Capítulo Cinco
Chris despertó con el olor a salchichas. Se frotó el sueño de los ojos y se preguntó que dirección podria llevar después del cortante buenas noches de Vin. El rojo verdugón en sus muñecas,
quemadura-de-tela; quemadura-de-peluche. Recordarlo engrosó
claramente su pene.
—Jodido, Frankenstein,— murmuró adormilado.
Saliendo de la cama, se duchó y se puso los pantalones de Vin.
El rico olor del desayuno de salchichas, mantequilla y café,
derrumbó su obstinada resistencia y malhumoradamente Chris se
dirigió a la cocina.
—Buenos días,— Vin dijo ofreciéndole una taza de café.
Chris iba a tomarla, pero Vin tomó su antebrazo de repente y frunció el ceño. Mierda, ¿mañana de arrepentimientos?
—¿A causa de las esposas?— Vin giró el brazo de Chris estudiando la quemadura.
—Combinan en par,— Chris dijo levantando la otra mano para
que Vin la viera.
—Maldición. Lo siento.— Él depositó un tierno beso en ambas muñecas.
—Usaré manga larga hoy,— Chris dijo pasando la tensión en su garganta. Un beso a la mañana siguiente significaba algo, ¿verdad?
Chris tomó un trago de su bebida. Crema, sin azúcar. Lo recordó.
Vin volteó el último de los pancake y lo sacó del sartén dejándolo en el plato, al lado de la miel. El espíritu de Chris se
levantó cuando vio a la mesa y descubrió una impresionante
variedad de comida para desayunar. Pancakes y miel, claro, pero
también salchichas, huevos revueltos con cebolla, tomate y pimientos verdes, mantequilla, croquetas de papa, bisquetes y sausage gravy, rebanadas de melón y fresas frescas.
—Me dejé llevar,— Vin dijo, encogiéndose de hombros. Tomó
asiento y señaló para que Chris se le uniera.
—¿Tú cocinas?— Chris preguntó, incrédulo.
—Mi papá era chef.
Chris se dejó caer en su asiento. El rubor calentó sus mejillas. —
¿Puedes cocinar y te comiste ramen recalentado, macarrones con
queso y fruta de lata?
La diversión brillaba en los ojos de Vin.
—¿Por qué jodidos no dijiste nada?— ¿y por qué jodidos se devoró hasta el último pedazo y le agradeció a Chris como si lo apreciara?
—Estaba bueno.
—No, no lo estaba,— dijo Chris.
Vin le pasó una croqueta de papa. Una sonrisa suavizo sus labios. —Lo hiciste para mí.
Lo dijo como si la respuesta debería de ser obvia. Chris podría
renunciar a la mesa por besar esos labios si las cosas hubieran
terminado diferente anoche. En lugar de eso siguió sentado sintiéndose confundido, humillado e impactado como el infierno.
—Come,— Vin amonestó.
Chris tomó su plato. Se las arregló para servirse y comer. Tomó
el primer bocado saboreándolo lentamente apreciando su sabor. —
Oh mi Dios,— dijo con la boca llena de comida. —Esto es increíble.
—Tus amigas vinieron de visita.
—¿Cuándo?— Chris tragó, su boca ya se hacía agua por el siguiente bocado.
—A las nueve.
Chris debería de haber estado vestido para entonces. —Joder,
¿por qué no me despertaste?
Vin masticaba en silencio y le dio una mirada de incredulidad.
—Estamos trabajando. Debería de estar despierto a las siete.
—Ellas regresarán en una hora, para ayudar a desempacar. Tenemos tiempo.— La mirada de Vin echaba humo, la conocía .— Además, estuviste despierto hasta tarde.— Encajó sus dientes en
una fresa, cerrando la boca ante el bocado, viéndolo mientras
masticaba.
Chris quería besarlo, barrer la fresa de la boca de su amante profundamente. O pedirle a Vin que encajara esos dientes en su cuerpo de nuevo. Su pene pareció pensar que la idea tenía su mérito.
—¿Quieres algo?— Vin preguntó, su voz oscura y baja.
Tú. —Gracias por el desayuno,— logró decir.
—De nada.
La mirada de Vin fue de la boca de Chris a su pecho. —Yo me encargo de los platos, tú ve a vestirte.
—Yo puedo…
—Yo lo haré.— Vin señaló con la cabeza el vestíbulo. —No tenemos mucho tiempo.
—Correcto.— Chris se puso de pie. Tardíamente se dio cuenta
que su erección levantaba los pantalones de algodón. —Realmente
me gustó el desayuno,— dijo dirigiéndose al vestíbulo.
Vin se ahogó con su café, apenas logró tragar cuando soltó una carcajada.
—¿Estás seguro que no quieres cederlo?
— Carla murmuró tres horas después.
—Él realmente es algo excepcional.
La admiración de la mujer crispaba los nervios de Chris. Vio a Vin sonreír y coquetear casualmente con ellas durante las pasadas horas. Había visto la forma en que ellas se movían para ver su trasero. A Vin parecía no molestarle.
Jódelo.
Oh, Dios, él lo había hecho. Su cuerpo se estremeció sabiendo exactamente qué es lo que más quería.
—Claro que no. Me gustan mis juguetes,— dijo, dándole lo que esperaba fuera una sincera sonrisa.
—¿Nunca has hecho tríos?— Doreen preguntó.
—¿Qué murmuran damas?— Vin preguntó. Dándoles una sexy
sonrisa y Nina se ruborizó.
—¿Vinny?— dijo Chris.
—¿Si, bebé ?
—¿No puedes desempacar las cosas de la oficina o algo así?— Chris preguntó dulcemente.
—¿Y dejarte? ¿Con ellas?— Cálido y provocador, su sonrisa encantó a las mujeres y envió el control de Chris al borde.
—Si.
Vin lo atrapó rodeando su cintura y jaló a Chris contra su duro y dulce cuerpo. —Si, señora.— La mirada de Vin se volvió seria. —Lo que sea que quieras, dulzura, solo pídelo.
Carla inspiró asombrada.
¿Él quiso decir eso? Se veía…real. Chris quería muchas cosas y todas ellas incluían a Vin desnudo en alguna forma.
Vin se inclinó, su mirada recorrió los labios de Chris. El momento se detuvo. Mariposas golpeaban el estómago de Chris.
Recuerdos de anoche regresaron cuando Vin lo había visto tan
íntimamente trayendo otros recuerdos de estremecimientos de éxtasis y su culo siendo golpeado por el placer. Pensó en la expresión en la cara de Vin durante su orgasmo tomándolo tan duro que gritó con todas sus fuerzas, rechinándo sus dientes y flexionándose dentro disparando la prueba de su satisfacción.
Un agudo dolor inundó la ingle de Chris. Gimió, se tambaleó
con el ataque doble de dolor y remordimientos.
La preocupación nubló la mirada de Vin. —Hey,— él
murmuró .— ¿Todo bien?
—¿Christy? ¿Estás bien?— Doreen preguntó.
Como si fuera posible, la tierna preocupación de Vin hizo que la
situación fuera peor y Chris llevó una mano a su pecho para alejarlo.
—Bien. Cólicos,— logró decir, suficientemente alto para que todo el
mundo oyera.
Vio confusión y decepción en la mirada de Vin.
—No,— bufó, esperando que Vin tomara la pista.
—Si, seguro.— Bajó sus brazos y se giró para alejarse .— Nos vemos en la noche damas.
Chris no vio a quién le sonreía, estaba enojado con ellas. No se sentía bien perder a Vin por un grupo de mujeres. Malditas pantimedias.
Un beso. ¡Solo un beso! ¿Por favor?
Alguien allá arriba lo odiaba.
—Aw, pobre chico.— Doreen siguió los movimientos de Vin hasta que desapareció.
Ahora o nunca, pensó Chris, tomando una respiración. —¿Sabes dónde puedo encontrar plantas?— Chris pretendió pulir la estatua que había sacado de una caja. —¿Sabes, de um…orégano?
Las damas intercambiaron miradas.
Chris bajó la cabeza y tomó otro adorno para desenvolver. —Vinny…come mucha comida italiana. Antes de mudarnos, yo tenía mi propio lugar. De hierbas.
Carla resopló.
Nina le dio un codazo y Doreen suavemente caminó entre ellas.
—¿Tenias tu propio jardín de hierbas? Qué lindo,— Doreen agregó.
—Algunas cosas especiales,— Chris sopesaba los riesgos, viéndolas significativamente
—¿Oh?— la sonrisa de Doreen era conocedora.
Chris se atrevió a ver hacia la oficina. Tiempo de decir las palabras claves para cubrir mi historia. —Mi amiga, en Emerson, dijo que ella había oído que alguien en este vecindario podría
ayudarme a iniciar mi jardín. Dijo que ella lo recomendaba.
—Podríamos conocer a alguien,— Doreen dijo.
—Deja esa mierda, Doreen. Sabemos a lo que ella viene,— Carla dijo. Giró los ojos hacia la rubia con obvia irritación .
— Tú eres el cultivador…
—Jardinero,— Doreen corrigió agudamente.
—Jardinero, que estábamos esperando. Escuchamos que podrias establecerte en una de las otras tres regiones,— Carla estaba entusiasmada .— Dios, ¡nos alegra que te establecieras aquí!
Nina asintió. —La Reina-verde.
—¡Shh!— Doreen vio a sus cómplices.
—Oh, por favor, Doreen. Necesitamos ayuda en los negocios.
Le preguntaremos al jefe y el jefe decidirá.
Chris sonrió, mostrando su alivio. —Oh, gracias a Dios. Pensé que me había equivocado de contactos. Me preocuparon por un minuto.
Carla se rió abiertamente. —¿Qué te hizo elegirnos? Con tus
referencias, puedes ir a cualquier lado.
Maldición, está funcionando.
—Necesitaba un cambio,— Chris contestó. Con algo de suerte
la ficticia Christy se habia movido dentro de ese cambio.
—Pero ¿por qué representar tres jardines en lugar de una
docena en Morrison o Pendleton?— Doreen preguntó.
Esos no estaban en la lista de los otros territorios en el archivo
del caso. Chris frunció los labios estudiando a Doreen. —¿Hinkner y
Washal?— corrigió.
La sonrisa de Doreen se iluminó diez veces. —Exactamente.—
Ella envolvió a Chris en un gran abrazo.
Pasé el examen. —Menos competencia. Gran área de expansión,
— Chris contestó la pregunta anterior .
—Bien, cualquiera que sea la razón nos alegra que estés aquí.—dijo Carla .— Nosotras haremos algo especial para ti esta noche.
—Muy especial,— dijo Nina.
—No puedo esperar.— Chris oyó el distintivo ruido del agua
correr y se atrevió a ver hacia la oficina .— ¿Asi que el sembradío?—preguntó.
—Después de esta noche,— Doreen prometió .— Pero ahora debes arreglarte. Yo tengo cocineros trabajando en mi casa, pero
sabes como son ellos…constantemente se pierden sin dirección.
Vamos, chicas. Tenemos mucho que celebrar esta noche.
—Amén a eso,— Carla gritó con alegría.
El pensamiento del increíble cuerpo de Vin lubricado con el agua caliente lo distrajo. Aunque, parte de su cerebro seguía trabajando, Chris daba gritos de patética alegría. Justo ahora, la luz
del cuarto de baño haría brillar esos músculos. Vin podría estar
enjabonando su pene duro como roca. El dolor se disparó a la ingle
de Chris. —¡Ow! ¡Joder!
—Aw, cariño, toma algo de Midol
y acuéstate unos minutos.
Eso te calmará.
Chris no supo cuál de las mujeres hablaba. Tampoco le importaba. Su cerebro y su pene tenían una cosa en mente… dos cosas en mente. Quitarse las malditas pantimedias y encontrar la
manera de joder a Vin.
Apenas y cerró la puerta y ya estaba levantando su falda y llegando al frente de sus pantimedias. Chris buscó dentro del interior de la malla su –atrapada-a-muerte-virilidad y liberó su basura. —Bien, niños, vamos a ver lo que el Chef Vincent cocina en la ducha.
Pateando sus zapatillas, se dirigió hacia el cuarto de baño.
Tiempo de arreglarle cuentas a Vin.
Chris fácilmente vio el interior del cuarto de baño a través del
vapor. Pudo ver claramente a Vin a través de la puerta de vidrio de
la ducha. Con sus manos apoyadas en la pared, sosteniéndose, Vin
colgaba la cabeza y dejaba que el agua golpeara entre sus omóplatos.
Arroyuelos formaban translúcidas serpientes que bajaban por
su espalda hacia su perfecto y redondo trasero. Vin gimió, se giró
apoyando la parte de atrás de su cabeza en la pared, los ojos cerrados, dejando que el chorro de agua tocara cada parte de su parte delantera.
El pene de Vin estaba hacia arriba, tomando las insignificantes
caricias del agua en su rígido eje y brillando con el mismo reflejo de
luz que su propietario. Un no invitado voyeur, Chris no podía apartar su mirada de las hermosas formas de Vin, la combinación de ese hombre con ese seco humor y duro cuerpo le robaba el aliento a Chris y le quitaba todos sus pensamientos.
¿Qué habrá significado para Vin lo que ocurrió anoche? ¿Habría
usado a Chris para satisfacer su libido sabiendo que estaría dispuesto o abriría la puerta para algo más? Vin había coqueteado con las tres cultivadoras más de lo que había hecho con Chris.
Viendo a Vin expuesto y vulnerable en la ducha apoyado en el frió azulejo, Chris sentía su necesidad fuera de lugar, fuera de lugar y desechable.
Chris estaba dispuesto a decir algo para que Vin supiera que tenía compañía. Deseaba unírsele en la ducha, incluso totalmente vestido y tomar el pene de Vin en su boca perder su miedo.
Voluntad y deseo luchaban, manteniendo su voz en silencio y
parando sus pies.
Inevitablemente, Vin tomó su lleno pene en su mano, frotando
de arriba abajo su eje. Apenas estrangulo la punta y dejó salir un
gemido llevando su pulgar a la ranura. Los ojos aun cerrados, llevó
la mano entre sus piernas y acarició la piel de su escroto, la subió y giró la palma una y otra vez contra la base de su eje.
El pecho de Chris dolía y se dio cuenta que estaba sosteniendo la respiración. Casi podía sentir cada nervio hormiguear y empezar a doler. Su propio cuerpo se sentía igual. Chris llevó sus manos entre las restrictivas pantimedias y siguió el ritmo de Vin.
Vin importunaba con feroces caricias en un lado del engrosado pene, igual lo hacía Chris. Desde lo más oscuro y profundo de sus entrañas un gemido salió de los labios de Chris. No le importó que Vin lo oyera, Vin ya sabía que él lo quería.
Levantó la mirada. Vin mojado y brillante tenía la mirada en él.
Veía que Chris lo veía.
Unos suaves y temblorosos jadeos escaparon de Vin. Pronto.
Vin se correría pronto.
Él devoró cada sutileza de la excitación de Vin mientras se construía, desde su cuello acordonado y cuerpo flexiónado, para el bombeó y giró del puño de Vin alrededor del hermoso pene, su
excitación aumento cuando Vin tomó la base de la corona, jalándola
rápidamente.
Chris gruñó sin palabras, abriendo los labios, dándole a Vin una imagen visual mientras discretamente bombeaba su pene. Vin pareció tomar la invitación, viendo fijamente la boca abierta de
Chris. Su expresión ardiente con excitación.
—Córrete para mi, maldición. Pierde el control,— Chris rogó, sintiendo su propio orgasmo llegar.
Vin empujaba sus caderas hacia su puño, gruñendo mientras
jalaba duro y rápido.
—Más, Vin,— Chris ordenó. —Porque te joderé más duro que eso.
Vin gritó cuando disparó chorros de semen contra la pared.
Chris se dejó ir, cuando su orgasmo estalló de su pene en respuesta.
Lentamente, renuentemente, Vin se alejó de la pared, vio a Chris antes de girar su cara y cuerpo dentro del chorro de agua. Se sacudió enviando gotas de agua a todos lados, entonces giró el grifo hasta que el chorro cesó. Vin sacudió su cabello. Abrió la puerta de
vidrio y se acercó a Chris.
Tocó la mejilla de Chris, descendió cuidadosamente a su boca.
Gotas golpearon la cara de Chris. A Chris no le importó. Ellas venían del cuerpo de Vin como pequeños y húmedos besos.
Vin lamió sus labios suave y cálidamente antes de retirarse.
—Antes en la sala, ¿eso eran las pantimedias?— Vin preguntó.
El casi beso. ¿Había estado pensando en eso en la ducha? Dios, Chris esperaba eso. Necesitaba animarse. Necesitaba saber que había mutua atracción, no solo necesidades libidinosas por deseo
mutuo.
—Si,— Chris dijo, esperando que Vin entendiera la total implicación de la confesión.
Vin trazó el labio inferior de Chris con su pulgar. Estaba cerca de revelar una escondida sonrisa que no podía ignorar, y Chris se preguntaba cuántas veces su sexy pareja había enmascarado sus
reales sentimientos; sentimientos que podrían sacar a Chris de su miseria o crear más.
—Te enciendo,— Vin dijo, su voz gruesa al limite. —Antes incluso de besarte, te excitaste, sabía que podía.
Si, Vin entendia las totales implicaciones de esa confesión.
—¿Me encendiste? ¿Encendiste? Para un detective, puedes ser realmente denso,— Chris gritó.
Dime eso de vuelta, Vin. Dime que yo también te enciendo.
Dime que no es algo de un solo lado y que te excito como tú me excitas.
—Bueno.— Vin se alejó, tomando una toalla.
—Correcto. Bueno,— Chris repitió, sacudiendo la cabeza. Joder eso duele. Podría bien decir gracias por el dueto de jalones, déjame encontrar algunas pollitas.
—Nunca había visto a una mujer masturbarse.— Vin bromeó.
—Pero creo que tus pantimedias están disparadas hacia el infierno.
Chris no necesitó verse. Podía sentir el frío y pegajoso semen escurrir de su pene a las pantimedias. Apretó sus labios juntos.
Él le contestaría algo sucio a Vin. Aunque no sabía qué decirle.
Pero el brillo de labios quería decir que Chris no se había quitado el disfraz. La peluca le irritaba en la línea de su cabello y el jodido bra le pellizcaba. Debió de haber sido toda una imagen con la parte del frente de la falda levantada y los falsos rellenos del bra mientras él jodía su puño y babeaba. Era un maldito milagro que Vin haya sido capaz de correrse una vez que vio a Chris a los ojos.
—Voy a estar listo.— Chris no creía que tuviera que esperar más una admisión que no vendría. Se detuvo afuera.— Voy a estar con las damas. Ellas aceptaron la cubierta. Parece que tienen
planeado algo especial para Christy esta noche, así que voy a colocar el radio y llamar.
—Está bien.
Chris bufó, haciendo un guiño de dolor. —Si esta todo bien, ¿no es así? Lo entendí tarde,— dijo, no importaba si Vin oía su decepción.
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