Amor Eterno (Eternal Love)

Parte 1: Amor Eterno
 Capitulo Uno

Los ojos de Tomoyuki se abrieron lentamente, sus parpados estaban tan pesados que parecían pegados el uno al otro. Una luz brillante iluminó cerca de su cabeza y este parpadeó lleno de dolor. Dio un quejido.
 ¿En dónde estaba? ¿Qué había sucedido? 

Tomoyuki se presionó la sien con sus dedos y comenzó a observar a sus alrededores, tratando de colocar juntas las piezas del rompecabezas y averiguar qué sucedía. Le tomó un momento a su cerebro procesar lo que estaba viendo. Obviamente no se encontraba en la habitación de su hotel, ya que la cama de su hotel no tenía dosel. Sus ojos se movieron hacia las rosas doradas y escarlatas bordadas exquisitamente sobre las blancas cortinas de satín, cuyos flequillos dorados susurraban seductivamente cada vez que se movían. Una sabana acariciaba su piel, era de tal magnifica calidad y suavidad que por un momento deseó poder permanecer cubierto por ella por toda la eternidad. Pero una dulce fragancia cautivó su atención y como en trance, la siguió fuera de la cama.
 Pudo por fin ver bien la habitación en la que se encontraba. Le quitó el aliento.
 —No puedo creer esto, — susurró.
Un elaborado patrón de flores entrelazadas con hojas decoraba el cielo de la habitación en un remolino de color cobrizo y azul cobalto. Magníficas cerámicas y esculturas eran exhibidas en decorativas bases, demasiado caros para que Tomoyuki siquiera intentara adivinar sus precios. Era aun más allá de lo que podía imaginar en su vida ordinaria. 
Cristales expertamente cortados habían sido incrustados en cada uno de los pilares que se encontraban alrededor de la habitación. Y sobre cada uno se habían colocado floreros llenos de caléndulas. Esa parecía ser la fuente de aquella poderosa fragancia. Un escritorio había sido colocado al lado de la ventana de la habitación, dos sillas acolchonadas a cada lado de él. Tomoyuki caminó hacia la ventana de puntillas a través de la alfombra que cubría el piso. Lo que vio a través de la ventana lo impactó. Justo en el centro de un enorme jardín pudo observar una extravagante fuente la cual vertía agua de sus bordes creando una bruma resplandeciente. Un camino tan recto como una flecha atravesaba dicho jardín el cual era rodeado por arbustos y el hermoso cielo despejado creaba un bello contraste. Pero no fue el jardín lo que causó el impacto de Tomoyuki. Era lo que se encontraba detrás de dicho jardín
—Nada. 
Nada interrumpía la línea del horizonte, ni el desierto extendiéndose en todas direcciones. ¿Cómo llego a un lugar cómo este? Trató de encontrar respuesta en su confundida mente, tratando de recordar que le había sucedido. Tomoyuki trabajaba para el departamento de planificación de una empresa de comercio. Había tenido que ir a un viaje de emergencia a Inglaterra a solicitud una sucursal del departamento de ventas internacional que se encontraba en ese país. Los clientes estarían discutiendo las negociaciones en hebreo e inglés, así que necesitaban a una persona que fuese fluido en ambos idiomas, alguien de confianza. Escogieron a Tomoyuki. Había abordado el avión al día siguiente de haber sido nombrado, así que era claro lo urgente del asunto.
No le molestaba el viaje, el cual duraba más de diez horas. Solo se relajó, viendo películas y leyendo, y sin darse cuenta, se encontraba en Londres. Alguien del departamento de ventas había hecho de su conocimiento que alguien le encontraría en el aeropuerto y que debía esperar en el lobby. Mientras esperaba un hombre lo llamó por su nombre.
 — ¿Sr. Makabe? — El hombre le mostró a Tomoyuki una identificación de la compañía (su nombre, según indicaba dicho gafete, era Lawrence), así que Tomoyuki lo siguió hasta una limosina. A Tomoyuki le pareció extraño que Lawrence lo haya ido a recoger en tan increíble vehículo. Quizás debió haber sido más cuidadoso, pero la amabilidad insistente con la que Lawrence se presentó lo hizo imposible, así que obedientemente se sentó en el asiento de atrás. Jamás se imaginó ver al hombre que se encontraba esperándolo en el interior. El hombre que le sonrió, copa de champagne en mano.
 —Ha pasado tiempo. — le saludó. Tomoyuki quedó abrumado. Todo lo que pudo hacer fue abrir la boca.
 — ¿No me dirás algo?—el hombre preguntó. Tomoyuki permaneció en silencio. 
—Han pasado seis años. — dijo el hombre. Sorprendido y confundido, Tomoyuki sintió como escalofríos recorrían su piel ante la mirada penetrante del hombre. Trató de pronunciar el nombre de aquel hombre, pero no pudo hablar. Las únicas palabras que salieron de su boca fueron una interrogante: — ¿Por qué?—
—He venido por ti, como lo prometí, faridat. — el hombre explicó. Tomoyuki había sido cautivado por la sonrisa seductora de aquel hombre. El hombre tomó de los brazos a Tomoyuki y lo acercó hacia él. Para el momento en el que los labios del hombre acariciaron los suyos, Tomoyuki había recuperado el control de sus sentidos y comenzó a oponer resistencia, sin embargo ya era demasiado tarde. Un pañuelo fue presionado a su boca y fue derribado por otro hombre el cual colocó una sabana sobre él. Luchó para intentar escapar, pero fue una lucha breve. Su visión se oscureció y su mente se llenó de confusión y luego quedó inconsciente. Tomoyuki no tenía idea de cuánto tiempo había transcurrido desde su secuestro. Cuando despertó, ya no se encontraba en Inglaterra a donde había ido a discutir el tratado de negocios, sino que estaba en un oasis en medio del desierto. Era como si se hubiera tele transportado a un mundo extraño. Pero Tomoyuki reconocía este lugar. Lo había visto varias veces por televisión. Este era Siria, un oasis en Madina, el cual era el más rico de las naciones de los Emiratos de Ridwan Unidos. Sus riquezas incluían tanto maravillas naturales como la economía nacional. Madina era uno de los destinos turísticos preferidos por todo el mundo. No era una exageración el decir que todos en el mundo habían visto alguna una vez en su vida por lo menos uno de los paisajes de Medina, gracias a la cobertura internacional que los medios de comunicación tenían sobre este país. 
—No has cambiado nada, — Tomoyuki escuchó una voz justo detrás de él.
Se volteó a ver. El emisor era el hombre detrás de todo esto, el que le había traído hasta este lugar. Tomoyuki no estaba seguro durante cuánto tiempo el hombre se había quedado parado en la entrada, una mano recostada sobre el marco, observándolo.
 —…Aswil, —Tomoyuki por fin pronunció el nombre del hombre. Los heroicos ojos de Aswil se iluminaron. Avanzó un paso de la entrada acercándose a Tomoyuki. Dejó una distancia entre ellos, devorando el cuerpo de Tomoyuki con la mirada. Incomodo, Tomoyuki dio un paso hacia atrás y Aswil inmediatamente le tomó del brazo. 
—Bienvenido a Madina, mi hogar, — Aswil dijo calmadamente. Tomoyuki impacientemente retiró su brazo de Aswil. No había venido hasta aquí a vacacionar. Estaba más interesado en saber las razones que tenia Aswil de hacer esto. 
—No te ves bien. ¿Cómo te sientes? — preguntó Aswil. 
—Terrible. — Tomoyuki dijo las palabras cortantemente, sus labios apretados. Hasta donde él le concernía, era demasiado tarde para lograr algo. Aswil frunció el sueño.
 — ¿Aun sientes los efectos secundarios de la droga?— ¿Cómo se supone que Tomoyuki iba a mantener su humor bajo control cuando Aswil le estaba tomando de la barbilla y viéndolo tan íntimamente? El cabello de Aswil era color café, sus ojos y piel del color de la miel, las facciones exóticas de su atractivo rostro insinuaban astucia.
Tomoyuki observó con furia a Aswil, quien a su vez lo miraba con sus ojos en forma de almendra. Aswil había estado siempre orgulloso por la forma en que lucía, y con justificación, su madurez le había sentado bien, se comportaba con gran dignidad, más que  cuando se acababan de conocer. Tomoyuki temblaba solo con el hecho de encararlo otra vez. Aswil vestía ropa casual, aun así, ningún hombre podía haberle rivalizado en la elegancia que él poseía. Únicamente sus labios traicionaban la apariencia pasiva de su rostro, ya que estos estaban llenos de vida principalmente cuando se movían para pronunciar el nombre de Tomoyuki, dichos labios se encontraban a tan solo unos centímetros del rostro del japonés. 
—Fue prescrita por un médico, — dijo Aswil, —así que no deberían de haber efectos secundarios. — su rostro claramente mostraba preocupación. La resolución de Tomoyuki falló. Miro hacia otro lado, no queriendo que el otro hombre viera el efecto que tenía sobre él.
 —Quisiera saber porque me has hecho esto, te apareces de la nada. — dijo. Su voz era tan fría como podía hacerla, pero en la realidad, sentía como que si sus piernas fueran a colapsar debajo de él. Quería saber porque Aswil lo había drogado y traído a Madina sin explicación, aun cuando no esperaba estar satisfecho con las excusas ofrecidas.
 — ¿Por qué hice esto? Ya te lo dije…porque prometí que lo haría, — respondió Aswil sin la menor duda. Las pestañas de Tomoyuki se sacudieron al escuchar la palabra „promesa.‟ Tomó toda su fuerza resistirse a sus emociones. 
— ¿Promesa? ¿Qué promesa?— Bien, se oía calmado. La boca de Aswil se tornó en una sonrisa. Quien sabe que era lo que imaginaba. 
—Pensé que dirías eso, —dijo. —Fue por eso que tuve que obligarte. No quería, pero siempre tiendes a mantenerte alejado de las personas toda vez te lo propones. — Tomoyuki observó a Aswil, resentimiento llenando todo su ser. Estaba despernadamente tratando de actuar razonable, pero el más mínimo cambio en la expresión de Aswil le enfurecía. No se encontraba de humor para escuchar al hombre, que lo había traicionado, hablar como si fueran los mejores amigos.
 —De acuerdo, — explotó. —No me importa cuáles sean tus razones, mientras me mandes de regreso a Inglaterra en este preciso momento. Me dirigía allá por negocios. Esto arruinará todo. 
—Oh, cierto. — Aswil se dirigió a Tomoyuki, su ceja izquierda un tanto arqueada. Tomoyuki estaba sorprendido por el viejo gesto que le resultaba tan familiar. Aswil siempre hacía eso cuando tenía algo que decir. 
—No habrá ningún problema en lo que a eso respecta. Las pláticas eran completamente falsas. —
 — ¿Falsas? — La resistencia de Tomoyuki colapsó ante tan inesperada respuesta. ¿A qué se refería? ¿A caso las negociaciones habían sido inventadas únicamente para hacer que Tomoyuki llegara a Inglaterra? Estaba seguro de que Aswil, siendo la clase de hombre cuidadoso que era, había preparado también una razón por la cual no se había puesto todavía en contacto con su oficina. Una inexplicable furia se apoderó de él. No le importaban los motivos de Aswil. Ya nada le importaba más. Cualquier excusa que Aswil dijera, no había que olvidar que el hombre lo había secuestrado. No había justificación para el hecho que Tomoyuki debía permanecer en Madina. 
—Déjame ir a casa, — dijo. —No voy a formar parte de tus caprichos, sheikh. — Quitó su barbilla de las manos de Aswil y se hizo hacia atrás. Tomoyuki sintió una gran mano en su nuca y fue halado abruptamente. — ¡Aswil!— Tan pronto abrió su boca, los labios de Aswil se apoderaron de ella. La lengua de Aswil penetró su boca, que se encontraba abierta en protesta, y acarició sus dientes. Opuso resistencia y otra mano atrapó sus caderas. 
—Nnn…— Tomoyuki golpeó el pecho de Aswil, pero sabía que no había mucha fuerza en los golpes. Como en los viejos tiempos, estaba a merced de los potentes besos de Aswil, llenos del calor del desierto. La lengua de Aswil se entrelazó con la suya, como si lo hiciera para tratar de calmarlo un poco, luego recorrió el cielo de su boca. Cada vez que Aswil cambiaba de ángulo, los besos se intensificaban y los seis años que estuvieron separados desaparecieron como si tan solo hubiera pasado un breve momento. Aswil era la única persona capaz de crear en Tomoyuki tanta sensualidad y satisfacción con un solo beso. Era como hacer el amor, todo en un solo beso.
 —Ahhh…— Sus rodillas no resistieron. Pero los labios de Aswil jamás perdieron contacto con los suyos. Aswil sostuvo a Tomoyuki cerca de su cuerpo mientras sus labios continuaban consumiendo al japonés. Para cuando Aswil finalmente lo liberó con un último beso con el que succionó su labio superior, Tomoyuki sentía la cabeza ligera. 
—Mi faridat. — Aswil susurró. Esa era la forma en la que Aswil le había llamado antes también. El cuerpo de Tomoyuki se encontraba vibrando por el deseo que Aswil había provocado, sin embargo esas palabras le llegaron hasta lo más profundo de su ser. 
Faridat significaba “perla” o “tesoro” en árabe. Seis años antes, había sido el apodo que Aswil le había puesto a Tomoyuki. Tomoyuki recogió los últimos trozos de racionalidad que aún conservaba y se alejó de las manos de Aswil, las cuales se encontraban acariciando su espalda. No podía permitirse el dejarse abrumar. No iba a cometer el mismo error dos veces.
 —Tomoyuki, — comenzó a decir Aswil. 
Levantó su mando derecha y le dio una palmada a la mejía de Aswil. El sonido crocante se escuchó en toda la habitación. El momento en el que Aswil le dejó ir, Tomoyuki aprovechó la oportunidad para mostrar un gesto de pura felicidad. Aswil tocó su mejía con los dedos y dio una risotada. 
—No sabía que me odiabas tanto. —
 — ¿Pensaste que te amaba?— Tomoyuki contestó, alejándose de Aswil. Sus ojos estaban llenos de determinación cuando anunció, —Quiero estar solo. — En estos momentos era una tortura el permanecer en la misma habitación que Aswil. Quería estar solo para poder pensar con claridad. Pero Aswil ignoró su protesta.
 — ¿Qué harás cuando te encuentres solo? Estamos en medio del desierto. — Tomoyuki le lanzó una mirada a Aswil, furioso porque su propuesta fue desechada. Le hubiese encantado preguntar de quien era la culpa que él se encontrara en medio del desierto. —Desafortunadamente no tienes otra opción más que quedarte justo aquí. — dijo Aswil. Con sus dedos se acercó para tocar la ceja de Tomoyuki, pero el japonés volteó su rostro antes de que este pudiera alcanzarle.







—No me importa si este es un oasis, — dijo Tomoyuki con determinación. —Prefiero ir a perderme al desierto que quedarme aquí contigo. —

 —Tomoyuki. — había una pizca de amenaza en su voz, pero era como si estuviera regañando a un niño pequeño. Sin embargo, parecía haber notado que los sentimientos de Tomoyuki no cambiarían tan fácilmente y suspirando dio un paso hacia atrás. 
—Regresaré esta noche. Analiza todo lo que quieras antes de que regrese. —
 Tomoyuki no respondió. Luchó con todo su ser para no voltear a ver a Aswil o relajar su ceño fruncido hasta que el hombre hubiera desaparecido detrás de esa puerta. Tan pronto como la puerta se cerró y fue dejado solo, la fatiga lo venció y colapsó en uno de los asientos. Aflojó su corbata y desabrochó dos de los botones de su camisa, pero aun así sentía que le faltaba el aire. Inhaló varias veces, convencido de que arena caliente estaba obstruyendo su garganta. 

*********


 Aswil al-Mushid.

 Lo conoció hace siete años, mientras estudiaba en Inglaterra. Había estado estudiando economía en la Universidad de Cambridge cuando conoció a Aswil, quien estaba inscrito en la misma facultad.
La elegancia y dignidad con la que Aswil se comportaba, hacían que siempre fuera el centro de atención. Sus extremadamente atractivas y exóticas facciones eran de alguna manera poco comunes para alguien del Medio Oriente, y se rumoraba que provenía de una mezcla de sangres. Se suponía que era hijo de un barón petrolero, o el hijo de un rey hotelero o el sheikh de una tribu ancestral. También existían rumores de que había guardaespaldas alrededor del campus aun cuando él no se encontraba en las instalaciones, y muchos, muchos más. Cualquier historia que pudieras imaginar sobre él ya había sido inventada.
Nadie estaba seguro solo sabían de que era un ciudadano de los Emiratos Ridwan Unidos, pero eso no disminuía en interés que tenían en él. Continuó ser objeto de envidia y de deseo. Tomoyuki no era la excepción, siempre viéndolo desde la distancia. Podrían haber estado en la misma facultad, pero sus posiciones sociales y puntos de vista estaban muy separados. Normalmente, nada les hubiese dado motivo para hablarse el uno al otro. Pero una tarde, todo cambió. Había estado lloviendo a cantaros durante horas y Tomoyuki estaba buscando donde refugiarse cuando un automóvil negro se detuvo frente a él. Bajaron la ventana de atrás y Tomoyuki se sorprendió al ver quien estaba frente a él.
 —Sr. Makabe. — Estaba aun mas sorprendido por el legendario Aswil al-Murshid sabía su nombre. Estaba seguro que lucía como un total idiota viendo al hombre. Aswil le concedió el fantasma de una sonrisa que decía que había conquistado mujeres a través del mundo con ella. 
—Deja que te lleve a casa. Te mojarás. — Tomoyuki rechazó la oferta inmediatamente. 
— ¡No hay problema! — No tenía el coraje para compartir un viaje en un automóvil con chofer. Además, si corría solo tomaba cinco minutos el llegar a su dormitorio.
Pero Aswil se salió del auto y se paró frente a Tomoyuki, sin importarle la lluvia. Luego tomo una de las manos de Tomoyuki y lo llevó hasta su auto, como si estuviera escoltando a una dama. Confrontándose a los ojos gentiles de Aswil, esos ojos que escondían una pizca de pasión, Tomoyuki no se podía resistir. Se introdujo al carro, sintiendo como si estaba flotando en una nube. 
Tomo una semana para que „Sr. Makabe‟ se volviera en „Tomoyuki.‟ Pasó un mes más para que Tomoyuki se percatara de que albergaba sentimientos homosexuales por Aswil. Y seis meses después, cuando las emociones de Tomoyuki eran demasiado para ocultarlas, finalmente juntó valor y le confesó sus sentimientos a Aswil. Finalmente arriesgo ganarse el odio de Aswil y el perder a un buen amigo, razón por la cual había temido actuar todo este tiempo, hasta ahora. 
—No podemos vernos más. No creo poder verte solamente como amigo. — Se encontraban en la habitación de Aswil cuando Tomoyuki se confesó. Aswil rodeó a Tomoyuki con su brazo derecho y lo haló hacia él. 
— ¿No quieres escuchar mi respuesta?— Aswil no mostró sorpresa, solo sonrió. 
—No, — Tomoyuki volteó a ver hacia otro lado, sus labios contraídos, estaba tan nervioso que sintió que su corazón se iba a escapar por su garganta. 
— ¿Qué pasaría si te dijera que no te dejaré ir, hasta que no escuches mi respuesta?— Jamás imaginó que Aswil sería tan cruel. Le había tomado todo su coraje el poderse confesar en primer lugar que no podía tolerar la vergüenza. Mentiría si dijera que no mantenía un poco de esperanza de que Aswil se quedara con él, pero nunca se atrevería a admitírselo a sí mismo. Aswil sonrió ante el silencio de Tomoyuki.
—No se le puede hacer nada. — Aswil colocó su otro brazo alrededor de Tomoyuki. —Siento lo mismo. — Así que esto era a lo que la gente se refería cuando hablaba de estar caminando en la novena nube. Cargándose de pasión por las palabras de Aswil y por su cuerpo, los días siguientes fueron como si estuviera viviendo en un sueño. Aswil no podía haber sido más gentil. Su personalidad tenía un lado temperamental, pero Tomoyuki encontraba eso terriblemente seductor. No pensó mucho en el futuro. Aswil mantenía su mente y corazón siempre llenos, siempre pensando solo en él. Pero un día, exactamente un año después de que se conocieron, Aswil inesperadamente regresó a su país. Eso fue la primera vez que Tomoyuki se enteró que Aswil era del país de Madina. 
—Cuando las cosas se calmen, te llamaré. Regresaré por ti. — Las palabras de Aswil habían sido breves, pero Tomoyuki las había creído fervientemente. Quería creerlas. Nada importaba, a excepción de escapar de la ansiedad que lo acechaba, amenazándolo de llenarlo de oscuridad. Pero no le tomo mucho el darse cuenta de que había estado en lo correcto al preocuparse. Tomoyuki vio en las noticias que el rey de Madina estaba en cama y que Aswil el único heredero al trono había tomado el rol de regente. Las noticias de que Aswil era el único hijo del rey fueron impactantes. Y porque su madre era inglesa, era ahora objeto de interés mundial (el primer rey de su país que tenía sangre extranjera corriendo por sus venas).
Justo cuando Tomoyuki se estaba recuperando del impacto de esas noticias, escucho otra, que Aswil estaba comprometido. No podía encontrar las palabras para describir lo que sintió en esos momentos. Las noticias lo habían devastado. Pero en algún lugar dentro de él, llegó a la conclusión que el compromiso era inevitable, y que debía de renunciar a sus sentimientos. No podía continuar deseando un final feliz para su relación, después de todo…solo eran sueños; y acababa de despertarse a la realidad. Se sintió como si fuera otro, un Tomoyuki completamente sin sentimientos, viendo a aquel Tomoyuki interno el cual estaba tan triste. Después de eso, Tomoyuki jamás volvió a involucrarse en otra relación. Como resultado, sus notas se volvieron excelentes y regresó a Japón graduado con honores. Pasó los últimos cuatro años trabajando para una de las mejores compañías de Japón. Trabajo compulsivamente y como resultado, sobresalió más allá que el resto. Sus resultados captaron los ojos de sus superiores. Podía confiar en su trabajo. Le gustaba que los resultados fueran claros, cifras numéricas. El trabajo de Tomoyuki en esta ocasión había sido el de escuchar la propuesta de contrato de cierta empresa petrolera inglesa, la cual buscaba patrocinadores para un proyecto de extraer petróleo crudo. Aswil definitivamente no podía haber arreglado eso. 

********* 


— ¿Qué es lo que querrá de mi ahora? — Tomoyuki gruñó. No podía evitar el sentirse hostil. Después de seis largos años, había comenzado a pensar que Aswil finalmente lo había olvidado, así que ¿qué significaba esto ahora? Recordó como lucia Aswil ahora. Tomoyuki estaba acostumbrado a los encantos del otro hombre, su comportamiento sofisticado, su mirada voraz.

Los besos de Aswil no habían cambiado, tan apasionados que provocaban que el interior de su cuerpo hirviera de pasión. Sus dedos rozaron sus labios. Aun se encontraban delicados, aun adoloridos. Sintió que estaba mal, pero en lo único que podía pensar era acerca de Aswil. No se debía encontrar en todas sus capacidades ya que pasó un poco de tiempo antes de que se percatara de que alguien estaba tocando a su puerta. Tomoyuki se despabiló y se puso de pie. Se acercó a la puerta, desconfiado del apenado toque. 
— ¿Quién es?— preguntó. La voz de una mujer respondió en árabe muy formal. Al abrir la puerta, una mujer cubierta con un abaya negro le sonrió. —Me llamo Sana, — dijo, —y le estaré sirviendo durante su estadía en este lugar. Por favor déjeme saber si hay algo que necesita. — Las mujeres de arabia solían cubrirse todo a excepción de sus rostros. Es por esta razón que podía calcular que Sana tenía aproximadamente treinta años. Sus facciones eran típicas de una mujer árabe, pero sus ojos eran de un negro hermoso. Hubiera sido más sencillo el decirle que no necesitaba ayuda y sencillamente cerrar la puerta, pero Tomoyuki sabía que eso era inaceptable. Este lugar era Madina después de todo. Si Tomoyuki rechazaba su ayuda, Sana no estaría cumpliendo con los deberes que su maestro le había encomendado. 
—Hay comida preparada para usted, — dijo con amabilidad. —Le llevaré al comedor. — Se percató por vez primera que no había comido casi nada en un largo periodo de tiempo. Aun así no se sentía hambriento. No sabía si era debido a los efectos secundarios de las drogas o si el estrés estaba haciéndolo sentir indispuesto. 
—Prefiero no hacerlo. — dijo.
— ¿Debería hacer que traigan la comida hacia acá? — preguntó. 
—No, — dijo, rechazando su segundo intento. —Me temo que no me siento bien para hacerlo. Me recostaré, por favor no se moleste conmigo. — 
—Pero…su majestad me pidió que le prepara una gran cantidad de comida, — Sana protestó. Le molestaba el no ser capaz de cumplir con sus obligaciones. Tomoyuki no estaba seguro de que podía hacer para ayudar, pero una idea le vino a la mente. No tenía hambre, pero quería lavarse. — ¿Podría prepárame un baño?— El rostro de Sana se iluminó ante el requerimiento. 
—Por supuesto. — Acababa de contestar cuando salió inmediatamente de la habitación. Una empleada de servicio distinta llegó a la habitación para escoltar a Tomoyuki. 
—Por favor, sígame. — dijo la nueva muchacha. Dejó la habitación y siguió a la joven a través del palacio de Saria. El palacio podía haber sido una residencia secundaria en medio de un oasis, pero aun así era increíblemente impresionante. Los arquitectos habían agotado los límites de lujos, desde el mármol que se encontraba debajo de sus pies hasta los pilares decorados con finas losas. Las grandes incrustaciones de piedra lucían como esmeraldas. Un mural pintado de la vida de la flora se encontraba en el techo. El hecho de que estaba en Madina, en el Medio Oriente, finalmente se registró en la cabeza de Tomoyuki. Estaba lejísimos de Inglaterra, sin mencionar la distancia a la que se encontraba Japón. 
—Aquí estamos. — dijo la sirviente.
Un par de puertas dobles se abrieron y Tomoyuki abrió la boca al ver a través de las nubes de vapor el área de baño que se expandía en frente de él. Pilares estaban esparcidas a la misma distancia una de la otra alrededor del baño, y entre cada una escaleras descendían hacia la tina, la cual era del tamaño de una piscina. En el centro de la piscina se encontraba una estatua con forma de león, agua caliente vertía desde su boca. Tres sirvientas estaban esperando adentro. El momento en el que Tomoyuki entró un tanto vacilante al baño fue rodeado por ellas y comenzaron a desudarle. 
—Oigan… ¡esperen!— les gritó en japonés, sorprendiendo a las mujeres. Separó sus manos en forma de disculpa, ya que después de todo, no habían hecho nada malo. 
—Lo siento, pero preferiría hacer esto solo. — Su confusión era contagiosa. En Madina, sabía que era común que las sirvientas ayudaran con el baño, pero Tomoyuki no podía dejarse llevar por eso. No tenía idea de cómo decirles eso, así que solo les dijo que quería estar a solas para tomar su baño. No estaba seguro que pensarían al respecto. Pero era importante que lo dejaran a solas aquí, se sintió satisfecho cuando las mujeres se fueron de la habitación. Tomoyuki se sintió un poco culpable de tener toda la tina para él solo. Ese pensamiento le hizo sentir la diferencia de clase económica de la que venía. Su familia era de clase media-alta en Japón. Sin importar que tanto dinero tuviera su familia en Japón, no era nada en comparación con la realeza de Madina.
Se estiró en una de las esquinas de la tina de mármol y cerró sus ojos. Un leve aroma a rosas surgía desde el agua, y comenzó a relajarse a pesar de la situación en la que se encontraba. Escuchó que en tiempos antiguos existían fuentes en los palacios de algunos países de los que vertía agua con aroma a rosas. Las personas lavaban sus manos con ella. Esta era la versión mejorada del baño. Todo parecía pertenecer a otro mundo más allá de su imaginación. Pero este era el día a día de la vida de Aswil. Aun cuando parecía de otro mundo para Tomoyuki, era solo una parte de la rutinaria vida de Aswil. Tomoyuki dejó escapar un suspiro. Después de que se remojó en el baño, se lavó el cuerpo y cabello. Regresó para otro remojo en el baño, pero se detuvo cuando comenzó a marearse. Escaló las gradas y regresó al vestidor. La sensación de el mármol frio en la planta de sus pies era maravillosa, y por un momento, olvidó cuan cansado estaba. Varias botellas pequeñas estaban colocadas al lado de la ropa que dejaron para él. Parecía ser algo que a las chicas de su oficina les gustaría, pequeñas botellas de cristal decoradas con exquisitas rosas. Estaban llenas con un líquido de color ámbar. Abrió una de ellas y la acercó a su nariz. Olía tan dulce como un perfume. No había duda que había sido hecha para colocar en el cuerpo. No le interesó. Volvió a cerrarla, encogiendo los hombros, un tanto nervioso se coloco las ropas que habían sido preparadas para él. El traje de dormir de seda acarició su cuerpo espléndidamente. Sin embargo, pensó que lucía como lencería y se sintió incomodo. No le gustaba la ropa que llegaba hasta sus pies. No se parecía a un buen par de pijamas. Los países Árabes y Japón, Aswil y Tomoyuki— no tenían nada en común. Abrochándose los botones que se encontraban en el frente, Tomoyuki tuvo dificultad eligiendo entre una silla de ratán o la cama, pero terminó escogiendo la silla. Dejó caer su cuerpo ya limpio en la silla y cerró sus ojos. El rostro de Aswil flotó en su mente.
—Faridat. — Aswil le habló a Tomoyuki con el mismo tono de voz que utilizó hace bastante tiempo. Una impetuosa, dulce voz llena de afecto. Había existido un tiempo en el que con solo escucharla había hecho a Tomoyuki el hombre más feliz. Se dejó llevar en la memoria de la mando de Aswil acariciando su cabello. 
—Aswil…— Para Tomoyuki, ese era un nombre especial. O lo había sido hace seis años. Irónicamente, Tomoyuki conoció al verdadero Aswil, cuando este partió. Estaba muy confundido por las diferencias que existían entre el Aswil que recordaba y Aswil al-Murshid. No podía lidiar con ello, así que la única forma para protegerse había sido olvidar al Aswil que su corazón recordaba. Pensó que lo había logrado—hasta hoy. Recordó esa suave caricia en su nuca. Amaba la manera en la que Aswil lo acariciaba. Cuando Aswil acariciaba su nuca, era seguro que un beso seguiría… Tomoyuki abrió los ojos. Vio a Aswil observándole, lleno de un aire de masculinidad, tocando la parte de atrás de su cuello con sus fríos dedos. 
—Me fascina la forma en la que dices mi nombre, mientras sueñas. — Aswil susurró intensamente, ojos llenos de pasión. Tomoyuki sintió como si Aswil pudiera ver a través de su alma. Quitó bruscamente la mano de Aswil. Refunfuñando se levantó de la silla. Pero antes de que pudiera moverse, Aswil tomó su mano y lo haló nuevamente. 
—Escuché que no quisiste la ayuda de las sirvientas—dijo Aswil.
— ¿Hay algún problema por ello?—Tomoyuki respondió groseramente. Necesitaba calmarse. No quería que Aswil supiera que tenía el poder de molestarlo. 
—No necesito que alguien me ayude a bañarme. Además es vergonzoso. — 
—Vergonzoso ¿eh?—Aswil observó a Tomoyuki, tan cerca que sus narices casi se tocaban, y rio. — ¿Es esa tu excusa, después de la forma en la que te regalaste a mí?— Tomoyuki sabía que si se molestaba por ese comentario caería justo en el juego de Aswil, pero había sido claramente afectado. Podía imaginar lo que Aswil estaba pensando justo en estos momentos. Ahora que ya no estaban juntos, quería olvidarse de las cosas que habían hecho mientras habían sido felices. 
—Di mi nombre otra vez. — susurró Aswil. El rostro de Tomoyuki se tornó rojo y mordió sus labios para evitar responder. No quería obedecer a Aswil. —Faridat. —
 Ignoró decididamente sus emociones caóticas y volteó la mirada hacia otra parte para señalar su negativa. Pretendió que había olvidado aquel nombre. Debió haber molestado a Aswil porque este tomó la barbilla de Tomoyuki y lo volteó hacia él. 
—No me desafiarás en mi propio palacio, — ordenó Aswil. Qué cosa más arrogante para decir. No era como que si Tomoyuki tuviera otra opción. Ya que había sido forzado a encarar a Aswil, Tomoyuki observó al otro hombre con rebeldía. 
—Así que si el sheikh de Madina lo ordena, ¿debo obedecer? — Preguntó con veneno en su voz —Eso solo me hace preguntarme más, que es lo que el sheikh desea de una persona común y corriente como yo. —
Su voz estaba llena de enojo, una de las orillas de los labios de Aswil se alzó en una sonrisa irónica.
—Pensé haberte dicho que fue para cumplir mi promesa contigo. —dijo Aswil. 
— ¿A caso no estás satisfecho con solo una prometida? Lo siento, pero no tengo tiempo para ser parte de tus bromitas. — regañó Tomoyuki. 
—Esto no es ninguna broma, — Aswil contestó. Tomoyuki sonrió con todo el desdén que pudo expresar. Parecía que no estaban hablando del mismo tema. 
—Bueno, es una línea un poco estúpida para tener seis años de atraso. — Los arrepentimientos y las heridas del pasado se habían convertido en una ciudadela para Tomoyuki. Odiaba el idiota que fue, y odiaba a Aswil por no haberle dado explicaciones. Aun cuando habían llegado hasta este extremo, Aswil no lo consideraba digno de darle una explicación. 
— ¿Una línea estúpida? — la sonrisa que estaba dibujada en el rostro de Aswil desapareció. Vio fríamente a Tomoyuki y aun con su mano sosteniendo firmemente la barbilla del japonés, acercó sus labios. Resistiendo instintivamente, Tomoyuki quitó su rostro y calló sobre la silla. Aswil lo aplastó en contra de la misma, sosteniendo su rostro con su mano izquierda y besándolo con pasión. Cambiando de ángulo el rostro del japonés hacia la derecha y hacia la izquierda, forzó los labios de Tomoyuki a separarse e introdujo su lengua. Las manos de Tomoyuki temblaban, sujetando la camisa de Aswil. Debió haberse resistido esto, pero antes de darse cuenta, se estaba aferrando a Aswil. Su respiración se alteró. Aswil deslizó la mano que tenía en su cabeza hacia su cuello y lo apretó.
Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Tomoyuki, encendiendo un fuego en lo profundo de su ser. Aswil acercó a Tomoyuki a su cuerpo y deslizó la mano que tenía en el cuello de Tomoyuki, la bajó hacia su espalda, sobre su ropa de dormir, presionándola contra su espina a través de la tela. Tomoyuki gimió suavemente. Se sorprendió al escuchar su voz llena de deseo. 
—No… no quiero esto, — jadeó. 
Aswil vio directamente a Tomoyuki, ojos llenos de fuego. Su lengua penetrando el interior de la boca  del japonés.
—Necesitamos hacer esto, por nosotros, — logró decir. —No seas estúpido… ¡oye!— Tomoyuki saltó al sentir la mano de Aswil en el final de su espalda. Lo derribó en la silla, enrolló la parte de debajo de sus ropas de dormir, exponiendo primero sus rodillas y luego sus muslos. Una mano se introdujo entre sus muslos y Tomoyuki cerró sus ojos con fuerza. No podía resistirse. Alguna parte de su mente aun se rehusaba a aceptar a Aswil, pero su cuerpo solamente temblaba. Oponerse era inútil. —Tu piel parece de porcelana, — murmuró Aswil. 
—Mmm…— fue todo lo que Tomoyuki pudo decir. El placer que había provocado que su cabeza se mareara revivió por las caricias de Aswil. Había vivido una vida de abstinencia por demasiado tiempo. Se había comenzado a sentir como un monje, pero sabía, estando en los brazos de Aswil, que se había equivocado.
—Aswil…— dedos acariciaban las articulaciones de sus piernas, llenando de lágrimas sus ojos. Aun así, trató de calmarse, una y otra vez se dijo que era imposible. 
—No… suéltame…— Aswil frunció el seño ante la negativa.
 —Eres terco, ¿verdad?— Haló la cadera de Tomoyuki hacia arriba, levantándolo de la silla. Lo hizo con tal fuerza bruta que ambos cayeron sobre el suelo de mármol. Tomoyuki intentó levantarse, pero fue demasiado tarde. Aswil empujó al japonés hacia abajo con todo su peso. Se quitó su propia corbata y sujeto ambas manos de Tomoyuki con ella. Tomoyuki finalmente se percató de lo seriedad de la situación. 
— ¡Jamás te perdonaré por esto!—gritó. 
Aswil tenía una prometida. Pero de todas maneras, iba a tomar lo que quería de Tomoyuki. Debía pensar que todo lo que quería era de él, solo para tomarlo cuando le diera la gana. ¿Qué iba a hacer Tomoyuki? 
— ¡Detente!— gritó. No entendía a Aswil. Pero estaba equivocado tratando de entenderlo. 
— ¿Es humillante el ser forzado?— gruñó Aswil. —Bueno, pronto estarás gimiendo de la felicidad. — Su egocentrismo y personalidad agresiva eran partes de su encanto. Pero la manera en la que Aswil se estaba comportando ahora era la misma definición de un tirano. Nunca le dio la oportunidad a Tomoyuki para rechazarle. Creía que Tomoyuki le pertenecía, y que estaba ahí para obedecerle.
—Creo…crep que el que se siente humillado eres tú, — dijo Tomoyuki. —Creo que te enfurece el hecho que hay alguien quien no te quiere obedecer. — 
—Tomoyuki. — las líneas que se encontraban en la frente de Aswil se profundizaron por el desagrado. —Si crees que puedes escaparte de esta, enojándome, será mejor que te rindas. No funcionará. No tengo ninguna intención de dejarte ir. —
— ¡Aswil!— 
Aswil terminó de empujar hacia arriba la ropa de dormir, exponiendo su entrepierna. El japonés lucho para escapar la vergüenza y humillación, pero no logró nada. Algo frío acarició entre las mejías de su parte trasera y dejó escapar un suspiro. Aswil lanzó algo al piso, quebrándolo… una de las pequeñas botellas que Tomoyuki había visto antes. No sabía que los sirvientes las hubiesen preparado para algo como esto. 
—Mmm…—gruñó, mordiendo sus labios. Porque si no lo hacía sabía que gritaría. Los dedos de Aswil los cuales se encontraban empapados de aceite, se movían hacia adelante y atrás en el espacio que se encontraba entre sus mejías. 
—Solo es aceite perfumado. Con esto no te lastimaré. Existen muchas variedades con estos aceites.  —No…Aswil…— 
—No te asustes. — la lengua de Aswil se movió dejando un rastro pegajoso sobre el lóbulo de la oreja de Tomoyuki.
—Comenzará a gustarte pronto. Se mas que nadie que tan vulnerable eres al placer, ¿cierto?— susurró justo al lado de la oreja de Tomoyuki.
— ¡AH!— un temblor recorrió su cuerpo. Sabía que no era por desagrado. Los dedos de Aswil lo penetraron lentamente. No había dolor, gracias al aceite. Un dedo se empujó en lo profundo de su ser y comenzó a masajearlo desde adentro. 
—Mmm…Mmm…— Un sentimiento familiar se esparció por su cuerpo, pero no podía evitar el someterse a él. Seis años habían transcurrido, pero no importaba que tan frecuente dijera que no. Ni el mismo creía sus rechazos. 
—No lo pienses más, — Aswil continuó susurrando. —Sólo disfrútalo. — Con la pasión a flor de piel, Tomoyuki no pudo responder. Tenía que admitirse así mismo que Aswil sabía esto mejor que nadie. Había sido bastante regalado hace seis años. Gruñó. La estimulación en su zona erógena llenaba su parte trasera de placer, recorriendo muy dentro de su ser. Su pene no solo estaba erecto, sino que también néctar goteaba de la punta, juntándose en el suelo. No quería esto, pero todo estaba fuera de su control. 
— ¿Qué tal se siente esto?— la dulce y cautivante voz de Aswil pudo ser escuchada desde lejos. Tomoyuki sacudió su cabeza y no dijo ni una palabra. 
—Contéstame Tomoyuki. — Aswil tomó su miembro. El leve dolor creó en él un placer más intenso que forzó que un suspiro saliera de su ser, lleno de pasión. 
—Esto es lo que sucede si no me contestas. — Apretando fuertemente la base de su pene, Aswil se movió dentro de Tomoyuki. El japonés pensó que tenía su voz bajo control, pero está se escapó sin obedecerle. Estaba seguro que se volvería loco si esto continuaba.
Si todo terminaría de la misma manera no importaba lo que hiciera, prefería que esto terminara más pronto que tarde. Este pensamiento permitió que Tomoyuki se liberara. 
—Se siente…bien…—jadeó. Para ser honesto, encontró difícil de creer que tanto estaba sintiendo. Aun se sentía demasiado susceptible a las caricias de Aswil, aun después de seis años. 
— ¿Mucho mejor que aquel hombre? — Aswil cuestionó. Tomoyuki no comprendía a lo que se refería Aswil y solo se le quedó viendo. No podía ni entender lo que la pregunta significaba, o quién podría ser „aquel hombre.‟ Aswil aparentemente mal interpretó el silencio de Tomoyuki. Enojado, removió bruscamente su dedo de Tomoyuki. Después, lo alejó de un empujón. Su mirada impactó al japonés. Esa fría y penetrante mirada hizo que la pasión del cuerpo de Tomoyuki despareciera. 
—Aswil…—
 — El hombre con el que vives. ¿Lo amas? — Aswil rugió. 
— ¿Cómo? — después de un momento Tomoyuki finalmente entendió a lo que se refería Aswil… uno de sus compañeros de trabajo. Su jefe le había encomendado entrenar a uno de sus compañeros, petición que no podía rehusar. El hombre vivía muy lejos, así que cuando se quedaban trabajando hasta tarde, Tomoyuki dejaba que pasara la noche en su casa. Aswil tenía una idea equivocada acerca de su relación. Pero en primer lugar, ¿Cuándo se había enterado de él? ¿Qué tanto sabía?
—Él es…— Tomoyuki comenzó a explicar, pero cambió de opinión. No tenía porque andar dando explicaciones. Este Aswil era un extraño para él.
La expresión de Aswil se tornó furiosa mientras Tomoyuki se tragaba su respuesta. Su rostro era aun más terrible en su enojo, porque era todavía más bello. 
—No me importa lo que él signifique para ti. Aquí me obedecerás. —
— ¿A caso…estas planeando hacerme parte de tu harem? —Tomoyuki lo retó con un tono burlón. Aswil lo miró fríamente, ignorando la provocación. 
—Desgraciadamente, los hombres no pueden pertenecer a los harems. — Por el énfasis que Aswil colocó en la palabra „desgraciadamente,‟ Tomoyuki pudo detectar una pizca de felicidad, dando a entender que ni siquiera merecía el pertenecer a dicho lugar. Los actos que habían compartido tan frecuentemente y tan amorosamente en el pasado no eran nada más que armas ahora. 
—Es verdaderamente una desgracia, — dijo hostilmente. 
— Sería el paraíso para cualquier hombre, el estar completamente rodeado por mujeres. — Parecía que realmente se odiaban el uno al otro. En realidad, Tomoyuki únicamente estaba siendo halado por el remolino de odio que había crecido dentro de él. 
— ¿Paraíso, eh? „para un hombre‟, eso tal vez sea cierto, — Aswil contestó, lanzándole una mirada morbosa. El hombre nuevamente presionó su dedo, húmedo con aceite, contra la entrada de su cuerpo. Tomoyuki mordió sus labios para evitar llorar. 
—Pero cualquier harem estaría desperdiciado en alguien como tú, quien disfruta tanto el cuerpo de otro hombre. — 
— ¡Aswil! — Eso era imperdonable. La sangre se le subió a la cabeza por la furia que sentía y trató de escapar del poder de Aswil.
Esto no era ninguna broma. Había sido traído hasta este lugar para complacer un capricho de Aswil y ahora era víctima de tan humillantes abusos. No iba a tolerarlo. El árabe ni tan siquiera pensó en como los se sentirían demás. Tomoyuki se cegó de la cólera que sentía la cual era provocada por la arrogancia del otro hombre. 
—Detén eso, — Aswil ordenó. — No te resistas. —
— Cállate. — Tomoyuki gritó. — ¿Por qué dices cosas como esas? ¿Por qué no me dejas ir? — Se sacudió violentamente. No se percató del dolor que le causaría el golpear el suelo de mármol, lo único que deseaba era escapar. 
—Tomoyuki, — Aswil hizo un sonido de desagrado con su lengua mientras levantaba al japonés del suelo. —Quédate quieto. —
Tomoyuki se sintió intimidado por los ojos de color miel que le observaban. Aswil le inmovilizó las piernas y se lo acercó tomándole de los brazos, previniendo sus luchas. Presionando su frente contra la de Tomoyuki, murmuró nuevamente, 
—Quédate quieto. — Aunque eran las mismas palabras. Tomoyuki se paralizó con el cambio del tono de su voz. 
—Tus brazos se están tornando rojos,— dijo Aswil. —Es porque continuas resistiéndote. Te quedaran marcas. — 
—¿Marcas?— Tomoyuki repitió.
El tono de voz de Aswil era gentil, como lo había sido hacía tanto tiempo. Esa fue la única demostración de amabilidad que le mostró, pero aun así sentía un gran dolor en su pecho. Por un momento, sintió otra vez como si los últimos seis años hubieran sido una ilusión, que se encontraba de regreso en el pasado, cuando Aswil y él se amaban. 
—Tomoyuki.— Aswil tomó su rostro y lo besó. La lengua del hombre recorrió sus labios dulcemente y estos naturalmente se abrieron para darle mejor acceso. Aswil lamió su labio superior y mordisqueo su labio inferior y luego unió sus bocas en un beso apasionado. Los besos hicieron despegar la mente de Tomoyuki y este comenzó a vibrar por la intensidad, no le quedaban mas fuerzas a su cuerpo. Su cabeza se sacudía de un lado al otro, frustrado por la atadura que restringía sus manos. Aswil movió sus labios hacia la garganta de Tomoyuki y bajó sus manos buscando su objetivo. 
—…mmm…— Tomoyuki gimió. 
—Te gusta eso…— Aswil murmuró. —Si…confíame tu cuerpo.— 
—As…wil…— Tomoyuki instintivamente trató de retirar su cuerpo de pasión que se estaba presionando contra él. Aswil se movió reaciamente lanzándole una mirada junto con un beso. Sus dedos se presionaron nuevamente contra la entrada del cuerpo de Tomoyuki, el cual se sacudió dándole la bienvenida. 
—Ah…no…
— Lo virilidad excitada de Aswil dividió la entrada y le penetró lentamente. Después de no haber usado esa parte de su ser durante seis años, era lógico que habría un poco de dolor, pero ese placer tan familiar, el cual Tomoyuki había experimentado tantas veces en el pasado, se apoderó de él. A pesar de toda la resistencia, lo único que deseaba era rendirse a tal placer.
—No puedo moverme,— dijo Aswil. —Relájate.— 
—No…— susurró Tomoyuki. Aunque aun sentía un poco de dolor, el aceite facilitó a Aswil el ingreso. Había olvidado como aceptarlo más profundamente. Aun cuando podía escuchar dolor en la voz de Aswil cuando este le llamaba, no podía relajarse. 
—¡Agh!— Aswil logró penetrar un poco, pero volvió a retirarse. Suspirando profundamente se puso de pie y se movió hacia la cama, sosteniendo a Tomoyuki entre sus brazos. 
—¿Nunca lo hiciste con aquel hombre? O ¿con algún otro?—Aswil le preguntó desabrochándole los botones de la ropa de dormir. El japonés no le contestó, pero las palabras no eran necesarias. Aswil sabía la respuesta con tan solo la reacción del cuerpo de Tomoyuki. La expresión de Aswil cambió, se tornó más gentil; besó el cabello de Tomoyuki y susurró cerca de sus labios. 
—Entonces seré gentil, como si fuera la primera vez.— ¿Qué tan cruel podía llegar a ser? Ahora sabía todo, pero aun así planeaba someter a Tomoyuki a más humillaciones. Más Tomoyuki sabía que su cuerpo no lo rehusaría. Tomoyuki se sentía asqueado por esa parte de él mismo que se regalaba a Aswil, pero eso únicamente fortalecía su convicción de nunca entregar su corazón. 
—Mi faridat.— Aswil le llamó con una vos suave que desbordaba dulzura. Su lengua acariciaba los labios de Tomoyuki y éste aceptó obedientemente cada uno de los besos afectuosos de Aswil.





Aquí una nueva historia, como se darán cuenta las historia que involucren romances en el desierto me pueden simplemente no puedo ignorarlas es algo adictivo para mi ese tipo de historias
Espero transmitirles el mismo sentimiento a ustedes

1 comentario:

  1. Pues me gusto este primer capitulo, la historia me engancho.
    No se que les esper en su relacion, ambos son polos opuestos todo sus mu dos diferentes ojala el amor logre muchas cosas.
    Espero q Aswil tamopoco hubiera estado con nadie, hombre o mujer en esos 6 años.
    Espero los nuevos capitulos.
    Gracias !!!

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