Gaps in your soul

Capítulo Tres

La noche no había enfriado el caliente verano de Texas. La humedad golpeó a Dalton igual que una gran ola. El sudor cubría su frente y bajaba por su columna. Cualquier cosa era mejor que ver a Jared hacer el tonto.

Se puso de pie cerca de la acera sin ningún tipo de idea de qué hacer a continuación.. Su respiración quedó atrapada en su garganta. Los automóviles seguían circulando, el humo agregaba calor al aire.
El hotel estaba a sólo tres kilómetros de distancia. Él había llegado en el automóvil con Jared. No tenía idea de si se regresaría en el mismo automóvil. No estaba seguro de que quisiera estar ni en el mismo hotel.
Haría una larga caminata o llamaría un taxi.
—Ey.
Dalton se giró hacia la voz de Steve que se aproximaba.
—¿Qué haces aquí afuera? Es tu fiesta.
—Me preocupaba por ti.
—No lo hagas, estoy bien. —Dalton palmeó el hombro de su hermano mayor—. Ve, diviértete, es tu última noche de libertad.
—Libertad es sólo un estado mental —Steve sonrió—. Si casarme con Lydia es un cautiverio, entonces yo quiero estar cautivo.
—Estoy tan feliz por ti —Dalton tragó el nudo en su garganta.
—Gracias, hermanito —Steve apretó la parte de atrás del cuello de Dalton—. Quiero que tú seas feliz.
—Lo sé. Quizás algún día pueda. —Sólo que hoy no. Y no con Jared.
—¿Desde cuándo estás enamorado de él?
Dalton suspiró. Debería de saber que no podía evitar esta conversación. —Demasiado tiempo. —Pasó sus dedos a través de su sudado cabello—. Desde antes de que se fuera a la armada.
—¿Y él?
—Entonces pensé que él también sentía algo.
Steve frunció el ceño. —¿Sucedió algo?
—La noche antes de que se fuera, nosotros… —Dalton asintió—. Sí.
—Ya veo —Steve tensó la mandíbula.
—No tienes que jugar al hermano mayor. No quiero eso. Yo empecé, él estaba un poco borracho. Después, él no dijo nada sobre eso. Al día siguiente él… se fue —Dalton no agregó: “sin decir adiós”—. Yo tenía diecinueve años. Sabía de la actitud de los militares hacia lo gay pero realmente no lo entendía. Él tenía razón. La respuesta que yo esperaba de él nunca iba a suceder. Aún no puede.
Steve borró el ceño fruncido. Su voz se volvió suave. —Pero tú aún lo quieres.
—Sí. —A pesar de la desesperanzada situación, el admitir su secreto calmó a Dalton.
—Y eso es por lo que lo evitabas cada vez que él venía a casa.
—Sí. Y debí haberlo evitado este fin de semana —Dalton se secó el
sudor de su mejilla—. Pero no lo hice y ahora arruiné tu fiesta de
despedida. Y él aún no me quiere —Dalton vio sobre su hombro a la entrada del club.
Un gruñido áspero lo sobresaltó. —No según lo que vi antes — Steve se rió—. Él te envolvía, él no sabía que yo iba a entrar.
—Vi su cara cuando se dio cuenta de que entrabas. —Dalton sacudió la cabeza—. Él no puede manejar la idea de que la gente sepa que es gay. Está adentro con una stripper bailando en su regazo para probar su hombría.
—Bueno, quizás está un poco confundido. Pero sé lo que vi.— Steve palmeó la espalda de Dalton— Hermanito. Nunca te había visto renunciar cuando quieres algo. No empieces ahora. —Él inclinó su cabeza hacia la entrada. —Regresa adentro—. Una gran sonrisa se formó en su cara—. Además, ahí hay una perra haciendo su movimiento en tu hombre.
(por si no lo notaron ame está frase) 😂😂😉😉
Una gran carcajada se le escapó. Dalton tomó a su corpulento hermano y lo abrazó.
Lo que fuera que sucediera ese fin de semana, Dalton no quería desperdiciar los siguientes diez años llenos de remordimientos.
Jared estaba sentado un poco tenso cuando Dalton entró al cuarto.
La stripper—Honey—se había movido con otro cliente. Evidentemente Jared perdió el entusiasmo en participar de ese desagradable evento.
En otro momento, una mujer construida como Honey podría haber enviado que la sangre le hirviera y endureciera su pene en segundos.
Excepto que su atención disminuyó rápidamente y la relación no perduró.
Ninguna mujer le enviaba el fuego que Dalton le causaba. Cuando Dalton dejó el cuarto, cualquier posible interés salió con él.
Dalton caminó hacia el pequeño bar y se sirvió una bebida. Incluso con la tenue luz, Jared lo bebía en detalle. Él veía sus jeans abrasando su trasero, los músculos estirarse debajo de la camisa de algodón empapada de sudor.
Jared no entendía su fascinación por Dalton. Otros hombres se habían ofrecido discretamente. La tentación era sólo la idea de exorcizar el recuerdo de Dalton de su memoria, no una liberación sexual. El acto lo impactó pero nunca giró hacia ningún militar por eso. Los ofrecimientos terminaron.
Ahora su pene notaba cada movimiento de Dalton. Jared no negaba su deseo. Él quería a Dalton. En todas las maneras imaginables.
Finalmente era honesto consigo mismo, él lo había querido durante diez años. Las consecuencias de sus sentimientos era una historia diferente.
Hasta que Steve entró en el cuarto de baño, él no había pensado en lo que podría significar tener una relación con Dalton. Diez años de vida militar no ayudaban a su actitud. El servicio marcó en su cerebro: no preguntes, no hables. Dado que sus sueños más eróticos involucraban a un joven de diecinueve años con ojos azules, él había sido extremadamente cuidadoso.
Su mirada estaba con Dalton. Ahora el joven había crecido y Jared no creía que sus sueños pudieran nunca ser de nadie más. Demasiado mal que su cabeza no quisiera oír a su corazón y se mantuviera en antiguos prejuicios.
Jared frotó su adolorida pierna. Había hecho demasiado en un día.
Las pastillas para el dolor serian su menú en la noche. Claro, había más de una manera de detener el dolor. Jared tomó lo último que quedaba de su whiskey.
Cuando Dalton regresó a su asiento, Jared fue hacia el bar a llenar su prescripción para la noche.
Dalton perdió la cuenta de las bebidas de Jared. Cada una aumentaba su vidriosa mirada. Su cojera era más notable y contribuía a su tambaleante manera de caminar.
—Él está ebrio,— Steve murmuró — Deberías de llevarlo al hotel antes de que se desmaye.
—En la manera que está ahora, me asusta que haga una escena —
Dalton le dio un trago a su bebida. Él había cambiado a agua cuando notó que Jared rápidamente descendería a un estupor alcohólico. —Todo el mundo se irá pronto. Me encargaré de él cuando todo el mundo se vaya.
—Bien, iniciaré el éxodo —Steve se puso de pie y se estiró. Se giró
hacia Dalton. —¿Recuerdas todas las veces que Jared vino de visita?
Confundido con el rápido cambio de tema, Dalton apenas y asintió.
—Cada vez él me preguntaba por ti, y cada vez no podía esconder su desilusión cuando le decía que no estabas —Steve rizó el cabello de Dalton. —Hay algo ahí. Tendrás que excavar profundamente para
encontrarlo pero él puede valer la pena.
—¿Más palabras de la sabiduría de mi hermano mayor?— Dalton sonrió embotado con las palabras. —Gracias.
Un remolino de adioses, palmadas de espalda y estrechar manos le
siguió. El feliz mozo salió con los huéspedes.
Cuando Dalton se giró a ver a su ebrio amante, él se había ido. Y también Honey.

Jared se bambaleaba en el vestíbulo del hotel. Sin Honey rodeando su cintura, él nunca hubiera llegado al elevador.
Una vez que las puertas se cerraron, Jared se encontró contra la pared con una determinada mujer sobre él. Su olor era una mezcla de sudor, perfume y excitación.
—Nosotros necesitamos lograr estimular unas cosas aquí, cariño — Ella deslizó su suave mano dentro del frente de sus jeans. —Parece que bebiste demasiado y “Junior” no quiere salir a jugar.
¿Qué podía decirle? La bebida no tiene nada que ver con mi falta de entusiasmo. Si Dalton estuviera con él en el elevador, su pene no tendría problemas para estar de humor. Al pensar en él las cosas empezaron.
—Oh, eso está mejor —La puerta se abrió detrás de ella.
Se sintió aliviado de que ella retirara sus manos de sus jeans.
Insistentes manos lo sacaron del elevador. —¿Qué cuarto?
—Seis oh tres…— Su cuarto tenía la cama desecha y olía a sexo y a
Dalton.
Él no quería estar con ella pero él no podía tener a Dalton. La herida de estar con él nunca había invadido sus fantasías. La gente no podía saber acerca de él, acerca de sus deseos. Su madre, su hermana…
¿Qué pensarían? Caminó lentamente por el largo pasillo.
Mientras él estuvo lejos, cada carta de su madre mencionaba nietos que llevaran el nombre de la familia. Su hermanita lo admiraba. Era nueve años mayor, el había ayudado a criarla y a pagar la escuela. ¿Qué pensaría Sarah si se enterara que él quería hacerlo con otro hombre?
Su carrera también se afectaría. Él podría perder incluso los pocos beneficios que tenía por su permiso medico. ¿Arriesgaría todo por un hombre?
Demasiado pronto llegaron a su cuarto.
Calientes labios chupaban su oreja. —¿Dónde está la llave?, cariño.
¿Necesito buscarla?— Su falsa risa le revolvió el estómago. Desordenados besos recorrían su cuello. Lo dedos de ella buscaban en su bolsillo trasero.
Él la alcanzó y tomó su muñeca. —Mira, quizás esto sea una mala idea.
—No te preocupes por Junior. Lo pondré de humor en un momento.
Se oyó el ruido del elevador y Jared sacó la llave de su bolsillo trasero. El pasillo era demasiado público.
—Ahora lo haremos, bebé —La sensual voz de Honey le irritaba más que sus vagabundas manos.
La puerta se cerró detrás de ellos y Honey se convirtió en un pulpo.
En un frenesí de actividad, sus dedos abrieron los botones de su camisa.
Ella no se detuvo ahí. Ella abrió su bragueta con singular entusiasmo.
—Detente, Honey —Sus manos atraparon su muñeca antes de que ella pudiera entrar en su ropa interior. —Te dije que esto era mala idea — El alcohol hacía balbuceante sus palabras.
—Te veías muy ansioso antes —Sus llenos labios cubiertos de lápiz labial hicieron un puchero.
—Sí. Pero he tenido tiempo de pensar las cosas y estoy un poco sobrio. Esto no está bien —Jared la soltó.
Ella retrocedió. —¿Hay alguien a quien no quieres traicionar?
—Algo, pero no realmente.
Una suave sonrisa se formó en sus labios. —Deberías decirle lo que sientes. Perderás la oportunidad y no regresará.
—Sí. Y ya lo he perdido dos veces.
Honey suspiró. —Muy mal. Podríamos haber hecho algo divertido— Ella señaló el cuarto de baño. —¿Te molesta si lo uso?
—Adelante —Él no se molestó en abrochar los botones de su camisa o de sus jeans. Usó el borde de su camisa para limpiarse el lápiz labial de Honey de su cara. El mundo giró a su alrededor. El whiskey y lo que quedaba del Vicodín de la tarde no se mezclaban bien. Se apoyó en la pared y cerró los ojos.
Se oyó que le bajaban al baño y el sonido del agua correr. Ella
debería de apurarse o él se desmayaría antes de que ella saliera.
Cuando Honey salió, tocaron a la puerta. —No te preocupes yo voy —Se inclinó y le dio un beso. —Qué mal que las cosas no fueran diferentes.
Espero que consigas a la mujer. Ella sería una tonta si no te quiere —Él pasó su dedo por la mandíbula y se limpió la nueva marca de lápiz labial de cerca de su labio.
—Sí, gracias —Si solo fuera una mujer quien complicara su vida.
Los golpes en la puerta aumentaron. Honey se alejó meneando el culo. Cuando abrió la puerta, Dalton con el ceño fruncido veía sobre la cabeza de ella.
Jared no podía lograr que salieran sus palabras.
—No te preocupes, cariño. Ya me iba —Ella vio a Jared sobre su hombro con una enigmática sonrisa. —Adiós —Ella rodeó a Dalton y se fue.
Ella lo sabía. Sin importar lo que Dalton le dijera, ella descubrió el pequeño sucio secreto de Jared.
La ira y la vergüenza luchaban por reclamar el rubor que lo recorrió.
—¿Qué es lo que quieres?— Sus palabras salieron torpes y sus ojos se negaban a seguir abiertos viéndolo.
—¿Qué crees que es lo que ella haría por ti?— Dalton cerró la puerta. —¿Permitirte reclamar tu heterosexualidad? Jared se forzó a abrir los ojos. La ira en la voz de Dalton combinaba con el ardor en su mirada.
—No es tu maldito asunto —Jared lo empujó a la pared solo para
que Dalton lo empujara a él. La dura pared lo sorprendió con un ruido sordo. La ira lo llenó de fuerza y golpeó a Dalton en el pecho.
Dalton retrocedió varios pasos. Tan pronto como recuperó el balance, él detuvo los brazos de Jared contra la pared, Dalton presionó su frente contra la de Jared. —¿Por qué la trajiste aquí?— gruñó.
Jared fijo contra la pared. Sus ojos se cerraron de nuevo. La proximidad de Dalton le demostró que la resistencia de “Junior” nada tenía que ver con el alcohol. El calor corría bajo su piel amenazando iniciar un fuego que no podría controlar. —No lo sé.
—Sí, lo sabes. Quiero que lo digas —El caliente aliento frente a la cara de Jared.
Sus ojos se abrieron. Los intensos ojos azules tan cerca que sus ojos batallaban para enfocar. Jared luchó para liberar sus muñecas. El whiskey drenó su coordinación y acabó con su fuerza. —Jódete.
—Lo quieres, ¿no es así? o quizás quieres que yo te joda de nuevo
—Dalton no le dio tiempo para contestar. Con un giro de su cabeza, la boca de Dalton cubrió la de Jared.
Rudos besos, llenos de ira y de pasión. Jared dejó de luchar y se derritió dentro del calor del cuerpo de Dalton. Abrió su boca para el ataque de la lengua de Dalton, Jared sintió que entraba voluntariamente en el fuego del deseo.
El duro bulto del pene de Dalton se empujaba contra la ingle de Jared. Con un gemido ahogado, Jared se adelantó.
Dalton liberó las muñecas de Jared. Sus dedos fueron hacia la desabotonada camisa por los hombros de Jared y la sacó por sus brazos.
Manos callosas se deslizaron por su espalda y bajaron hacia su culo. Un fuerte estremecimiento lo recorrió y su pene se empujo a través de su ropa. Masajeando duro su ya adolorido pasaje.
—Me quieres. ¿No es así?— Los labios de Dalton se movían contra los de Jared. —Dímelo. Quiero oírte decirlo.
Jared deslizó sus manos por el cuerpo de Dalton hacia su cabeza.
Jalándolo hacia él, trató de callarlo con un duro beso.
—Me iré de aquí, si no lo dices. Dime que me quieres —Dalton se empujaba duro, presionando a Jared contra la pared. Sus manos aún aferradas a su culo.
—Sí — Jared murmuró. Él lo quería: ahora, siempre, y de todas las maneras posibles. —Si…
Dalton se alejó.
—Ya dije ¡sí! ¡Maldición!— Jared se aferró a la camisa de Dalton.
Con una casi feroz sonrisa, Dalton asintió. —Ya oí eso —Él cayó de
rodillas con la misma gracia de hace diez años.
La mirada de Jared lo seguía. La punta del pene de Jared se asomaba por la pretina de su ropa interior. Líquido inundaba su ranura.
Dalton se inclinó hacia delante. Su lengua contra la humedad.
Jared apoyó la cabeza contra la pared, cuando los labios de Dalton circularon su corona. Sus manos se aferraron al cabello de Dalton.
Golpeando los nudillos en la fría pared detrás de él, Dalton gemía.
Los dedos se curvaron en la cintura de sus jeans. El aire frío rodeó su adolorido pene mientras Dalton bajaba sus jeans y ropa interior por sus muslos. Con los ojos cerrados, Jared se mordió un gemido cuando el húmedo calor engulló su carne.
El alcohol mezclaba los recuerdos con la realidad de una caliente
lengua provocándolo. La mayoría de las noches había soñado con la agresiva seducción de Dalton y despertaba con su abdomen cubierto de pegajoso calor. Jared no había protestado antes más de lo que lo hacía ahora.
El aire acondicionado del cuarto no evitaba el calor que recorría su cuerpo. Incluso las rudas manos contra su lastimado muslo no podía distraerlo del placer que recorría sus venas.
El húmedo calor desapareció. —Dilo de nuevo.
—Te quiero —Las palabras que él no había podido decir hace diez
años.
La boca de Dalton se cerró alrededor de él de nuevo. Se empujó fuerte por su tensa garganta. Su lengua probaba la corona. —De nuevo…
—Te quiero…— Jared murmuró. —Te quiero —Siguió repitiendo
las dos palabras. Largas caricias se acompañaban a la cadencia de sus palabras.
Con Jared al borde del clímax, Dalton se detuvo.
—Noooo…— Sus manos se aferraban al cabello de Dalton. Viendo hacia abajo se encontró con la mirada de Dalton. —Te quiero —Las palabras no pusieron en acción a su amante.
—¿Por qué?
—Por…
—¿Por qué me quieres?— Dalton preguntó lentamente. Su mirada
fija en la de Jared. —¿Por qué me quieres?
Las palabras estaban en la punta de su lengua. Todo lo que tenía que hacer era abrir la boca. Él no podía negar que amaba a Dalton, quizás siempre lo había hecho, pero su voz no podía funcionar.



👿👿👿 Estos dos se han tenido ganas por 10 años así que están que arden 

1 comentario:

  1. Pero espero que JARED le diga las palabras del porque, si no creo que Dalton se sentira herido.
    Gracias por la publicacion, esta super interesante.

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