Gaps in your soul

Capítulo Dos

Dalton cerró la puerta de su cuarto y se apoyó contra ella.
Sentía una opresión en su pecho que no le permitía respirar. Esperaba que Jared lo rechazara, que luchara, no que se entregara voluntariamente.

Nunca ni en un millón de años esperaba que el macho militar le entregara su culo.
Sus acusaciones sonaban huecas en sus propios oídos. Si Jared había incluso tenido sexo anal, eso debió haber sido hacía mucho tiempo.
El dulce calor estaba demasiado ajustado para que siguiera activo.
Él había ido ahí por venganza no por una tierna reunión. Su corazón casi se rompe sólo al recordar la decepción y la ira que llenó el vacío. Incluso cuando resurgió en una candente ira, no podía evitar el sentimiento en su estómago.
El olor de sexo asaltaba sus sentidos. Cerró los ojos mientras su memoria regresaba el tiempo.

Dalton empujó el duro cuerpo contra la pared. Dado que no se encontró con un puño en su cara, pasó los labios por el cuello de Jared. Suaves gemidos lo alentaron. Lamió su camino hacia la mandíbula con incipiente barba. No sabía cómo respondería Jared, Dalton se arriesgó y cubrió sus labios con los suyos.
El tentativo beso se hizo duro cuando Dalton rozó sus caderas contra el grueso bulto detrás de los jeans de Jared. El sabor de cerveza nunca le había parecido tan dulce como cuando Dalton lo saboreó en la lengua de Jared. Finalmente, después de dos años de verlo, Dalton lo estaba tocando. Sus manos no sabían a dónde ir primero.
Deslizó sus manos alrededor de la cintura de Jared, sus dedos levantaron la camiseta. La suave piel se estiraba sobre los duros músculos. Dalton exploraba la espalda de Jared mientras le quitaba la tela y la lanzaba lejos.
Duros pezones cubiertos de vello castaño claro quedaron a la vista. Los pezones eran demasiada tentación.
Dalton se inclinó. Sus labios los lamían, su boca se hacía agua ante el delicioso bocado. Un suave gemido vibró en el pecho de Jared. Animándose, Dalton deslizó sus manos alrededor de la bragueta de Jared. Su corazón se aceleró cuando sus dedos se deslizaron en el interior de los jeans de Jared. La sedosa cabeza del pene de Jared rozó la mano de Dalton.
Impaciente por más, Dalton cayó de rodillas. Sus dedos trabajaban frenéticamente en el botón y el cierre de Jared. Él bajó su ajustada ropa interior.
La gruesa y dura carne saltó al frente, golpeando la mejilla de Dalton.
Sus dedos entraron en el suave algodón y envolvió la base del pene. Lamió el presemen en la punta de la corona, Dalton dejó que el sabor cubriera su lengua.
El cuerpo de Jared se estremeció. Sus dedos se aferraban al abundante cabello de Dalton.
En lugar de alejar a Dalton, sus grandes manos acariciaron su cabeza, suavemente presionándolo hacia él.
Abriendo su boca, Dalton envolvió sus labios alrededor de la corona. Su corazón se hinchaba como su pene. Quizás los sueños secretos podían realizarse, quizás...

La fuerte risa de una mujer en el pasillo trajo a Dalton al presente.
Él era joven y estúpido para creer que Jared podría querer más que una noche de pasión. Ahora, su plan para vengarse no se había materializado de la manera como lo había imaginado. De nuevo sus
sentimientos por el hombre se interponían. Él fortalecería su corazón para sobrevivir a la presencia de Jared por el resto del fin de semana. Pero no podía evitar que una pregunta se repitiera en su mente. ¿Por qué Jared se había entregado tan fácilmente?
Jared entró al restaurant del hotel con su espalda derecha y armado con una fuerte determinación. El ruido de platos y cubiertos no era el fuego enemigo.
Murmullos de conversaciones zumbaban a su alrededor. Mantuvo el intenso deseo de retirarse firmemente bajo control.
Mientras pasaba entre las mesas cubiertas de manteles, su mente justificaba las acciones de Dalton. Jared lo había lastimado. No debería esperar una tregua tan fácil. El hombre lo había evitado durante diez años.
Cada vez que Jared llegaba de visita a casa, Dalton había estado misteriosamente ausente.
Con una sonrisa pegada a su cara, se animó a cruzar la multitud hacia el bar. Steve estaba hablando con Dalton. Rehusándose a mostrar cobardía, se dirigió hacia los dos hombres.
-Steve, ¿cómo estás?
Steve se giró hacia el sonido de la voz. -¡Jared! Qué bueno es
verte -era un hombre grande y corpulento, el abrazo de Steve se tragó a Jared. Con su metro noventa y dos centímetros y cabello oscuro podía definírsele como un gentil gigante.
Una palmada en la espalda casi lo tumba. -Es bueno verte para mí también. -Él jadeó.
Steve lo liberó y se giró hacia su hermano. -Dalton, ¿recuerdas a Jared? -Él vio a Jared y le guiñó un ojo-. Mi esquelético hermanito creció.
-Claro que lo recuerdo -Jared le ofreció su mano, mientras el alivio lo recorría. Dalton no había mencionado su anterior encuentro.
-¿Cómo estás? -le estrechó la cálida mano. La mano que unas horas antes habían hecho a su cuerpo volar. La presión en su ingle amenazaba con probar lo mucho que quería las manos de Dalton sobre él de nuevo. Incluso el dolor en su culo hacia que sintiera su corazón en su garganta.
-Bueno. Me alegra que lo hagas -Dalton no apartaba su mirada de la suya. Alejó la mano antes de que Jared estuviera listo-. Qué mal que no pudieran venir ni tu mamá ni Sarah. Hubiera sido genial verlas de nuevo.
Jared forzó una pequeña sonrisa relajada. Había algo en el frío exterior de Dalton, algo más que escondía. -Mamá quería venir pero el viaje sería demasiado para ella. Con su artritis, ella ya no viaja. Mi hermanita no puede alejarse de su laboratorio. Un gran experimento para su tesis. -La sonrisa de Jared era genuina al pensar en su hermanita. Con solo veintitrés años y Sarah estaba a un año de tener su maestría en química.
-Debes estar orgulloso de ella -dijo Steve-. Tú la enviaste a la escuela.
La risa de Jared se fue con el elogio. -Todo lo que yo le di es dinero. Ella hizo todo el trabajo. -Él vio al cuarto hacia la concurrencia-. Así que, ¿dónde está la novia? Pensé que su presencia era necesaria para el ensayo.
Steve se rió. -A Lydia se le hizo tarde. Ella quería que el ensayo de la boda fuera en el hotel así estaría todo el mundo y ahora ella es la única que se lo pierde. Sus madrinas la llevaron de compras todo el día. Ella llegará aquí pronto. Todos iremos a la iglesia una vez que ella llegue.
-Ahora que finalmente logró que se lo propusieras, Steve, a ella no le gustará perderse de nada. -Los tensos hombros de Dalton no iban con la sonrisa de sus labios que no llegó a sus ojos-. Lydia es una gran chica. Fue estúpido que casi la dejaras ir de nuevo. -Un amistoso golpe en la mandíbula de su hermano enfatizó sus palabras-. Si no bateara para el otro lado, te la hubiera quitado.
La sonrisa de Jared desapareció antes de regresarla firmemente a su lugar. Esperaba que el calor en su cara no se mostrara.
Steve se rió de las palabras de su hermano y le palmeó la espalda tan duro que lo empujó hacia adelante. -Bueno, al fin una razón para alegrarme de que mi hermanito sea gay -su mirada fue hacia Jared. Su jovial tono se desvaneció cuando tranquilamente preguntó-. ¿Tienes algún problema con eso?
-No, no... Para nada.
-Bueno -Steve vio hacia una pareja mayor en la puerta que Jared no reconoció-. Voy a saludar a mis suegros. Ustedes pónganse al día. -Se apresuró, su gran cuerpo pasaba entre la multitud.
-Entonces tú... saliste.
-Sí. Finalmente le dije a mi familia un par de meses después de que me dejaras.
Jared tragó el nudo en su garganta. -¿Estás con alguien? Afortunadamente su voz no se quebró.
-No. No ahora. -Los azules ojos se suavizaron por una fracción de segundo, entonces la ira regresó-. ¿Por qué? -Dalton se alejó sin esperar la respuesta.
Antes de que Jared pudiera reaccionar y seguirlo, la novia entraba al cuarto y el grupo se reunió alrededor de ella.
Dalton estaba al lado de su hermano cuando los padrinos y madrinas recorrían el pasillo. La rubia planificadora de bodas se movía sobre Jared igual que las moscas sobre la mierda. Dalton apenas y resistió la urgencia de decirle que había estado en la cama con Jared hacía sólo unas horas.
Dudas acerca de su plan lo inundaban. Por un momento en el restaurant, Jared pareció aliviado cuando Dalton dijo que él no estaba viendo a nadie. Su carrera en la armada era todo lo que le importaba a Jared. Un amante gay no tenía lugar en su vida.
-Jared, Renee, aquí. -La voz de la planeadora de bodas, hacía eco en el abovedado techo de la iglesia cuando ella envió a Jared y a una alta morena por el pasillo-. ¡Lentamente!
Cuando Jared comenzó a recorrer el pasillo con Renee, su cojera era más pronunciada. Antes en el vestíbulo, la cojera de Jared era ligera, apenas perceptible.
Dalton se mordió su labio. En sus prisas por vengarse, ¿lo habría lastimado? El recuerdo del cuerpo de Jared bajo el suyo, los labios envolviendo su pene, amenazaban con hacer cosas incómodas. Empujó esos pensamientos lejos.
Renee deslizó su mano en el antebrazo de Jared. Con una rápida mirada a su pronunciado escote, ella le ofrecía a Jared más de lo que Dalton quería ver.
Un poco de la ira hacia Jared se dirigió hacia la mujer. Obligó a su rostro a mostrarse sereno, cuando Jared vio en su dirección.
El rostro de Renee se veía decepcionado cuando ella se dio cuenta de que Jared nunca había visto su apariencia. Una ligera sonrisa de burla se formó en los labios de Dalton.
¿Qué mujer no querría a Jared? Era alto, delgado, musculoso
cuerpo y profundos ojos chocolate, era irresistible. Todo en el héroe de guerra hacía que aumentara más la tentación.
Dalton se obligó a alejar la mirada antes de revelar su propio deseo.
Para completar su venganza, necesitaba mostrar indiferencia. No lujuria.
Jared se colocó a su lado. El ligero aroma a almizcle, cortesía del calor del verano, envió un estremecimiento que recorrió a Dalton.
-Necesitamos hablar. Más tarde -Jared murmuró al oído de Dalton-. Mi cuarto.
Dalton sacudió ligeramente la cabeza. No se atrevió a verlo. Una mirada lo llevaría a la tentación y perdería la batalla y probablemente la guerra.
-Entonces voy al tuyo.
-¡No! -Dalton siseó con los dientes apretados.
-Nos veremos.
La mirada de Steve se mantuvo en la discusión de Dalton, sólo que su corazón se aceleró con la mera idea de estar a solas con Jared de nuevo.

Para Jared, la cena de ensayo estaba durando una eternidad.
Sentado frente a Dalton, decirle lo que necesitaba decir era imposible. En su recorrido por el pasillo, él captó su lujuriosa mirada. Esperaba calmar algo de la ira del hombre, cuando se colocó a su lado. Ahora dudaba de nuevo.
Sus compañeros de mesa no eran una distracción, no de una buena manera.
El padre de la novia estaba a la derecha de Jared, quería hablar sobre la guerra. Un tema que Jared no estaba listo para tratar con extraños.
-Ustedes chicos están haciendo un buen trabajo defendiendo la libertad. -El señor Blaise tenía un acento muy tejano que casi era irritante con ese tema.
-Gracias, señor -Jared murmuró tomando un trago de agua. El repentino aroma del perfume floral de Renee le llegó opacando el aroma de la carne a la parrilla y vegetales asados. El calor fluía a través de él cuando ella se acercó y pasó su mano entre sus muslos.
No es que él no estuviera al menos un poco interesado en las mujeres, cualquier mujer, pero sus largas uñas estaban rozando la sensible piel de sus cicatrices.
Cuando el mesero colocó el plato principal frente a ellos, Jared respiró aliviado. Esperanzado en que la comida mantuviera las manos de Renee y la boca del señor Blaise ocupadas.
-Lydia dice que te hirieron en Irak. -Las pestañas de Renee
abanicaban arriba de la copa. Ella le dio una rápida inspección.
Jared no sabía si ella estaba tratando de imaginar qué tipo de lesiones o si ella lo quería como postre. -Afganistán. Yo no fui a Irak - Jared vio a través de las altas flores del centro de mesa. Vislumbró una sonrisa burlona en Dalton.
Su aliento se quedó en su garganta. El Azul se volvió rojo, el cuerpo ensangrentado de Martínez se presentó frente a él. En lugar de oler las flores y la carne asada, la nariz de Jared se llenó con el olor de sangre y descomposición. Una repentina nausea se formó en su estómago. El mareo lo atrapó con la guardia baja. -Discúlpenme. -Un sudor frío cubrió su frente. La silla cayó cuando él se levantó de la mesa.
En su prisa por llegar al cuarto de baño, Jared golpeó la esquina de la mesa. Un agudo dolor recorrió su pierna. Sosteniéndose del respaldo de una silla, casi se cae, cuando unos fuertes brazos sostuvieron su cintura.
-Cuarto de baño... -Jared logró decir.
-Sostente. -La voz de barítono de Dalton retumbó contra él.
Sosteniéndose del sólido cuerpo, Jared fue guiado a través del restaurante. La nausea cedía pero su cuerpo ardía con una mezcla de vergüenza, dolor y excitación. 

Brillantes luces fluorescentes lo cegaron después de salir del restaurant. Cojeando se apoyó sobre la fría porcelana del lavabo, abrió el agua y hundió la cabeza. El agua fría fue un impacto para su sistema y envió un frío temblor a través de su cuerpo.
-¿Qué sucedió? -Las palabras de Dalton eran parcialmente
amortiguadas por el ruido del agua y el latido del corazón de Jared.
Levantó la mojada cabeza y se vio al espejo. -Todo el mundo quiere hablar acerca de la guerra. -En lugar de su reflejo, vio el suelo arenoso cubierto con sangre y partes de cuerpos. El aroma de muerte y destrucción, de pólvora y metal incendiado, asaltaron sus sentidos-. No estoy listo. -Ahuecando sus manos, se echó más agua en la cara.
Calientes lágrimas se mezclaban con agua helada-. No estoy listo.
Apenas y notó los crujidos del despachador de toallas de papel.
Gentiles manos secaban su cabello y su cuello. La puerta se abrió.
-¿Él está bien? -preguntó la profunda voz de Steve.
-Sí, yo me encargo de él. Nos vemos después en la despedida de soltero.
Un nuevo manantial de lágrimas casi hace que las defensas que había contenido en el pasado cayeran precipitadamente.
A pesar de su ira, Dalton lo quería.
-Bien. Me detendré a revisarlo antes de irnos. -La puerta se cerró.
El ruido del despachador de toallas comenzó de nuevo. Esta vez un cuerpo caliente se presionaba contra su cadera mientras el grueso papel secaba su cara. Jared se enderezó y se inclinó hacia Dalton. -Gracias.
Su mirada se encontró con la de Dalton. No había ira ni
animadversión, sólo entendimiento y quizá, Jared esperaba, algo más.
-¿Mejor?
-Sí -Jared suspiró. -Lo siento.
Vio el reflejo de Dalton que sacudía la cabeza. -No hay nada por lo que tengas que pedir disculpas. ¿Quieres terminar la cena?
-No, si tengo que sentarme entre esos dos de nuevo. Renee cree que soy el postre.
Una suave risa se oyó junto a su oreja. -Uno sabroso. -Las caderas de Dalton se movían contra el culo de Jared.
La nublada visión de muerte terminó desapareciendo completamente. El dulce calor detrás de él alejó el horror y dejó paz en su lugar. El olor de muerte se transformó en el olor a Dalton mezclado con el aromatizante industrial de ambiente.
Jared se giró de frente a él.
Dalton se presionó. Empujándose hacia delante, haciendo sándwich de Jared entre el lavabo y su duro cuerpo. Un flashazo de rosa
humedad en sus labios. Una media sonrisa que alcanzaba sus ojos, profundos ojos azules que animaron a Jared a hacer algo.
Entonces lo hizo. Acunó la cara de Dalton entre sus manos, Jared lo acercó. Su lengua trazó los tentadores labios. Sin sutilezas delineó la carne de su boca.
Su caliente aliento contra su piel. Fuertes brazos envolvieron a Jared en un abrazo. Firmes labios se abrieron bajo su insistente lengua.
La cerveza nunca había sabido tan dulce.
Arqueando su excitación tensó su garganta. Las caderas de Jared se adelantaron encontrándose con las de Dalton. El bulto dentro de los pantalones de vestir de Dalton enviaba ondas de calor que lo atravesaban.
-Sí... -Su ahogado gemido lo animó a un codicioso beso.
Duro, llevó sus dedos hacia el culo de Jared. Los frotó contra el sensible agujero.
Él cayó dentro de los besos del Dalton, anhelaba el húmedo calor.
Sus dedos se aferraban al corto cabello. -Te necesito -murmuró a través de la lengua entrelazada-. Te necesito.
Su pecho dolía con emociones que no podía controlar. Él necesitaba acercarse. Levantó su lastimada pierna, llevando su tobillo detrás del muslo de Dalton. El dolor recorrió hasta su muslo, cuando Dalton se presionó contra él.
Entonces Dalton se alejó.
-No... -Jared lo tomó del cuello, siguiendo los labios que se retiraban.
-¿Qué hacen aquí? -La gruesa voz de Steve interrumpiendo el momento erótico, nublando la mente de Jared.
-Nada, Steve -Dalton dijo-. Ya íbamos a salir.
Su voz se suavizó. -Quería avisarles que ya salimos.
-Gracias. Nos vemos después -La voz calmada de Dalton no tranquilizó la ansiedad de Jared.
La puerta se cerró fuertemente.
Un caliente rubor cubrió la cara de Jared. Steve lo había visto lanzarse hacia Dalton como si fuera una perra en celo. Lo vio besando a un hombre, rodeando el cuerpo de un hombre. Jared se giró hacia el lavabo, evitando su reflejo y abriendo la llave. De nuevo se mojó la cara con agua helada.
En todos sus sueños, sus fantasías, nadie lo sabría excepto Dalton.
Nadie sabría que a él le gustaba un hombre. Realmente lo había golpeado con un estremecimiento que no tenía nada que ver con el agua fría.

Dalton veía los lentos y seductores movimientos de la stripper que él había contratado para la despedida de su hermano. Realmente no quería ese cliché. A Steve no le importaba ver a una extraña mujer desnudándose, pero todos sus amigos esperaban eso.
La mujer era hermosa. Musculosa pero no inflada y con un par de tetas que ella debería de haber ordenado especialmente. Su cuerpo se flexionaba y se giraba con el ritmo de la seductora música.
La mayoría de los hombres en el oscuro cuarto privado del club, parecían disfrutar la función, gritando con alboroto cuando un artículo de su ropa milagrosamente les caía. Steve no se veía entusiasmado pero Dalton sabía que su mente estaba con su novia.
Ellos dos eran una pareja perfecta. A pesar de sus riñas públicas, Steve y Lydia eran tan cercanos como dos personas podían serlo y aún así conservar sus propios cuerpos.
Dalton veía a Jared. Él también interpretaba el juego de babear sobre la stripper. Sus dedos estaban ocupados colocando dinero dentro del cada vez más escaso vestuario de la mujer.
La escena en el cuarto de baño había tumbado las defensas de Dalton. Él debería de saber que su plan de ataque podría ser un completo fracaso. Él había amado a Jared desde hacía tanto como podía recordar.
Entonces Dalton había visto la expresión de horror de Jared
cuando Steve los vio. No importaba hasta dónde había abierto Jared el closet de su sexualidad, no estaba listo para salir, aún. En todo caso él cerró la puerta de nuevo.
Riéndose de algo que la stripper le dijo, Jared se inclinó y le murmuró al oído.
Ella asintió, y con una enorme sonrisa, se montó a horcajadas en su regazo. Con apenas tela que cubría sus pezones, ella se frotaba en sus muslos, presionando los pechos contra la cara de Jared.
Dalton forzó a retener su ira dentro de una esquina de su cerebro.
Su risa se unió al resto de los hombres pero la decepción pesaba en su estómago. ¿Por qué había pensado que la relación podría existir? Jared podría sanar y regresaría a su unidad. No podía tirar diez años de su vida por otro hombre.
Repentinamente el cuarto era demasiado pequeño, el aire no se podía respirar. Dalton no podía seguir viendo más. Se inclinó hacia su hermano. -Ahora regreso.
-¿Sucede algo malo? -Por la expresión de Steve, él ya conocía la respuesta.
-No. Nada -Dalton le lanzó otra mirada a Jared.
La stripper ahora veía a la multitud, presionando su culo en el regazo de Jared.

Dalton salió del cuarto

1 comentario:

  1. pobre Dalton, Creo que le costara muchisisisismo a Jared poder aceptarlo abiertamente, así se muera de amor por Dalton.

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