El Aristócrata y el Príncipe del Desierto

Capítulo Once 


El rey Muhammad III de Cassina era un apacible gobernante con una colorada y redonda cara, embellecida con una hermosa barba y bigote. Sus ojos eran café claro, y cuando la luz de sol les daba eran del color del té. Les dijo que dispensaran las ceremonias y seleccionó un pequeño cuarto de recepción en donde podrían charlar
durante su audiencia.


—Estoy aliviado de que al menos no hayas sufrido lesiones serias. —El rey abrazó a Takeyuki como si hubiera sido un hijo perdido y le dio un ligero beso en la mejilla—. Es doloroso para mí decir que la ley y el orden no reinan en mi país, espero contar con tribunales en el futuro y trabajar para que mi gente y mis huéspedes estén un poco más seguros. Me disculpo
profundamente por este incidente. Siento mucho que hayas sido empujado a esta terrible situación, Takeyuki. Sé que esto no te deja un buen recuerdo de mi país.

—Ciertamente no, señor —Takeyuki fingió diplomacia. A su lado su hermano bajaba profundamente la cabeza e interrumpía la conversación.

—Honestamente mi hermano se metió en toda esta situación por sí mismo, debido a su ignorancia y falta de precaución. Nosotros hemos venido a darle las gracias por su generosidad en ayudar a rescatarlo.

—Gracias por agregarse a nuestros esfuerzos —agregó el embajador.

—No es necesario ser tan formales ahora. —El Rey les señaló a los tres hombres que tomaran asiento en los sofás, e hizo sonar una campana para que alguien llevara té y bocadillos. Los bocadillos eran una especie de galletas de azúcar llamadas sanyora que se derretían en la boca. El explosivo sabor era como a camote dulce.

—A propósito, su majestad, ¿cómo se encuentra el príncipe Ashif hoy? Si él está disponible nos gustaría agradecerle su ayuda —comentó el embajador, pero el Rey sacudió la cabeza, preocupado.

—Él regresó anoche. Le comenté que vendrían hoy al palacio. Dijo que se sentía avergonzado por recibir las gracias debido a que había hecho muy poco por ayudar y se rehusó a venir. Me disculpo.

—Oh, no, para nada, es descortés de nuestra parte forzarlo a recibir nuestro aprecio.

—Yo le enviaré sus saludos.

—Es usted muy amable, gracias.
La audiencia terminó después de veinte minutos, el embajador fue el que habló más, una vez que Atsushi y Takeyuki le dieron las gracias, se limitaron a escuchar en silencio el resto del tiempo. Ambos bajaron la cabeza respetuosamente y
salieron del salón.
El embajador y Atsushi regresarían a la embajada a trabajar. La misma limusina que los había llevado los regresaría.

—Nosotros preparamos un auto separado para el señor
Takeyuki, ¿Podría esperar en el jardín?

—Bien. Gracias por tomarse tantas molestias—le contestó Atsushi.
Takeyuki vio a los dos hombres y Mustafá irse, y él siguió al
hombre árabe que trabajaba en el palacio hacia un jardín.
El piso del pasillo estaba decorado con mármol blanco y verde en un patrón de tablero de ajedrez, cada pocos metros había pilares de mármol que soportaban el segundo piso, en la base y en la cima de los pilares había hermosos labrados. El piso estaba intensamente pulido y reflejaba la luz como un espejo.
Takeyuki estaba preocupado de resbalar si no prestaba atención.
El jardín era largo y rebosante de vegetación. También
había muchas flores exóticas. Takeyuki giró la cabeza para
verlas mientras caminaba. Sorpresivamente el guardia hizo una pausa, entonces se retiró hacia un lado y se inclinó al nivel de su
cintura, haciendo una reverencia.
Takeyuki estaba viendo el jardín mientras caminaba y tardó en percatarse de lo que sucedía. Sólo hasta que el guardia se apartó fue que vio a una figura parada ahí.
Un hombre alto de perfil estaba apoyado en el siguiente
pilar. Su blanca y muy plisada camisa blanca estaba cubierta con una prenda árabe negra de manga larga. Lujosamente bordada con hilo dorado. También estaba viendo hacia el jardín. Tenía sus brazos cruzados sobre el pecho y su postura estaba infundida de una nobleza que dificultaba que se aproximaran. Su cabeza estaba cubierta con una lujosa tela blanca con la orilla dorada.
Ése sólo podría ser el príncipe Ashif.
Takeyuki lo intuía, y vaciló, intimidado ante la situación.
Takeyuki probablemente debía quedarse parado a un lado del pasillo también. Nervioso, se quedó de pie, finalmente el príncipe giró la cara lentamente viendo a Takeyuki a la cara
¿Huh? En el momento en que vio la cara, los ojos de Takeyuki se abrieron más y su boca se quedó abierta sin poder hablar. ¿Zayid?
No había duda acerca de eso. Sus ojos explotaban y veía
intensamente esa cara que pertenecía al hombre con el que había estado viajando a través del desierto hasta el día anterior.
Era Zayid. Takeyuki estaba en estado de choque preguntándose si se trataba de un simple sueño.



Zayid… no, Ashif, alejó la vista de Takeyuki que seguía perfectamente de pie congelado y en choque, le habló al hombre que seguía inclinado por su cintura en la orilla del corredor, sin mover un músculo.

—Gracias, Hassan.

—A sus órdenes. Me disculpa, príncipe Ashif. —Al parecer el
hombre había llevado a Takeyuki ahí por órdenes de Ashif. Su trabajo estaba hecho, y se retiró rápidamente.
Mientras eso pasaba, Takeyuki veía la hermosa cara de Ashif con total incredulidad. Pero cuando toda señal de otra persona desapareció del área y ellos se quedaron solos, se sintió incómodo.

—Así son las cosas, Takeyuki —dijo Ashif con una débil sonrisa, acercándose a Takeyuki con grandes pasos. Sus ojos azules se entrecerraron con placer y revisaron el cuerpo entero de Takeyuki enfundado en un inusual traje de cola.
Aparentemente disfrutó lo que vio.
Takeyuki estaba nervioso y miró alrededor buscando
cualquier tipo de ayuda o una vía de escape, pero desafortunadamente no había ningún lugar dónde esconderse en el enorme corredor.

—¿Planeas huir de nuevo? —dijo Ashif sarcásticamente,
parándose nariz con nariz con Takeyuki para bloquearle el
escape.

—Es-eso no es justo. —Takeyuki tartamudeaba—. Fue cobarde de tu parte engañarme.

Takeyuki había pensado que no volvería a ver a Zayid de
nuevo, había llorado lastimosamente toda la noche y había hecho cosas indecentes pensando en él. Pero ahora se le revelaba la verdadera identidad de Zayid, quien era el hermoso y encantador príncipe de Cassina. Takeyuki no pudo evitar que su cara ardiera por todas las cosas vergonzosas que había hecho bajo la mirada de ese hombre.

—Lo siento por ser un cobarde —murmuró Ashif con su
reconfortante voz de barítono, levantando a Takeyuki en un
abrazo un momento después.

—¡Z-Zayid! 

Su sorpresa hizo que llamara a Ashif por el familiar nombre.

—¡Shh! —Ashif silenció la exclamación soltada por Takeyuki sin pensar, su cara estaba tan cerca que las pestañas de Takeyuki parecían tocarlo—. Ese nombre está prohibido aquí.
Su voz era tan sensual que hizo que la cabeza de Takeyuki
girara, sus emociones eran fácilmente dominadas, Takeyuki sentía que en cualquier momento sus piernas cederían. Ashif lo sostenía seguro por su cintura, así que prácticamente estaba de
pie sostenido por Zayid.

—Lloraste anoche, ¿no es así?

—¿Qué te hace pensar que hice eso?
Temblando por el hecho de que Zayid adivinara la verdad, Takeyuki lo negó fervientemente, pero Zayid sonreía satisfecho, como si afirmara que él lo había visto todo.

—Entonces, ¿por qué tienes hinchados los ojos? Puedo
reconocer cualquier ligero cambio en tu cara.

—Yo-yo lloré, pero no por ti. Lloré por la felicidad de ver a mi familia de nuevo.

—Takeyuki, yo nunca sugerí que hubieras llorado por mí,
pero al decir eso, lo estás confesando.

Takeyuki estaba atrapado, rápidamente sus pensamientos se convirtieron en un caos. No sabía qué más hacer. La única
cosa que sabía era que había sido capaz de ver a ese hombre de nuevo, quien estaba sosteniéndolo tan apretadamente que apenas podía respirar, levantando su espíritu y excitación por él, más de lo que podía decir. Ashif tenía razón. Takeyuki había confesado la verdad. Ashif probablemente sabía eso
perfectamente bien. No había manera de que ignorara la
frenética respiración de Takeyuki.

—Eres tan perverso. Me ignoraste completamente. Cada palabra que decías era para burlarte de mí, decías que era un niño y nunca me trataste como un igual.
Takeyuki hacía pucheros sobre todo: no era digno de Ashif,
y había sido sólo su burla, tratado como una mascota.
Intelectualmente entendía que Ashif lo tratara como a un niño, pero sus emociones lo recorrían enfadándolo.

—Déjame ir, por favor. ¿Cómo planeas explicar esto si
alguien nos ve?

—Nadie vendrá por un tiempo, me aseguré de eso.
Takeyuki luchaba por alejarse de los brazos de Ashif, pero el
hombre frustraba sus esfuerzos fácilmente y se calmó de nuevo.

—No eres muy bueno alardeando, Takeyuki.
Takeyuki se ruborizó por la humillación de lo que le decía
tan fríamente.

—¡Entonces qué! —apartó su cara, pero Ashif tomó el
mentón de Takeyuki acercándolo a su cara de nuevo. Al mismo tiempo se presionaba firmemente contra las caderas de Takeyuki, empujando una pierna entre las piernas de Takeyuki.

—Oh… —La rigidez en la ingle de Ashif presionaba contra lo
que su obvio deseo por el otro había logrado.
Takeyuki se ruborizó hasta la punta de las orejas, avergonzado.

—Prométeme que no le dirás a nadie que soy el “Halcón del
Desierto”, y yo en cambio haré lo que quieras que haga. —Su ardiente aliento acariciaba el oído de Takeyuki. La tentación de lo que ofrecía Zayid tenía a Takeyuki mareado.

—Pero… pero… —Takeyuki no podía hablar, las palabras no subían de su garganta, sentía que podía llorar de frustración.
Ashif había arreglado todo esto y Takeyuki no podía decir la simple palabra “tómame”. Era así porque los sentimientos de Ashif eran tan oscuros. Takeyuki no quería que Zayid llenara su cuerpo, sino su espíritu… pero si lo decía, Ashif, que odiaba preocuparse por algo, podría alejarlo. Takeyuki no confiaba en sí mismo.

—Takeyuki, estás duro aquí abajo, porque me quieres, ¿verdad?

Ashif no necesitaba preguntar, la prueba de la lujuria de
Takeyuki era imposible de esconder. Pero Takeyuki abrió la boca para negarlo con fuerza. Sintió que Ashif sellaba su boca con sus llenos labios.

—Ah…

—¡Eres tan testarudo!

Se alejó de los labios del hombre, y Ashif maldijo a Takeyuki, molesto, tomó el mentón de Takeyuki una vez más y presionó un feroz beso en los labios.
Incluso mientras se cerraba al intenso beso, la tensión en la
ingle de Takeyuki aumentaba con la fuerza de la sensualidad de Ashif. Y Takeyuki no era el único, el magnífico y robusto miembro de Ashif crecía definiéndose incluso más.
¿Podría Ashif sentir lo mismo? Una esperanza nació en el
corazón de Takeyuki, que palpitó excitado.

—Serás bueno ahora, ¿verdad?
Retirando sus húmedos labios, Ashif acomodó el cabello de Takeyuki detrás de su oreja. Y retiró una lágrima de la esquina del ojo de Takeyuki con la punta de su dedo.

—¡Te amo, te amé desde la primera vez que te vi en la sala de espera del aeropuerto!

—Mentiroso, no puedo creerte, no soy tan afortunado.

—Pero es la verdad. —Ashif insistió viéndolo directamente a los ojos.
Ahora que las cosas habían llegado a ese punto, Takeyuki no tenía razón para pensar que Ashif le estuviera mintiendo.
Pero la razón por la que se resistía, era que el recuerdo de haber sido rechazado en el desierto persistía en su mente.
Ashif vio en silencio la expresión de Takeyuki, durante un momento, antes de adivinar lo que le molestaba.

—Ah, eso. —Liberó un profundo y preocupado suspiro y
sonrió con arrepentimiento—. Fui un cobarde entonces, fui injusto. Sabía que debía ser honesto contigo, pero estaba confundido y no podía tomarte. Podía sólo asentir y aceptarte como Zayid. Hubiera sido diferente si hubieras querido estar conmigo sabiendo quién soy realmente, pero no sabía cómo contestarte cuando te había engañado y sólo me conocías por un nombre falso.
Ashif vio a Takeyuki directamente.

—¿Quieres venir conmigo, Takeyuki?

—¿Qué quieres decir? ¿De por vida?

—Si puedes—contestó Ashif, controlando una rara
vacilación, que hizo que el corazón de Takeyuki se inflara, al confirmar los verdaderos sentimientos de Ashif.

Takeyuki rodeó con sus brazos el cuello de Ashif y lo sostuvo
fuerte.

—Takeyuki. —Ashif lo acercaba más.


—Tómame, Ashif, tómame.
El sol brillaba pero ahora no había diferencia con el clima,
podía ser de noche o de día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario