Eterno Amor (Eternal Love)

Capitulo Tres


La vida de Tomoyuki en la habitación de las mujeres comenzó.
Casi nunca dejaba la habitación a la que había sido asignado y nunca veía a nadie más que Aisha, quien lo servía.
Nunca tuvo la oportunidad de oír lo que las otras mujeres pensaban de la historia sobre una misteriosa mujer que había aparecido una noche y sido encerrada en una de las habitaciones. Sospechaba que no pensaban en él con cariño.
Aswil entraba a verlo frecuentemente. Siempre se dejaba caer en la habitación después de visitar a las esposas de su padre. No cabía duda de que el príncipe estaba tratando a Tomoyuki igual que, o incluso de forma más importante que, a su prometida, Samira. Si ella estaba resentida con él por ello, era de esperarse. Pudo deducir que incluso Aisha encontraba su presencia desagradable, aunque, ciertamente, nunca lo dijo.
Pero tampoco podía hacer algo al respecto. La anciana enfermera sin duda vio al hombre japonés como nada más que problemas para Aswil; ella quería al príncipe con mucho más cariño que a cualquier otra persona. Por eso, Tomoyuki estaba asombrado cuando Aisha compartió la información de que Samira estaba en las habitaciones de las mujeres.
Samira era una pariente lejana de la actual reina, esposa del padre de Aswil, el rey Murshid. Había decidido ir a las habitaciones de las mujeres personalmente para animar a la reina, quien estaba acostumbrada a esconder su gran preocupación por el sufrido rey.
Tomoyuki no estaba disfrutando su estadía más que los demás. Encerrado, solo en su vida bizarra, se atragantaba con el tiempo libre que sólo podía pasar esperando pacientemente que lo visitara Aswil. Quería revelarse como un hombre y escaparse de las habitaciones de las mujeres de una vez y por todas.
—Es una pena. La Señorita Samira es una chica adorable —, murmuró Aisha con un suspiro, al tiempo que ayudaba a Tomoyuki a vestirse. No podía evitar emitir al menos una pequeña queja acerca de tener que esconder a un extranjero aquí — y a un hombre, sobre todo — en contra de su mejor juicio. Y porque adoraba a su príncipe, no trataba mal a Tomoyuki.
La abaya que vistió para encontrarse con Aswil era despampanante, hecha de seda blanca y decorada con un conjunto de lentejuelas. El cuello y las mangas estaban alineados con perlas. Se desperdiciaba en un hombre como Tomoyuki. Era obvio que Aisha, también, hubiese preferido ayudar a vestir a Samira en esta bella ropa en vez de a él.
La anciana mujer había trabajado en un principio como ayudante de señoritas. Tomoyuki se sentía culpable por las cosas que le hacían hacer a ella para ayudarlo a evitar que los demás notaran su presencia.
La hora de la visita de Aswil estaba cerca. A veces, el hombre iba a la habitación de Tomoyuki y, a veces, lo citaba en la cámara del rey. Hacía esto porque la cámara del rey no sólo estaba separada de las habitaciones de las mujeres, sino que nadie podía llegar a ella sin el permiso del rey.
Cuando lo llamaban ahí, Tomoyuki era forzado a vestirse con un hijab de mujer y cubrir su rostro con un niqab.
Sabía que las quejas de Aisha no iban dirigidas hacia él, que sólo estaba hablando sola, pero tenía que decir algo.
— La ceremonia de matrimonio será pronto, ¿verdad? Estoy seguro de que todo saldrá espléndidamente.
Había escuchado que la fecha se acercaba — sería sólo en dos semanas. La anciana mujer probablemente se sentía más molesta aún debido a que era muy luego.
— ¿Qué pretendes hacer después? — preguntó ella.
Luchó para encontrar una respuesta a su réplica
— ¿Volverás a Japón? — añadió.
Mientras más preguntaba, más luchaba para hablar. ¿Qué haría después de que Aswil y Samira estuviesen casados? Aswil sería quien lo decidiera. Si Tomoyuki pudiese ir a casa sólo con pedirlo, no estaría aquí ahora.
— Si me permiten volver, sí —, dijo finalmente. Pero estaba pensando en algo completamente distinto.
— Dame tiempo.
¿Qué había querido decir Aswil con eso? Por más que trataba de no pensar en ello, las palabras hacían eco en sus oídos. Porque aún te amo. Había reproducido estas palabras una y otra vez tantas veces en su mente, que se dio cuenta de que no estaba pensando en nadie más que en Aswil. La obsesión del hombre con él complicaba su corazón. Pensó en la mirada apasionante de Aswil, que era igual a la del pasado.
Pero sin importar lo que Aswil dijera, Tomoyuki no tenía futuro aquí. El hombre no podía mantenerlo en las habitaciones de las mujeres para siempre, y estar con Tomoyuki dañaría su reputación. Entonces, ¿cuál era el punto?
Al final, había sólo una razón por la que Tomoyuki no podía aceptar a Aswil: él quería a Aswil todo para él. Si no podían vivir juntos y alguien más estaba a punto de interponerse entre ellos, era mejor separarse.
Sería capaz de soportar estar solo, mientras Aswil estuviera lejos. Pero casi pudo convencerse de que irse a un lugar fácil de llegar y dejarse encontrar podría también funcionar.
Tanto así deseaba a Aswil.
Lo amaba profundamente. El hombre por sí mismo no podía ni siquiera imaginar lo apasionado que Tomoyuki estaba por él. Ésa era la razón por la cual no podía permitirse permanecer en Madina.
— El príncipe Aswil siempre ha sido una persona decidida. Una vez que ha puesto su mirada en algo, nada más existe —. Los rabillos de los ojos de Aisha se arrugaron. — Cuando su madre murió, sólo tenía 8 años, pero aun así, no lloró. Las otras esposas le dijeron, 'te está observando desde el cielo, así que no deberías llorar'. Ya le habían causado a su madre mucho sufrimiento por haber nacido en el extranjero, así que el príncipe debió haber tomado su consejo muy a pecho.
Eso sonaba a Aswil. Había sido criado en un ambiente donde no podía ni siquiera llorar por la muerte de su madre. Tomoyuki no pudo imaginar lo difícil y dura que debió haber sido la niñez de Aswil. Pero eso era lo que significaba nacer en la familia real. Aún más, Aswil era un marginado con una madre extranjera. Debe haberse sentido increíblemente aislado, y aprendido a guardar sus emociones ferozmente, para no mostrar ninguna debilidad.
Las lágrimas que amenazaron con caer de sus ojos hicieron que su garganta se apretara, y colocó una mano en su pecho. Sentía este dolor cuando pensaba en Aswil.
El audaz Aswil que había conocido, había sido forzado a ser así para satisfacer las expectativas de su familia sin la ayuda de nadie, todo por él mismo.
Alguien llamó a la puerta.
— Su majestad está esperando —, dijo una mujer de servicio.
Aisha miró a su invitado. — ¿Vamos?
Tomoyuki partió a la cámara del rey, donde Aswil lo estaba esperando. La cámara del rey era la residencia privada de su padre, y bajo circunstancias normales, incluso el príncipe no habría tenido acceso a ella.
Pero el rey Murshid le había concedido permiso a Aswil. El rey sin duda deseaba que todas sus posesiones se traspasaran a su hijo, hecho que probablemente también ayudaría a silenciar a los parientes que lo acosaban, cuestionando la legitimidad de Aswil.
Al caminar por el corredor principal de las habitaciones de las mujeres, Tomoyuki oyó que alguien lo llamaba de atrás y pausó.
Cuando volteó, vio a una mujer joven y delgada parada en el pasillo. Tenía un abundante cabello negro y una piel suave y hermosa. Sus ojos ébano resaltaban una expresión plateada, llena de confianza.
— Señorita Samira.
Tomoyuki sabía quién era incluso antes de que Aisha le haya hablado. Un temblor recorrió su cuerpo.
— Tú eres a quien Aswil trajo aquí —, declaró Samira. — He estado esperando conocerte.
Sus ojos negros lo atravesaron, y Tomoyuki bajó su mirada. Pensó que era una mujer. Imaginando cómo se debió haber sentido, le faltó valor para mirarla a los ojos.
Lo miró desafiantemente. — Parece que Aswil de verdad está encantado contigo. Qué descarado, si ni siquiera nos hemos casado.
Sus palabras lo cortaron como cuchillos.
— Es un comportamiento muy vulgar para las habitaciones de las mujeres del palacio del rey —, procedió. — No lo puedo creer.
Sin importar cuánto ella recriminara a Aswil, Tomoyuki no pudo pronunciar ni una palabra en su defensa. Apretó sus dientes detrás de sus labios cerrados y soportó su ira lo mejor que pudo. Era perfectamente razonable que Samira lo odiara. De hecho, no había nadie en Madina que lo acogiera.
La joven mujer se acercó un paso. — Muéstrame tu rostro, chica. Lo recordaré por siempre. Tengo derecho a conocer el rostro de la mujer que se ha aprovechado de mi futuro esposo.
Tomoyuki se echó hacia atrás. Si ella veía su rostro, todo se terminaría.
— Mi señorita... — Aisha siseó. No podía permitir que esto continuara, pero la joven mujer la silenció con un gesto.
Samira era también una miembro arrogante de la familia real. No era el tipo de mujer que sufre una humillación en silencio de manos de una mujer de clase más baja.
Tomoyuki retrocedió silenciosamente, pero Samira avanzaba hacia él. Sus ojos lo quemaban con determinación, para no dejarlo pasar hasta que haya visto su rostro.
¿Cómo podría escaparse? Si trataba de quitarle su niqab, no podría luchar. No podía impedirle que revelara su rostro. Su pulso tronaba a la velocidad de un animal que estaba siendo cazado. No podía escapar de ella retirándose de a un solo paso, pero no sabía qué más hacer.
 No podía escapar de ella retirándose de a un solo paso, pero no sabía qué más hacer

— ¡Samira!
Se sintió tan aliviado al escuchar la voz de Aswil que se tambaleó sobre sus pies.
Aswil avanzó rápidamente y se ubicó entre Tomoyuki y Samira. — Si tienes algo que decir, dímelo a mí —, dijo bruscamente.
Tomoyuki no pudo ver la expresión de Aswil, ya que el hombre le estaba dando la espalda, pero pudo fácilmente imaginarla. Aswil no le había dado más que miradas de reprobación desde que lo trajo aquí. Incluso cuando sonreía, siempre había algo amargo en aquella sonrisa.
Pero Tomoyuki era igual, incapaz de bajar la guardia cuando él sonreía.
— No —. Samira sacudió su cabeza. — No tengo nada que decir. Es sólo que esta es la primera vez que experimento tal humillación.
Giró sobre sus tacos y se marchó hecha una furia, con una expresión de obstinación en su rostro.
Aisha estaba pálida, insegura de si debería seguirla o no.
— Aisha, por favor habla con ella —, solicitó Aswil.
Su rostro se contorsionó en respuesta a su orden. — ¡Príncipe Aswil! ¿Cómo puede tratar a su majestad tan mal? Espero que recobre luego el juicio.
Aisha fue tras Samira con su rostro lleno de tristeza, pero al menos había dado su opinión.
Aswil y Tomoyuki quedaron solos.
— Al parecer Aisha te odia también a ti —, comentó Tomoyuki.
Aswil lucía indescriptiblemente cansado. A pesar de lo mucho que había herido a la gente a su alrededor y lo mucho que se estaba hiriendo a sí mismo, no renunciaría al hombre japonés. Tomoyuki entendió por qué Aswil se había vuelto tan testarudo, pero también sabía que nunca debería corresponder a los sentimientos de Aswil.
— Vamos —. Aswil se dirigió hacia la cámara del rey y Tomoyuki lo siguió en silencio.
La cámara del rey era incluso más lujuriosa que las habitaciones de las mujeres. Mientras que las decoraciones de las paredes eran comunes, el cielo de forma octagonal estaba trabajado con un tallado arábigo delicado. La luz del sol que llegaba en grandes cantidades a través de una ventana decorativa, caía sobre el mosaico de mármol en sus pies para crear un trabajo de arte unificado. La decoración de la cama, cubierta por un dosel, era la misma que la de las paredes, excepto por las gemas brillantes cortadas delicadamente y ordenadas como las estrellas en el cielo nocturno.
Tomoyuki no podía despegar sus ojos de Aswil cuando se paró en las cámaras del rey. Lucía como un jeque salido de un cuento árabe.
Incluso cuando se habían reunido casi todos los días desde que había sido llevado a las habitaciones de las mujeres una semana atrás, aún no se acostumbraba a ver a Aswil aquí. Su corazón se agitaba cada vez que se juntaban. Al mismo tiempo, se dio cuenta de que pertenecía a un mundo distante.
Aswil volteó para encontrarse con Tomoyuki, y sus ojos se entornaron. Avanzó hacia él, deteniéndose a menos de un brazo de distancia. — ¿Ha sucedido algo inusual? — preguntó.
— ...Nada en particular —, respondió Tomoyuki.
— Bien.
Aswil midió la distancia restante entre ellos. Tomó a Tomoyuki con ambos brazos y presionó sus labios contra la sien de Tomoyuki. Sus labios se deslizaron lentamente hacia abajo y suspiró sobre la piel de la garganta de Tomoyuki.
Un brote de calor germinó en la base del cuello de Tomoyuki y recorrió todo el camino hasta su corazón. Su pulso comenzó a acelerarse. Estaba seguro de que Aswil podía sentirlo, presionándolo tan estrechamente. Se movió, alejando levemente su cuerpo.
— ¿Aún me rechazas? — Aswil frunció ligeramente el ceño, pero no recriminó más que eso. En su lugar, abrazó a Tomoyuki fuertemente y comenzó a besarlo.
Aswil buscó a Tomoyuki, aferrándose a él en un acto de súplica. Parecía ser él el que luchaba, buscando liberarse, y Tomoyuki fervientemente agarró la parte delantera de su thawb.
— No puedo creer que esté haciendo esto en la cámara del rey... no soy el rey —, Aswil murmuró con un tono de autocondena.
— Aswil... — la voz de Tomoyuki se quebró levemente al momento de susurrar su nombre.
No era sólo culpa lo que sentía. Se sentía ansioso, se odiaba a sí mismo, y aún sentía un deseo por Aswil. Todas sus emociones se desordenaron.
— En el cielo nos juzgarán uno de estos días —, dijo Aswil lúgubremente.
Sus palabras podrían haberse tomado como parte de una ligera conversación. Tomoyuki no sabía cómo responder. Quizá se suponía que le dijese a Aswil que no hiciera esto.
— Aswil...yo...
Mientras Tomoyuki dudaba, buscando las palabras correctas, Aswil comenzó a chuparle su labio superior. — Suficiente —, gruñó Aswil.
Quizá Aswil había entendido lo que Tomoyuki había querido decir. Lo silenció con una palabra y apretó sus brazos alrededor de él.
— Eres la criatura más hermosa del mundo... mi faridat —, susurró Aswil en una voz de miel, a medida que trazaba su lengua a lo largo de los labios de Tomoyuki.
Sabía que esto estaba mal, pero el corazón y el cuerpo de Tomoyuki temblaban de placer. Se sintió mareado.
Se reanudaron los besos. Tomoyuki sintió que sus piernas se doblaban a medida que los besos se volvían más y más intensos. Una neblina se instaló en su mente, pero su cuerpo sólo se avivaba más. Fue arrastrado hacia el despertar de la pasión de Aswil por él.
Para Tomoyuki, el tiempo pasaba como en un sueño.
**********
Cuando Tomoyuki despertó, la habitación estaba oscura. Vio a Aswil parado en un eje inclinado de luz de luna que fluía a través de una gran ventana en forma de medialuna. La luz de luna inundaba su cuerpo desnudo, haciéndolo brillar. Para Tomoyuki, lucía como un rey bendecido por los dioses.
Aswil volteó para mirarlo. — Estás despierto.
Tomoyuki se sentó en la cama, contemplando a Aswil.
— Nadie más que el rey tiene permitido entrar aquí, pero hemos dormido en su cama —, confesó Aswil. — De seguro me castigarán.
Por lo tanto, Tomoyuki compartiría el castigo de Aswil. No, quizá el crimen de Tomoyuki era incluso peor. Había actuado como no quería hacerlo, pero en su corazón, tenía hambre de más.
— ¿Cómo crees que Dios nos castigará? — preguntó Aswil.
Se acercó, pasando una mano por el pelo de su amante con lentitud. Estrechó sus brazos alrededor de los hombros de Tomoyuki, al tiempo que se sentaba en la cama y atraía al japonés hacia él.
— Supongo que no renaceremos como seres humanos en nuestra próxima vida —, respondió Tomoyuki.
Aswil sonrió en respuesta al tono arrogante. — ¿Y qué seríamos entonces?
— Tú podrías ser un caballo y, quizá, yo sería un ave —, fue la respuesta.
Aswil rió entre dientes. — Si fueses un ave, podrías volar hacia el cielo y no sería capaz de alcanzarte.
Tomoyuki trató de reírse con él, pero la verdad era que no había nada divertido acerca de eso.
Podría ser mejor así, pensó distraídamente. Si todo simplemente iba a terminar igual nuevamente, sería mejor no mezclarse el uno con el otro en primer lugar.
Aswil se recostó en la cama, aún sosteniendo a Tomoyuki.
— Ya hemos cometido nuestros pecados —, dijo, — Si fuese un ciudadano devoto de Madina, habría trabajado toda mi vida por el país. Pero nunca he sido un verdadero ciudadano de este país. Siempre me he sentido fuera de lugar, como un extranjero.
Tomoyuki vislumbró soledad en la serenidad de su voz.
El hombre era parte de la familia real, pero era el único que había heredado sangre extranjera. Nadie podía penetrar su aislamiento. ¿Cómo había logrado enterrar su dolor cuando su madre murió tan tempranamente, mientras él era aún un niño? ¿Alguien lo había ayudado?
La habitación se silenció nuevamente, tanto que podían oír la respiración el otro. La quietud de la noche dio la ilusión de que nadie, aparte de Aswil y Tomoyuki, existía en el mundo entero. Sólo ellos dos en las cámaras del rey, envueltos por la noche.
Titilando en la luz de la luna, las joyas de la marquesina se volvieron estrellas en el cielo nocturno. Por primera vez desde su llegada a Madina, Tomoyuki se sintió extrañamente en paz, a pesar de su culpa.
— Me enorgullece Madina y la amo —, continuó Aswil. — Pero no es lo mismo que sentir como si perteneciera aquí.
Su voz era tranquila, también. Esforzándose para oír el latido rítmico del corazón de Aswil, sintiendo los dedos del hombre acariciar su pelo gentilmente, Tomoyuki encarecidamente rezó para que pudiesen desaparecer en algún lado y permanecer así para siempre. Algún lugar en donde nadie los molestara. Solos los dos.
— Deberías haberme dicho que eras de la realeza, que eras el príncipe heredero —, Tomoyuki reprendió. — Si hubieses...
— No te hubieses enamorado de mí —, dijo Aswil, con una neblina tan tierna en sus ojos que Tomoyuki no pudo decir nada más.
Por supuesto que no importaba que Aswil fuera o no de la realeza. Honestamente, su posición aún era lo menos importante para Tomoyuki. Lo más importante era que Aswil fuese Aswil.
— Fue muy feo lo que dijiste —, remarcó Tomoyuki. Frunciendo el ceño, sacudió su cabeza y volteó para irse.
Aswil lo devolvió. — ¿Feo? Quizá sí. Quizá yo lo soy. Después de todo, te encerré aquí después de sacarte de donde estabas.
— Y me trajiste a un lugar como éste —, concluyó Tomoyuki.
Sintiendo el calor del cuerpo de Aswil detrás de él, quería llorar. Quería maldecir a Dios por hacer que las cosas fueran así de difíciles. ¿Qué habría hecho él para merecer este sufrimiento?
— ¿Un lugar como éste? Solías hablar todo el tiempo sobre cómo querías visitar Madina —. Aswil lanzó una pequeña risa sobre la parte posterior del cuello de Tomoyuki.
— Eso fue seis años atrás —, dijo Tomoyuki, concentrándose en lo que sentía cuando la mano de Aswil acariciaba su pelo. Quería recordar esto, el sentimiento que le provocaban estas manos, incluso aunque el hombre nunca toque su pelo de nuevo.
— No quieres vivir aquí, ¿verdad?
Aswil lanzó la pregunta casualmente, pero Tomoyuki no titubeó con su respuesta.
— No, no quiero.
La mano de Aswil se detuvo. Probablemente estaba decepcionado con la respuesta.
— Ni siquiera lo pensaste —, acusó suavemente.
— No hay nada que pensar —, fue la igualmente suave respuesta.
Si pensar hacía algún bien, Tomoyuki habría sufrido un suplicio eterno por la pregunta. Pero no lograría nada. Aswil se convertiría en rey, se casaría con Samira y produciría un sucesor. Llevaría a cabo su deber como el rey de Madina. Sus sentimientos personales no importaban.
— Supongo que sabía que ibas a decir eso —, dijo Aswil.
Alejó su cuerpo del de Tomoyuki.
Una brisa helada recorrió el cuerpo del hombre japonés. — Déjame volver a Japón —, suplicó, tragándose los impulsos que emanaban en su interior, que lo hacían sentirse miserable.
Aswil se paró de la cama y se alejó. — Es un honor haber nacido en la familia real —, susurró.
Aswil tenía una espalda muscular donde se trazaba una suave línea. Tomoyuki recordaba claramente la sensación de la piel de este hombre cuando estaba seca y lisa, y también cuando estaba resbalosa y transpirada.
Pero Tomoyuki no podía tocarlo.
Los hombros de Aswil se sacudieron levemente. — Pero no hay libertad en ella —, dijo incluso más callado.
Tomoyuki se mordió el labio en respuesta a la vulnerabilidad de esas palabras. Si no se contenía en ese momento, sabía que lanzaría sus brazos alrededor del hombre parado frente a él.
Pero, ¿por qué no podían sólo tirar todo? ¿Por qué no podían escaparse a un lugar muy lejos juntos?Porque sabía que no funcionaría. Tomoyuki era muy cobarde y demasiado común para ser capaz de hacer algo así. 
Lo lamento mucho había olvidado publicar antes el capítulo 😔😔😔 
Pero bueno aquí está mejor tarde que nunca 😘😘😘

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