Dura Cabalgata

Capitulo Siete


Austin estaba en la puerta escuchando al trío follar, agarrando su polla en la mano. Bombeando furiosamente, quiso irrumpir y participar. Por lo que escuchó, supo que Jensen estaba follando a Owen, y de los sonidos de las cosas, Owen estaba disfrutando inmensamente. Sus gritos de placer al ser azotado casi habían deshecho a Austin. Ahora escuchar a Owen gritar el nombre de Jensen le hizo precipitarse hacia la liberación.
Y también lo puso... ¿celoso? 
Austin apretó los dientes. Todo lo que podía ver en su mente era a Jensen golpeando dentro de su culo, no en el de Owen. Todo el día había visto esa visión en su cabeza, y no se la podía quitar.
Saber que Jensen estaba follando detrás de la puerta, haciendo lo que Austin quería con tanta desesperación, lo estaba volviendo loco. 
Davis gritó, y todo quedó en silencio. Alguien murmuró algo, y Austin estaba seguro de que era la voz de Jensen, pero no estaba seguro.
—Entiendo ahora. Entiendo la necesidad que tienes de otro 
más. Owen es mío. Él es mío. Y no importa lo mucho que me 
preocupe por ti, Jensen, él no es tuyo para que lo sometas.
Otro.
Jensen quería a Austin. ¿Le había dicho a Davis y a Owen lo que había pasado entre ellos? Lo que fuera que haya sido eso, sonó como si Davis acabara de dar una especie de bendición.
Más murmullos y movimiento detrás de la puerta. Lo que Austin no daría por ser una mosca en la pared, en el interior.
Gemidos comenzaron, pero esta vez, no eran sólo dos, sino 
tres. 
¿Estaban los dos hombres follando a Owen?
De la forma en que Owen gimió, Austin no creía que el hombre estuviera chupando una polla, ¿entonces estaban los dos hombres en el culo de Owen? La imagen que creó era suficiente para que Austin se viniera en el acto. Apoyó la frente contra la puerta y movió su mano más rápido sobre su duro eje, imaginando lo que estaba pasando detrás de esa puerta.
Oyó el grito de liberación de Jensen, segundos antes de que él se viniera, rociando su semilla en el suelo. Cuerdas tras cuerdas se dispararon de él mientras escuchaba la satisfacción del hombre detrás de la puerta.
Sonaron pasos casi de inmediato. Austin empujó su polla suavizada en sus vaqueros y se los abrochó justo cuando la puerta se abrió de par en par, Jensen estaba de pie desnudo en el otro lado.
Austin miró hacia abajo a la todavía dura polla entre las piernas del hombre, la misma que había chupado ese mismo día. Se lamió los labios, listo para chupar al hombre nuevo.
O inclinarse y dejar a Jensen tener lo que quería. 
El calor inundó su rostro mientras levantaba su mirada hasta Jensen.
Jensen lo miró fijamente, su mirada vagando por el rostro de Austin. —¿Te gusto lo que oíste?
Austin se alejó unos pasos. —No sé de lo que estás hablando. Sólo vine a decir buenas noches.
Jensen dio un paso hacia delante y bajó la mirada hacia el semen en el suelo. Su mirada volvió arriba y encontró la de Austin.
—Sí. Claro que lo hiciste.
Austin sintió más calor llegar a su rostro. —Buenas noches. —Le dio la espalda y comenzó a irse tan rápido como era posible a su dormitorio donde podía esconderse.
—¿Pensaste acerca de mí en tu culo mientras estabas 
masturbándote?
Austin se detuvo en la puerta de su habitación.
—No.
—Mentiroso.
Austin se volvió para mirar a Jensen.
—Probablemente no te gustó lo que te dije hoy, pero tienes 
que respetarlo.
—Lo haría. Si lo creyeras.
Austin tragó, su mirada desviándose de vuelta a la polla dura de Jensen. Él retrocedió antes de que dijera o hiciera algo de lo que se arrepentiría.
—Te veré en la mañana.
Cerró la puerta antes de que Jensen pudiera decir otra palabra o influir en él para que hiciera cualquier cosa. Se recostó contra la madera y escuchó a Jensen caminar hasta su puerta y detenerse.
Austin se puso rígido, esperando un golpe, un comentario, algo, pero no salió nada. Finalmente, Jensen caminó a la zona común y Austin escuchó la nevera abrirse y cerrarse. Unos segundos más tarde, Jensen regresó sin hacer ruido pasando la puerta de Austin y de vuelta a la habitación. Davis gritó cuando la puerta se abrió, y el grito de Owen llegó unos segundos más tarde, cuando la puerta se cerró.
Austin se sentó en su cama, su cuerpo temblando de deseo. El orgasmo no había ayudado a liberar la tensión que había sentido durante todo el día. Haciendo caso omiso de la necesidad que sentía, se quitó la ropa y se metió entre las sábanas frescas de algodón y trató de dormir. 
Y fracasó.


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