El Aristócrata y el Príncipe del Desierto

Capítulo Siete




Cuando dejaron el oasis y regresaron al desierto los rayos de sol eran mucho más suaves. Habían tenido un buen descanso y también una buena comida, así que el caballo y los hombres habían recuperado fuerzas.
Takeyuki iba junto a Zayid en el lomo del Aslan. Veía el plano panorama de arena y rocas, que nunca cambiaba no importaba cuán lejos fueran, su desánimo creció.

—¿Qué hace que los Beduinos se muevan si es tan difícil
viajar?

—Quién sabe, quizás el calor y el viento del desierto agitan
la sangre de quienes han nacido aquí, y les es imposible
detenerse. —Zayid contestó con una rara seriedad.

—¿Te agrada? —Takeyuki presionó, esta vez hubo una ligera pausa antes de que Zayid contestara.

—De vez en cuando la sangre de mis ancestros se agita y me siento presionado a entrar en el desierto.

—Hmmm, ¿eso es así? —Takeyuki detuvo la tela roja que protegería su cabeza de la fuerza del viento. Era difícil para Takeyuki entender los sentimientos de Zayid sobre el desierto, pero le era también difícil que Zayid entendiera lo mucho que quería regresar a la ciudad. Sentía una sobrecogedora sensación de resignación.

—¿Qué tan lejos vamos?

—Hasta que me sienta con deseos de detenerme. —La respuesta de Zayid fue como siempre. Takeyuki soltó un alto suspiro y después de eso simplemente miró al frente callado. El silencio continuó por un largo tiempo antes de que Zayid lo rompiera.

—¿Te asusta no saber a dónde te llevo? —La respuesta a esa pregunta era más que obvia, así que Takeyuki selló sus labios fuertemente, enojado e ignorándolo.
Presionándose más contra su espalda Takeyuki podía sentir
los duros músculos de Zayid, el calor de su cuerpo e incluso el olor a almizcle de su cuerpo. Por un breve instante Takeyuki sintió más que la usual familiaridad entre sus cuerpos, pero al final su relación con Zayid era algo tensa. Zayid no amarraba a Takeyuki como una pieza de la carga, lo amenazaba para mantenerlo con él. No lo amarraba, pero incluso aunque no estuviera limitado, Zayid podía tratarlo como quisiera. Esa ambigua e indefinida relación enojaba a Takeyuki. Podría preferir que Zayid lo tratara como Metahat, lo alejara físicamente y no contestara sus preguntas. Así al menos no experimentaría esos vagos sentimientos.
Zayid parecía absolutamente imperturbable ante el hecho de que Takeyuki no contestara. Si Takeyuki quería quedarse tranquilo, él lo dejaba tranquilo, y si quería estar enfurruñado, lo dejaba enfurruñado. De esa desapasionada manera era Zayid.
Como las emociones de Zayid estaban selladas lejos, Takeyuki miraba alrededor y nada se quedaba en su mente.
Antes de darse cuenta el sol estaba desapareciendo. El sol era brillante y rojo y cubrió todo de naranja. Probablemente no había muchos lugares en la tierra donde una persona pudiera encontrar el panorama que él tenía al frente en el horizonte.
Takeyuki sentía la solemnidad y veía con ternura cómo el brillante sol rojo besaba el horizonte. Gradualmente poco a poco el astro se metió, el caballo seguía corriendo como si pudiera atrapar al sol, llevando a los dos hombres en el lomo.
La luz rojo naranja del sol poniéndose cambió el mundo a una paleta de pinturas mezcladas. Caqui, con púrpura, azul profundo y muchos otros. El cambio era hermoso y atrapó la mirada de Takeyuki. Era como si viera un gran espectáculo.
El sol desapareció. Takeyuki inmediatamente sintió frío y se estremeció. Mientras el temblor pasaba a través de su organismo Zayid presionó su cuerpo más cerca del de Takeyuki, como si quisiera cubrirlo.

—Um. Zayid, ¿qué estás haciendo?

—Esto puede aumentar tu calor, pequeño
—Sí, pero… —Takeyuki trató de alejarse.
Takeyuki no podía concebir estar tan cerca de un total extraño. Pero Zayid no parecía estar particularmente incómodo.
Estaba totalmente relajado, actuando perfectamente natural.
Parecía que Takeyuki no era el único con el corazón acelerado.
¿Quizás estoy exagerando esto?, se preguntaba Takeyuki confundido. Quizás era demasiado consciente de
Zayid. Eso podía deberse también a que Zayid le había dicho muchas cosas extrañas. Como preguntarle a Takeyuki sobre ser su esposa. ¿Eso era sólo el tipo de bromas en las que Zayid se especializaba? Takeyuki estaba avergonzado de su propia ingenuidad al estar tan consciente de su propio cuerpo que se
ruborizó.

—Esta noche acamparemos fuera. —Takeyuki oyó la voz de Zayid junto a su oído. Era profunda y fascinante, y envió un temblor por su columna. Cada palabra golpeaba la parte de atrás del cuello de Takeyuki con el cálido aliento. Eso hizo que el mentón temblara, no a causa de la repulsión sino de una extraña tensión.
Si seguía con Zayid, tarde o temprano cedería a pesar de sí mismo. Takeyuki sentía el peligro sin una razón firme.

—Si puedes soportar eso esta noche, a cambio te dejaré dormir en una suave cama mañana en la noche.

—¿Qué? —Las palabras de Zayid sorprendieron a Takeyuki, quien gritó— ¡Eso quiere decir que estamos cerca de una ciudad!
Incluso Takeyuki pudo oír la desesperación en su voz, no
podía decir si afectó a Zayid, pero por primera vez contestó a la pregunta asintiendo. Le dijo a Takeyuki que se dirigían a la ciudad, no importaba qué ciudad fuera, cualquiera mientras dejaran el desierto. Takeyuki podría tratar con lo que fuera después de todo eso. Ahí habría transporte y podría usar el teléfono. Si se comunicaba con su hermano, Atsushi iría por él.
Su esperanza burbujeaba con fuerza con cada segundo que pasaba.

—¿Realmente iremos a la ciudad, Zayid? ¿Lo prometes? —El tono de voz de Takeyuki era excitado y preguntó varias veces si era seguro que irían.
La actitud de Zayid era distante y fría, como siempre que respondía. Takeyuki no podía imaginar lo que pensaba.

—Iremos a la ciudad, pero todavía no decido lo que sucederá contigo.
—¿Qué quieres decir?— El corazón de Takeyuki, recientemente inundado de esperanza, se marchitó mientras su expresión se nublaba ante una malvada premonición.

—Exactamente lo que dije, todavía no he dicho una palabra acerca de dejarte ir.

—Pero Zayid… —Takeyuki trataba desesperadamente de convencerlo—. No puedes huir conmigo por siempre. Hasta ahora te debo gratitud por salvarme. El rey probablemente te dé las gracias y mis padres en Japón podrían darte una considerable recompensa. Eso sería más inteligente que hacer algo impulsivo. ¿No estás de acuerdo?

—Desafortunadamente no voy detrás de la gratitud del rey o de una gran recompensa. —Zayid rechazó la oferta con voz atemorizante. Era casi como si estuviera enojado por ser comparado con unos pequeños bandidos.

—¿A-así que eso es lo que quieres hacer? —Takeyuki pregunto dócilmente. Zayid puso sus dedos en el mentón de Takeyuki y levantó su cara.

—¡No! ¿Qué estás haciendo? —vio la cara de Zayid directamente sobre él. La parte de atrás de la cabeza de Takeyuki se apoyaba en el musculoso hombro de Zayid, y lo miraba con ira.

—Eres un impetuoso tonto. —Zayid acarició los labios de Takeyuki con su largo dedo índice. Takeyuki abrió los labios tratando de morder el dedo de Zayid, pero lo único que logró fue chocar sus propios dientes—. Supongo que te salvé de las 
garras de los bandidos. Si hubieras seguido como el premio de Metahat, a estas horas ya estarías en manos del jefe Azzawar, y él disfrutaría acurrucarse mucho más. Azzawar es un cuerpo caliente que anda por los cuarenta. Si eres afortunado, podría tratarte como cualquier otro inválido después de un mes
.
—Ya tengo suficiente de tus amenazas, Zayid. —Takeyuki
respondió ferozmente, pero no pudo detener el temblor de su voz. Su cara probablemente estuviera pálida también.

—Hablas como grande pero tu voz está temblando. Predeciblemente, Zayid se burló.

—¡Cállate! —Takeyuki incluso más obstinadamente movió su cabeza con fuerza y golpeó la mano de Zayid fuera de su mentón—. ¡Bien! No esperaré nada de ti. Eso es lo mejor.
¡Correcto! —gritó desesperado.
Zayid contestó fríamente: —Es correcto. —Actuaba como si
fuera perfectamente obvio—. No te hagas ideas extrañas. No voy a hacer absolutamente nada malo contigo. Si eres bueno, un niño obediente, mis sentimientos para ti pueden profundizarse. Dependiendo de cómo te comportes, puedo decidir enviarte de regreso a tu país.

—¿Quieres decir en un año a partir de ahora, o quizás dos? —Luchando por contener su furia Takeyuki preguntó en voz
baja.

—Ya veremos. —Zayid no le dio una respuesta clara, quizás
porque él mismo no la tenía clara en su mente, Takeyuki fue abatido por una profunda desesperación.
Tenía que hacer algo. Tenía que escapar por sus propios
medios.
De cualquier manera no adivinaba lo que podría suceder con él. Hasta el momento Zayid estaba interesado en satisfacer su capricho por Takeyuki, pero si el humor de Zayid cambiaba
incluso podría vender a Takeyuki a alguien más. Como estaban
las cosas ahora, a Takeyuki le preocupaba no volver a ver el
Japón nunca más. Su corazón era una confusión.
El anterior abuso había silenciado a Takeyuki, quien se encontraba ensimismado en sus pensamientos. Sólo el golpe de las pezuñas de Aslan hacía eco en el silencio de la noche del desierto. El cielo estaba lleno de estrellas.
Literalmente lleno de estrellas. Regresando a sus pensamientos, Takeyuki levantó la vista y gimió sin pensar.
Pensaba que había visto cielos salpicados de estrellas antes,
pero era la primera vez que veía la gran extensión de la bóveda celeste.
Trató de ver más directamente e inclinó la cabeza hacia atrás, accidentalmente la cima de su cabeza golpeó el pecho
de Zayid. Reconociendo que las cosas se habían complicado
después de su pelea anterior, Takeyuki repentinamente se
sobresaltó, alejándose. En ese instante su cuerpo se bamboleó
desatinadamente.

—Aagh.

—Idiota.

Tensó su cuerpo entero esperando caer pero Zayid lo atrapó fácilmente. Takeyuki estaba cubierto de un sudor frío. Era difícil mantener el balance sobre el lomo del caballo y era la segunda vez que casi se caía. Zayid debía de estar molesto.
Takeyuki se confió dócilmente al abrazo de Zayid, enfocándose en recuperar el control de su respiración.

—Me gustaría que dejaras de sobrecargar más a Aslan. Si
pierdes el balance le haces más difícil el galope y se agota. Los
caballos no están hechos para correr grandes distancias a través del desierto, por favor, quédate quieto, Takeyuki. 

El sonido de su nombre, Takeyuki, al final de la oración, parecía explotar de bondad y afecto. Ese pequeño detalle fue suficiente para relajar las atormentadas emociones de Takeyuki.
Sólo un poco, pero no causó que se retractara de su decisión
de huir.

—Está bien. —Pretendió ser obediente al pedido de Zayid.
Takeyuki continúo dándole vuelta a las cosas en su cabeza.
Usar un caballo para recorrer el desierto no parecía tener
mucho sentido. Takeyuki recordó que Mustafá le dijo que la
gente solía usar vehículos cuatro por cuatro o camellos.
Realmente eso era lo que el pequeño grupo de Metahat había hecho. Su pequeño y destartalado camión era de un modelo antiguo y el sonido del motor no inspiraba confianza, pero era fuerte y al parecer era mucho más útil de lo que parecía.
Pero a pesar de eso, la razón por la que Zayid había decidido montar a su amado Aslan debía de ser que había planeado perfectamente el viaje. Esa era la única razón que Takeyuki podía imaginar. Zayid ya tenía los lugares de descanso del caballo en la mente. Era obvio que había sido muy cuidadoso de no presionar demasiado a Aslan. El lugar en donde se quedarían esa noche debería estar cerca de la
ciudad. Takeyuki estaba convencido de eso. A la mañana siguiente 
Zayid saldría cuando el sol todavía estuviera bajo en el cielo como esa mañana. Si todo salía bien Takeyuki estaba seguro de que podrían encontrar la ciudad incluso si fueran a pie. No… él podría encontrar la ciudad. Takeyuki hacía sus planes. No pensaba que Zayid fuera realmente un hombre cruel, pero estaba cansado de ser forzado a hacer cosas contra sus
deseos.
Resumiendo, Takeyuki no se sentía bien cuando le daban constantemente órdenes. Nadie había tratado de esa manera
a Takeyuki antes. ¿Por qué había aceptado la arrogancia de Zayid si no lo aceptaba de nadie? Solo por eso, era natural que Takeyuki estuviera enojado y molesto.
Esa noche Takeyuki sería todo lo dócil que pudiera sin despertar sospechas en Zayid, y huiría una hora antes del amanecer. Podría moverse entonces, seguro de que Zayid seguiría dormido. Para cuando la luz del sol brillara seguro que Takeyuki ya estaría bien lejos. Si podía llegar lo suficientemente cerca de la ciudad de seguro encontraría a alguien a quien pedirle ayuda.
Considerando los recursos que tenía disponibles, los planes de Takeyuki empezaban a crecer en detalles y empezaba a creer que eran completamente posibles. Estaba seguro de que todo iría bien. Takeyuki aspiró profundamente y se sintió animado.
Al día siguiente en la noche estaría durmiendo en una suave cama. Zayid ya lo había dicho, pero la gran diferencia era que la cama que Takeyuki imaginaba era en la casa de su hermano, no en un hotel, y claro, Zayid no estaría con él.
Si sólo pudiera regresar a su casa, olvidaría todo acerca de Zayid. Takeyuki permitía que sus planes de huida siguieran adelante. Zayid le había causado mucho dolor, pero era también cierto que lo había tratado bien. No quería ir con la justicia a acusar a Zayid de secuestro. Takeyuki incluso deseaba poder darle un trabajo respetable, si solo pudiera abandonar esa clase de vida. Zayid podría hacer todo lo que intentara.
Takeyuki quería que dejara su estilo de vida de bandido lobo solitario y desaparecer el nombre del “Halcón del desierto”. Si Zayid lo hacía entonces…
¿Entonces qué? Takeyuki regresó a la realidad, sacudiendo la cabeza para aclarar las bizarras ideas que le estaban llenando la mente. Qué ridículo. ¿Cómo podía pensar ni por un momento que él y Zayid podrían ser amigos?

—Takeyuki. —La voz de Zayid interrumpió sus pensamientos y
Takeyuki sintió que podía deslizarse de la montura de nuevo, en el momento que vio a Zayid perturbado, parecía que éste le estuviera leyendo la mente. Y se aterró.

—S-sí —su voz se quebró, Takeyuki empezó a rezar. Por favor, no dejes que Zayid descubra mis planes.

—Espero que no estés teniendo ideas estúpidas —dijo Zayid.

—Jesús. Ya sé. No las tengo. —Takeyuki contestó obedientemente, pero con una amarga sensación que
lentamente llegaba a su corazón, incómodo por mentirle a Zayid.


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