor aún brillaba en su cuerpo, la luz del aparato sólo lo hacía aún más evidente. La mirada de Austin viajó por la garganta del hombre, el indicio de vello hirsuto que se asomaba desde la “v” de la camisa a cuadros y hasta los marcados músculos del pecho insinuados debajo del material. Su mirada vagó luego más al sur, hasta la gruesa erección cubierta por los jeans de Jensen.
Se lamió los labios, hambriento por probar al hombre debajo de la mezclilla. Su cuerpo estimulado, aún tan agotado como estaba.
Pero él olía a sudor, suciedad y animales. Ni siquiera debería de estar sentado. Arrastrándose se puso de pie, se dirigió hacia el baño.
—¿A dónde vas?
Austin miró por encima del hombro.
—Ducha. Apesto.
—Sólo te vas a ensuciar de nuevo —dijo Jensen cuando Austin 
siguió caminando.
—No, a menos que te metas en la ducha conmigo.
Austin entró en el cuarto de baño y oyó cerrarse la nevera y el sonido de las botas dirigiéndose por el pasillo. En el momento en que había empezado a arrancarse las botas, el hombre estaba en la puerta, mirando a Austin con una mirada caliente.
—Podemos empezar en la ducha, pero terminarlo en mi cama.
Después de que una oleada de prendas aterrizara en el suelo, Austin encendió el agua y ajustó la ducha. Se metió primero y gimió cuando el agua tibia rodó por su cuerpo.
—Probablemente deberíamos de haber usado la ducha al aire 
libre tan sucios como estamos —dijo Jensen mientras se unía a Austin.
—Si alguien me hubiera mostrado la ducha al aire libre, la habría usado.
Austin empapó su cabello y agarró el jabón, cubriéndose de 
espuma. Jensen se puso de pie frente a él, su mirada oscura 
observaba cada movimiento. En un primer momento, se sentía 
extraño tener al hombre mirándolo, pero pronto, la sensación pulsante entre sus piernas añadió fuego a sus venas.
Sus movimientos se hicieron más premeditados, él calculaba 
cada toque, ralentizando algunos de sus movimientos para mayor impacto. Ignorando el único lugar que sabía que Jensen quería verlo tocar, se enjabonó sus brazos y pecho, saltándose su polla para moverse a sus piernas y pies. Cuando esos estuvieron limpios, se enjabonó las mejillas de su culo, pasando una mano a lo largo de la hendidura.
Jensen gimió mientras observaba a Austin jugar con su ano. Su dedo, resbaladizo con jabón, lo presionó contra su a pretado agujero y lo hundió en su cuerpo. Un suspiro entrecortado llegó a sus labios, cuando un intenso placer lo recorrió. Nunca se había sentido así cuando se trataba de su entrada trasera. Había tenido hombres intentando jugar allí, y él no había estado interesado en lo más mínimo. Ahora con Jensen, era extraño. Todo en lo que podía pensar era en su agujero lleno de la gruesa polla de Jensen.
Él folló su culo con el dedo, deslizándolo dentro y fuera. Jensen se quedó mirando, su gruesa polla en la mano. Austin igualó el ritmo de las caricias de Jensen, imaginando que era la polla de Jensen, no un dedo, entrando en él.
Rápidamente, Austin se precipitó hacia la liberación. Las 
sensaciones que sentía eran abrumadoras por decir lo menos. Sacó el dedo, no estaba listo para venirse todavía.
—Vamos a limpiarte ahora.
Austin convenció a Jensen a cambiar de lugares con él, 
empujando el hombre bajo el flujo del agua. Utilizó el jabón y enjabonó el duro cuerpo de Jensen. Lavando la suciedad del día, exploró cada pulgada de la forma musculosa de Jensen. El hombre era más grande que él, y más fuertemente construido, los años adicionales de trabajo duro rellenaron a Jensen.
De nuevo lavó todo, excepto la polla de Jensen, dejando lo 
mejor para el final. Una vez que Austin había alcanzado todo, finalmente tomó la base de la polla de Jensen y comenzó a acariciarla, cubriendo el eje del hombre con jabón.
—Te falto un lugar —dijo Jensen, su voz profunda y salvaje.
—¿Eh?
Jensen tomó el jabón de la mano de Austin y enjabonó sus propias manos antes de volver a poner el jabón en la repisa. Luego agarró la polla de Austin y comenzó a masajear el jabón contra la carne de Austin. 
Se quedaron allí, medio dentro y medio fuera del rocío, enjabonando la polla uno del otro, y dándose placer.
La respiración de Austin se puso más superficial cuanto más 
Jensen trabajaba su polla. La mano del capataz se sentía tan bien, envuelta alrededor de su eje, llevándolo más y más alto. Bajo él, sus piernas se sentían como de goma, y cuando sintió que cedían un poco, se apoyó en Jensen, con la cabeza en el pecho del hombre.
—¿Por qué no nos enjuagamos y movemos esto al dormitorio? 
Estás hecho polvo.
Austin asintió, dando un paso atrás. Él dejó a Jensen terminar de enjuagarse, las burbujas de jabón parecían entrelazadas en los oscuros vellos ásperos que rodeaban su eje. Finalmente se movió, permitiéndole a Austin enjuagar lo que quedaba de jabón de su cuerpo. El agua caliente lo tranquilizó, lo relajó un poco de lo que estaba por venir.
Jensen salió y se secó mientras Austin apagaba el agua. 
Entregándole una toalla fresca, Austin siguió el ejemplo de Jensen y pronto siguió al hombre por el pasillo y dentro de su habitación. 
Cuando la puerta se cerró detrás de él, Austin sabía que era ahora o nunca. Esta era su última oportunidad de decir no a lo que se venía.
Y él no quería.
Jensen se volvió hacia él, gloriosamente desnudo. —¿Por qué no vienes aquí y me pones duro y listo.
Austin miró a la polla del hombre, que sobresalía ante él, gruesa y dura.
—No creo que tengamos nada de qué preocuparnos por allí.
—No quiero que haya dudas.
Austin devolvió la sonrisa embriagadora que Jensen le ofreció y se acercó antes de arrodillarse a los pies del hombre. Agarró la polla de Jensen por la base y giró la lengua sobre la punta, lamiendo algunas perlas de fluido. Recordar la primera degustación que había tenido de Jensen, lo hizo gemir. Tragó algunas pulgadas y chupó, listo para más semilla. Hambriento, Austin llevó a Jensen hasta atrás de la garganta, ansioso de tener al hombre viniéndose para él.
—Lento ahí abajo. Quiero venirme en tu culo, no en esa preciosa boca.
Austin ignoró el comentario, chupando incluso más duro. 
Jensen gimió por encima y deslizó los dedos de una mano por el cabello de Austin. Jensen tiró del cabello de Austin y lo jaló hacia atrás, lejos de su polla.
—No creas que si me la chupas y me vengo, que no iré por ese culo.
Austin miró fijamente a Jensen, sabiendo que había estado 
distrayendo a Jensen. Por mucho que hubiera fantaseado acerca del gran hombre follándole, esto todavía era nuevo. Todavía abrumador.
Jensen no era un hombre pequeño. Austin sólo había tratado el tema anal un par de veces y lo odió.
Jensen se arrodilló delante de Austin, aún agarrando el cabello con fuerza. —No te preocupes. No voy a hacerte daño.
¿Había leído mi mente? Austin asintió ligeramente, tanto como pudo con Jensen tirando de su cabello.
Jensen soltó el cabello de Austin, pero dejó la mano en su lugar. Bajó la cabeza y capturó los labios de Austin. El beso fue suave al principio, casi vacilante. Rápidamente se convirtió en un febril frenesí, ambos luchando uno contra otro por el dominio.
Jensen ganó, inmovilizando a Austin debajo de él en el suelo.
Se echó hacia atrás, con una sonrisa victoriosa.
—La cama es más cómoda que aquí abajo.
Jensen se puso de rodillas, dejando que Austin subiera a la cama, en sus manos y rodillas.
—No. En tu espalda.
Austin se volvió, sorprendido por la orden. Vio como Jensen sacó una botella de lubricante y un puñado de condones del cajón de su cómoda y los puso sobre la mesita de noche. Su cuerpo se tensó, sabiendo que era casi la hora de poner a prueba su disposición.
Jensen se subió en la cama, entre las piernas de Austin, la cabeza cerca de la polla de Austin. Austin vio a Jensen mientras el hombre observaba su polla antes de agarrar la base y pasar una mano hacia arriba y hacia abajo. Jensen probó la punta con la lengua, girándola alrededor de la cabeza y recogiendo la espesa gota jugosa de semen que surgió de la ranura. La espalda de Austin se arqueó en la cama, un gemido fue arrancado de su garganta mientras Jensen continuaba atormentándolo. La ardiente boca del capataz lo llevó rápidamente al borde, haciéndole gritar de intensa necesidad.
Incapaz de contenerse, especialmente después de la fallida(7) no hace mucho tiempo, Austin sintió que su cuerpo se tensó. La boca de Jensen incitó y provocó, llevando su polla hasta el fondo y luego cambiando a rápidas y hábiles lavadas. El ritmo variado ayudó a Austin a aferrarse de los bordes deshilachados de su control, pero sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que se corriera.
Jensen presionó un dedo contra el ano de Austin y él se puso tenso. No estaba preparado para el toque, poco a poco se relajó contra la sensación de los dedos del hombre allí. Pulgada a pulgada, Jensen insertó lentamente el dígito dentro de Austin sin dejar de chupársela. El jalón del estiramiento condujo a Austin más cerca del borde, y en lugar de que la caricia lo sacara del momento como antes lo había hecho, esta vez, se agregó a su placer.
Más.
La palabra murmurada dentro de su mente, lo sorprendió 
ligeramente. Sabía que Jensen era mucho más grande que el dedo dentro de él, y que tenía que ser estirado mucho más si Jensen pensaba entrar en él. La presión ahora era intensa, pero no dolorosa, aunque sabía que pronto el dolor vendría.
Jensen se detuvo, sacando la polla de Austin de su boca y el dedo del interior de culo de Austin. El aire frío se envolvió alrededor de su eje, y él gimió su disgusto. Incluso echó de menos la sensación de algo en su culo, lo cual era igualmente excitante y confuso.
—Ten paciencia —susurró Jensen, inclinándose sobre el cuerpo de Austin y agarrando la botella de lubricante. Se sirvió un poco en la palma antes de devolverla a la mesita de noche.
Se acomodó entre los muslos de Austin y frotó el lubricante por el culo de Austin, prestando especial atención al apretado agujero fruncido. Volvió a insertar el dedo, pero poco después añadió otro, produciendo un gemido de los labios de Austin.
—Te gusta eso, ¿eh?
El calor inundó el rostro de Austin. No estaba preparado para lo bien que se sintió.
Jensen se rió entre dientes cuando Austin no respondió más que con un contoneo de sus caderas. El vaquero volvió a trabajar, tranquilamente follando con los dedos el culo de Austin.
—Maldición, estás apretado —dijo Jensen, su voz era más un 
profundo suspiro que el barítono normal.
Al oír la lujuria en la voz del hombre, a Austin, lo excitó más. Ser el objetivo de un hombre guapo era nuevo para él, ya que generalmente era la pareja dominante. Se sentía extraño ser objeto de lujuria, sin embargo, estaba disfrutando de la atención. Austin siempre había trabajado duro para traer placer a sus amantes, para darles todo lo que necesitaban y mucho más. Al ver esa mirada de determinación en el rostro de otro hombre y sabiendo que Jensen probablemente trabajaría doblemente duro por el placer de Austin, era abrumador.
Jensen succionó de vuelta la polla de Austin entre sus firmes labios, la barba de varios días del hombre hizo cosquillas en los muslos internos de Austin. Sumado a la boca caliente de Jensen, la sensación era casi insoportable, empujándolo más allá de su control.
Un tercer dedo fue añadido, extendiéndolo más ampliamente. El dolor atravesó el placer, dándole control sobre su cuerpo una vez más. Sacándolo de su inminente orgasmo, pero los suaves toques persuasivos de la mano y la boca de Jensen pronto se lo volvieron a robar.
Austin podía sentir la oleada de placer-dolor corriendo por su columna vertebral mientras su liberación estaba lista para salir. Su cuerpo se puso tenso, apretado como la cuerda de un arco, y entonces ocurrió. La semilla se disparó de su polla y dentro del calor de la boca de Jensen. Gritó incoherentemente, la liberación del deseo acumulado fue demasiado para él. Carga tras carga salió 
precipitadamente, siendo tragada por el magnífico hombre entre sus muslos.
Había terminado demasiado pronto. Respirando con fuerza y 
sintiéndose sin huesos, yacía en medio de la cama, esperando que la tierra dejara de girar debajo de él. Jensen limpió su polla con lamidas y mordiscos mientras sacaba suavemente los dedos del cuerpo de Austin.
Jensen se levantó de la cama con una sonrisa pícara en los 
labios.
—Vuelvo enseguida.
Austin estaba acostado, tratando de recuperar el aliento, mientras escuchaba el agua corriendo en el cuarto de baño. Un momento después, su amante volvió a él. Sus ojos oscuros de lujuria, Jensen había venido a reclamar lo que Austin había ofrecido ese mismo día.
Con agilidad, Jensen se había cubierto de látex. Austin se 
humedeció los labios, temeroso y excitado al mismo tiempo. Se levantó sobre sus codos mientras observaba a Jensen subir de nuevo en la cama.
—¿Listo? —Jensen preguntó en un jadeante susurro.
—Sí —dijo Austin, con la voz quebrada. No, no estaba listo, 
todavía estaba preocupado de que no le gustaría lo que estaba por venir.
Jensen agregó otra capa de lubricante al culo de Austin, 
frotándolo por la carne arrugada antes de añadir un poco a su eje cubierto con un condón. Cuando el hombre pareció listo, levantó las piernas de Austin y presionó la cabeza ancha de su pene contra el ano de Austin.
—Ve lento —dijo Austin, recostado. Su cuerpo se puso tenso, 
sabiendo que estaba a punto de experimentar dolor, dolor que no estaba seguro de poder soportar.
—¿Te gustó la sensación de mis dedos dentro de ti?
Austin miró a Jensen, asintiendo. —Sí.
—¿Cómo se sintió?
—Presión, así como se siente ahora. No está mal.
Jensen sonrió. —Te prometo ir despacio. Ser gentil —susurró—.Y cuanto más te relajes, más fácil será.
Austin se relajó tanto como pudo, pero sintió una leve pizca de dolor. Sin embargo, se había ido casi al instante, y el placer lo recorrió. Austin se dio cuenta de que Jensen ya había pasado los apretados anillos de nervios y estaba casi a mitad del camino.
—Astuto.
Jensen sonrió más amplio. —Todo está en lo bien que puedes distraer a la otra persona.
Unos segundos más tarde y Jensen estaba profundamente 
hasta bolas en el cuerpo de Austin.
Y a él le gustaba.
Mucho.
Se retorció un poco, la sensación de plenitud eracasi demasiada, pero necesitaba moverse, para que Jensen se moviera.
—Fóllame —exclamó, cuando Jensen se quedó quieto, tratando 
de darle tiempo a Austin.
Austin no necesitaba tiempo. Necesitaba fricción. Calor. La 
sensación de la gran polla de Jensen golpeando dentro de él.
Jensen le dio precisamente eso. Se movió en muy breves y suaves golpes al principio, pero no era suficiente. Tenía que ir al filo de dolor. Necesitaba que Jensen golpeara dentro de él.
—Más rápido.
Jensen agarró la parte de atrás de las rodillas de Austin y las empujó más arriba, permitiéndole a Jensen ir un poco más profundo. 
Aumentó el ritmo, follando a Austin un poco más fuerte con cada golpe.
Y todavía no era suficiente.
Austin trató de responder a las embestidas, pero con las caderas y las piernas en el aire, no podía moverse como quería. Él gimió de frustración, agarró las caderas de Jensen e instó al hombre a ir más rápido.
—¿Creí que dijiste antes que dolía?
—Quiero que me lastimes —Austin escupió—. ¡Jódeme más fuerte!
Jensen le dio a Austin exactamente lo que necesitaba, y montó a Austin fuerte. Golpeando dentro de su culo, Jensen se aferró a las pantorrillas de Austin, hundiéndose dentro y fuera, una y otra vez, y llevando a Austin al olvido. Los tobillos de Austin pronto estuvieron en los hombros de Jensen y el hombre estuvo inclinado completamente sobre el cuerpo de Austin, impulsándose fuerte y besando la vida de él(8).
Austin tomó todo de ello...le encantaba la sensación de 
plenitud, la sensación de ser el recipiente de la lujuria de Jensen...la sensación de los labios de su amante en los suyos. Jensen se impulsó dentro de él, dividiendo a Austin en dos, y todo lo que quería era más. Su pene creció rápidamente duro, listo para otra descarga. Se encontraba, duro como roca, contra su abdomen mientras estaba doblado, sus rodillas casi en sus hombros.
Jensen reclamó su cuerpo. Austin ya no tenía el control, y le gustaba rendirse a la voluntad de Jensen. El capataz se echó hacia atrás, rompiendo el beso, y todo lo que Austin quería eran los labios del hombre de regreso en los suyos. Austin alzó la vista a la cara del hombre, sorprendido por la cruda e intensa necesidad reflejada hacia él.
Esto era más que, una simple y divertida cabalgata caliente.
Austin lo sentía, pero no entendía los sentimientos que se apoderaban de él. Sólo estaba ahí para tener un buen rato, sin embargo, esto...esta noche, con este hombre, lo hizo sentir más vulnerable de lo que se había sentido alguna vez en su vida.
Él fue reclamado.
Tragándose otra vez la emoción, negó con la cabeza. Las 
emociones no tenían lugar en el sexo, aparte de la lujuria y el deseo. 
Esto no es nada más que, cualquiera de las otras ocasiones.
Austin sintió una mano sobre su polla y sabía que era Jensen agarrándola con fuerza. Mientras Jensen entraba profundamente en el culo de Austin, él también buscaba el placer de Austin. Después de venirse poco tiempo antes, estaba de nuevo en el borde, el semen llorando de su eje.
El magnífico hombre encima de Austin brillaba con el sudor de su duro trabajo, el brillo destacaba los fuertes músculos en acción mientras aporreaba el cuerpo de Austin. Viendo el juego ondulante de los músculos, Austin miró los abdominales contraídos de Jensen mientras el hombre empujaba profundo.
—Te sientes tan bien envuelto alrededor de mi polla —susurró Jensen, mirando hacia abajo a Austin—. No quiero volver a salir de este lugar.
Algo se apretó en el pecho de Austin, pero rápidamente alejó la emoción. No expresaría las palabras que daban vueltas a través de su cerebro confundido por lujuria. No quiero que salgas de aquí, tampoco.
Jensen lo besó, haciendo desvanecer su incapacidad para 
responder. Austin correspondió el beso del hombre con fervor, sus bocas enfrentándose tan bruscamente como sus cuerpos golpeaban juntos.
Y entonces Austin lo sintió.
El cuerpo de Jensen se puso rígido segundos antes de que lapolla del hombre se estremeciera dentro de culo de Austin. Ese primer temblor del orgasmo empujó a Austin sobre el borde. Juntos, ellos se vinieron, el semen de Austin se disparó entre sus cuerpos mientras el fluido caliente de Jensen llenó el condón dentro de Austin. Sus cuerpos se retorcían juntos mientras llegaban al orgasmo, sus gritos se mezclan en el aire.
Se había acabado demasiado pronto.
Austin se sintió completamente saciado, drenado y agotado. Su cuerpo estaba débil después de que Jensen lo había reclamado, sin embargo, lo único que podía pensar era, más. Él no estaba listo para que su tiempo se acabara. Necesitaba más.
Jensen se salió con cuidado del cuerpo de Austin y Austin 
inmediatamente sintió el vacío. Su culo palpitaba listo para ser llenado, de nuevo, por la polla gorda del hombre. Jensen salió de la habitación, y Austin pronto escuchó los sonidos provenientes del cuarto de baño. También escuchó los sonidos procedentes del área comunitaria. Davis y Owen estaban probablemente de regreso y tal vez habían oído lo que había estado sucediendo.
Por alguna razón, la vergüenza lo llenó. Sabiendo que los hombres habían escuchado una experiencia que lo había abrumado...era demasiado para que él lo manejara, aunque él mismo había escuchado a escondidas a los tres hombres jugando.
Se levantó de la cama y se dirigió rápidamente a su habitación. 
Poniéndose un par de jeans, se sentó en la única silla de la habitación, sintiéndose extraño por dentro.
Su puerta se abrió y Jensen se quedó allí parado, sólo en un par de jeans, también, la preocupación escrita en su cara.
—¿Estás bien?
—Sí —dijo Austin, incapaz de encontrarse con los ojos de 
Jensen.
—¿Hambriento?
Austin estaba muerto de hambre, pero la idea de salir y hacerles frente a los otros hombres era difícil. Cuando estaba a punto de decirle a Jensen que se fuera con un no tengo hambre, su estómago gruñó ruidosamente.
—Vamos. Davis está haciendo sus famosas alitas picantes esta noche.
Austin estaba callado, no estaba listo para caminar allá afuera.
—No lo hagas —dijo Jensen, entrando en la habitación y cerró la puerta tras él. Se acercó y se arrodilló entre las piernas de Austin.
Apretó un dedo contra la cabeza de Austin y negó con la cabeza—. No te pierdas acá adentro.
—No lo hago.
—Sí, lo haces. ¿Te sentiste bien?
Austin se había sentido mejor que bien. Mucho mejor. 
Impactantemente bien.
—Sí.
—Yo también lo hice. Realmente bien. Increíble, es más como 
eso. Me siento honrado que me permitieras esto, que yo fuera el primer hombre para hacerlo bien para ti.
Las palabras obligaron a Austin a girarse y mirar a los ojos de Jensen.
—Una noche no es suficiente para mí —agregó Jensen—. Así 
que no puedo tenerte luchando contra lo que sentiste después de lo que probablemente fue el mejor sexo de mi vida.
—Estoy acostumbrado a estar en tus zapatos. De ser el agresor, y de ayudar al otro hombre a tranquilizarse. No sé cómo actuar en este papel.
—No pienses demasiado. Nos divertimos, como dijiste que 
querías, ¿no?
No. Austin quería más que simple diversión. Como la había 
estado teniendo, moviéndose de trabajo en trabajo, un huérfano sin nadie por ahí que pudiera llamar suyo. Había encontrado el primer hombre que lo hacía sentir como si estuviera en casa.
Y eso lo asustaba de muerte, también.
Apenas conocía a este hombre, sin embargo, se sentía atado y obligado a Jensen, como si se hubieran conocido uno al otro durante décadas. 
Como si estuvieran atados y destinados a estar por más 
décadas.
—Sal. Cena algo. Deja que Davis y Owen lleguen a conocerte 
mejor. Entonces terminamos por el día de hoy. En mi cama.
Austin miró a Jensen en la última parte, al oír el tono autoritario. No era una petición. Era una exigencia envuelta en un velo de amable sugerencia.
—Sí, señor.
—Bueno, me gusta el sonido de eso —dijo Jensen con una sonrisa, antes de inclinarse y darle a Austin un beso demasiado breve.
Fue lo suficientemente largo como para encender la sangre de Austin y asegúrese de que supiera que Jensen estaba haciendo un reclamo.
Se puso de pie y salió detrás de Jensen, listo para enfrentar el pelotón de fusilamiento.


7
Se refiere a cuando casi se vino en la ducha.
8
En otras palabras le robaba el aliento con un beso intenso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario