Capítulo Tres
Vin tenia razón. Chris apenas había terminado de ponerse el brillo labial y acomodarse la falda cuando tocaron el timbre de la
puerta. Y en el proceso, hizo otro descubrimiento. Vin se veía
ridículo con traje y corbata. Llegaron a la puerta al mismo tiempo.
—Quítate el saco,— Chris le dijo.
—Los chicos de oficina usan trajes,— Vin argumentó. Su cara
tomó una testaruda expresión.
—Te ves estúpido y falso. Quítate eso antes de que abra la puerta,
— Chris ordenó en un murmullo.
Vin se quitó el saco y lo colgó en el brazo que sostenía su maletín. Chris lo tomó, desarrugó su espalda y hombros antes de doblar las solapas.
—Los chicos de oficina cuidan sus mierdas y saben cómo colgar
los sacos de sus trajes. Pensé que eras bueno en estas cosas.
Vin abrió la puerta antes de que Chris pudiera decir algo más.
La orgullosa mirada no desapareció cuando ellos se enfrentaron a
las dos damas del día anterior y otra más frente a ellos.
—¡Hi! Bienvenidos al vecindario. Soy Doreen.— La alta rubia le
sonrió ampliamente a Chris.
—Bienvenidos. Soy Carla. Vimos que se mudaron ayer y vinimos amigablemente a traerles cosas. ¿Es un buen momento?
Trajimos un pastel. Y orégano.— La segunda mujer dijo brillantemente — Parecía que ibas a necesitar mucho de eso. Yo cultivo el mío.— Su cabello era rojo, brillaba a la luz del sol con sombras de un color no natural en humanos.
—Voy a trabajar,— Vin murmuró.
—Está bien. De cualquier manera esto es conversación de chicas. Solo la vamos a poner al corriente con los rumores.— Doreen tenia una tensa sonrisa y una fría mirada que decía que Vin no era bienvenido. La sonrisa de las otras también era inexpresiva.
Chris se mordió la lengua para evitar reírse. —Supongo que
será mejor que te vayas, Vinny.
Vin inclinó la cabeza y se dirigía hacia la puerta.
—¿No le darás un beso de despedida a tu esposa?— Doreen
preguntó.
Misericordiosamente para el pene de Chris, Vin se inclinó y le
dio un apresurado beso en la mejilla. Chris se hizo a un lado y lo
dejó pasar. —Disculpen el lío de la mudanza y a mi esposo. Él no
habla mucho.
—¿Excepto con su novia?— Carla apretó suavemente el brazo
de Chris, sus ojos aguados con el entendimiento. —Oímos todo,
cariño. Lo siento tanto.
—Tienes que perdonar a Carla. Ella no detiene nada,— Doreen dijo, cariñosamente.
Chris le ofreció la mano a la tercera mujer que aun no decía nada. —Gracias, todas son bienvenidas. Soy Christy.
—Nina,— dijo, sonriendo ampliamente.
Chris se movió hacia la sala y llenó otra jarra de café. Eso fue casi demasiado fácil. ¿Las vendedoras de drogas llegaban a él?
¿Cuál era el truco? El expediente decía que Christy haría referencia a
otro agente, pero eso era demasiado simple. ¿Qué es lo que ellas le dirían? Y Vin no dijo nada acerca de desaparecer todo el día en una oficina de ficción mientras Chris se infiltraba solo en el circulo.
Sí, él quería la gloria, pero con ese hombre al frente, sentía que
estaba trabajando solo. Vestidos, presión y ahora ¿el vecindario?.
Jodidamente fantástico. Ahora tenía que pensar de qué hablaban las mujeres mientras solo Dios sabe cuánto tiempo Vin había decidido
pasar en un bar o algo así hasta que regresara a casa.
¿Y qué iba a hacer Chris? ¿Queahaceres domesticos? ¡Que se
joda eso! ¿Lavandería? Infiernos no. Y tampoco iba a tender la cama
de Vin. Podría oler su almohada; pero definitivamente no iba a
tender la jodida cama.
De cualquier manera ¿De qué jodidos hablan las mujeres? ¿Por
qué no les había prestado más atención a sus hermanas?
Chris tomó la jarra de café y varias tazas. En cada viaje a la sala
era saludado con silencio y grandes sonrisas de comercial. Ellas se
veían como anuncio de pasta de dientes en el horario diurno de la
programación. Tus dientes pueden brillar con DentaGreat. Si fuera
la sonrisa de Vin eso sería distinto, de alta calidad.
Doreen tomó los platos tenedores y un cuchillo. Eso era muy fiesta de té. Él trató duro de mantener el dedo chiquito levantado igual que Nina y comer la esquina del pastel igual que Carla antes de sentarse.
La charla giró en torno a bebés y quiénes engañaban a sus
esposas: una no demasiado sutil manera de llevar la conversación
hacia la pelea entre Vinny y Christy.
—¿Estás bien? ¿Nunca te ha golpeado?— Carla preguntó.
Luchó contra la urgencia de defender a Vin. ¿Eso haria una
diferencia? ¿Podría eso asegurarle más simpatía o terminaría con la
comunicación saliendose de las drogas por parecer débil?
—Te golpeó,— Nina dijo, interpretando el silencio de Chris.
—Vinny se emociona un poco algunas veces. No me golpea,
exactamente.
—Está bien, cariño, no tienes que decirnos. Somos extrañas, pero puedes confiar en nosotras. Si él pone una mano en ti, nosotras
nos encargaremos de eso,— Doreen dijo.
Chris tenía la clara sensación de que estaba siendo descartado.
Eso no podía suceder. —Oh, no te preocupes por mí. Vinny es un
gatito la mayor parte del tiempo. Él me deja hacer todo lo que quiero.
Un especulativo brillo se formó en la mirada de Doreen. Carla
seguía en silencio.
—Lo siento. Les debo una disculpa.— Chris se dejó guiar por
sus instintos y siguió hablando. —A Vinny le gustan las cosas rudas,
pero él odia que me trastorne, lo que es muy conveniente cuando
quiero algo.
Esperaba haberles dado a las mujeres una traviesa sonrisa.
Nunca había visto sus labios con brillo en ellos así que no podía
decir si funcionaba o no hasta que el interés causó que Carla se
inclinara hacia adelante.
—Como una nueva casa con jardín en un nuevo vecindario.—Continúo con una sonrisa. Chris suspiró dramáticamente. —Él me
engañó una vez y eso me dio la perfecta ventaja.
Carla dio un grito de alegría. Nina sonrió y Chris vio a Doreen
asintiendo impresionada, aceptando su conclusión.
—Christy, mi esposo y yo tenemos nuestra fiesta anual de
primavera mañana en la noche. ¿Les gustaría a ti y a Vinny unirse a
nosotros?— Doreen preguntó.
La invitación fue hecha con cautela aunque su respuesta parecía
ser más problema de lo que Dareen revelaba. Él no tenía idea de
qué, solo en ese momento la creación de redes era crítico para que ellos entraran.
Chris se inclinó y le dio una gran y genuina sonrisas. —Nos
encantaría. ¿Debemos llevar algo?
— Dios, por favor no a menos que
quieras queso con macarrones y trozos de atún.
—Solo ustedes.— Doreen se puso de pie. Las otras la siguieron.
Entonces Chris también se puso de pie. —Chicas, estoy segura de
que Christy tiene muchas cosas que hacer hoy. Es un placer conocerte. Nos vemos mañana en la noche.
—Gracias por la bienvenida,—Chris contestó.
—Te presentaremos a los otros en la fiesta,— Nina le dijo.
Otros. Excelente. Vin podría comerse el impresionante culo de
Chris sobre sus habilidades como encubierto porque esta invitación
se sentía jodidamente importante. —No puedo esperar.
—Quédate con el plato hasta que el pastel se acabe,— Doreen
dijo mientras salía. Carla se rió, —Si, no es como que no supiéramos dónde vives.
La piel de sus brazos se erizó en piel de gallina. Las tres mujeres
se fueron riéndose. Chris se rió también, tratando de compartir la
broma. Trató de sacudirse la corazonada.
¿Dónde jodidos está Vin?
—¿Dónde jodidos está Vin?— Chris recorría el vestíbulo horas
después.
El reloj del microondas marcaba las diez y media. Chris había bajado todas las cortinas, y se había cambiado su atuendo después
de ir a la tienda de abarrotes y encontrar la manera de acercarse a la comunidad. Él también se había quitado todo el maquillaje de su
cara y decidió darse una necesaria ducha para desintoxicar su
cuerpo del olor a mujer.
Había revisado el cuarto de Vin, teniendo cuidado de dejar las
cosas como las había encontrado. Vin usaba un rastrillo de triple
hoja en lugar de una rasuradora eléctrica y usaba bóxers. Su
almohada olía al champú de coco que usaba y Vin prefería el
desodorante con escencia deportiva.
Sabía exactamente que usaba unos muy usados pantalones de
algodón grises que se sentían como la piel de Vin, porque Chris los
estaba usando. No quería correr el riesgo de que accidentalmente lo
viera por segunda vez. Si él no tenía sus propios pantalones, usaría los de Vin.
Chris había cocinado, maldito Vin, y él estaba tarde para la cena
de macarrones con queso, sopa de pollo con fideos y cóctel de frutas.
Finalmente oyó la cerradura del frente. Chris se escondió detrás
del sofá y vio hacia la puerta. No quería arriesgarse a que alguien lo
viera en un estado no-femenino. Cuando la puerta se cerró, Chris se
puso de pie.
—¿Dónde jodidos has estado?— Chris colocó sus manos en sus
caderas.
Vin sonrió lentamente, tediosamente. —Oh bueno, algo nuevo.
Estás enojado.
—¿No pudiste haber llamado o algo así? ¿No pudiste haberme dicho en la mañana a dónde irías mientras yo trabajaba en el caso y charlaba en el vecindario? Tu cena está en la cocina. Fría.
—Hi, cariño, estoy en casa,— Vin murmuró. Dejando su maletín en la mesa, lo abrió y sacó una carpeta.
Chris pasó su mano por su cabello.
—Como sea. ¿Dónde has estado todo el día?— preguntó, mordiéndose su malestar. Rodeó el
sofá y se dirigió a la cocina. Metió la sopa y los macarrones en el
microondas y recalentó la comida y se enfrentó a Vin.
—Estuve revisando expedientes. Cruzando referencias. Fuentes
de identificación. Papeleo. Los satélites no muestran ningún
crecimiento-de-puntos-calientes-en-las-casas. Ninguna construcción
tiene el tipo de calor que señala que estén cultivando marihuana
bajo cubierta,— contestó, lanzando los expedientes arriba del mostrador.
Vin se quitó el nudo de su corbata y desabrochó su camisa, quitándose ambos y dejándolos sobre el mostrador. Su blanca camiseta se estiraba en su pecho, tentando a Chris con sus casi, transparentados planos y oscuros pezones.
Su boca se secó. Seguía seca cuando Vin se quitó la banda que mantenía su cabello fijo hacia atrás. El microondas timbró y Chris
feliz fue por la comida. Su propio pecho desnudo hacía que las
horas que Chris había pasado entrenando en el gimnasio se vieran ineficaces.
Él vería las fotografías de satélite después. Cuando no hubiera
lindas cosas como los oscuros pezones y el atractivo hombre que
ver. ¿Por qué Vin no le había dicho que iría a investigar? ¿Deberían
de haberlo discutido?
—¿No crees que debería saber lo que planeabas esta mañana?—Chris preguntó.
—Tenías compañía.
—Con el café hubiera funcionado.
—No lo pensé en ese momento,— dijo Vin. Señaló a los pantalones de Chris. —¿Mis pantalones?
—Todo lo que tengo es de chicas. Imaginé que podías compartir.
—La apariencia de chico te queda bien.
Chris le dio una sucia mirada.
—Es por los pantalones. Chris le dio el plato con la pasta caliente y un tazón con la fruta de lata. Vin vio de la comida a Chris. Así que él no podía evitarlo si Vin se reía, Chris podría arrancarle el cuero cabelludo. Cómo, no lo sabía, pero lo haría.
Vin sabiamente se guardó el comentario, tomó su comida y se
dirigió al comedor. Chris tomó un par de cervezas y se unió a él,
dejándose caer en la silla de al lado.
—¿Le hiciste algo a tu cabello?—Vin bromeó. Él debió de leer algo en la expresión de Chris, porque lo dejó pasar en un consciente
silencio.
—¿Encontraste algo?— Chris preguntó.
Vin negó. —Gracias por la cena.
Ambos veían al plato. La mirada de Vin se encontró con la suya
y ambos empezaron a reírse.
—Si, lo siento. No cocino mucho. Hay pastel. Por cierto Doreen,
Carla, y Nina son las mujeres de esta mañana. Nos invitaron a la
casa de Doreen para una fiesta de primavera mañana en la noche.
Aparentemente ellos la hacen cada año y quieren presentarnos a
más gente.
—Ah.
—Confía en mí. Es algo bueno. Tengo la sensación de que pasé
algún tipo de examen social de las mujeres y me dejaron ingresar al
club,— Chris explicó.
—Uh-huh.
—Tú también estás invitado. Pero solo tienes que saber, que les dije que tú engañaste a Christy en una ocasión y que has tratado de
compensarme desde entonces. Christy usa la culpa para lograr lo
que ella quiere, yada, yada, yada, y tú realmente eres del tipo de sensible oso de peluche.
Vin asintió llenándose la boca con otra cucharada de queso con
macarrones.
¿Qué es lo que tengo que hacer para que el hombre hable? Chris
trató una tactica diferente. —Creo que deberíamos ir casual pero no
jeans, porque no creo que esa gente use jeans. Es como si vivieran en
una comunidad cerrada sin señales en los postes de cómo debes de
comportarte y cómo debes vestir. Creo que necesito manicura.
Todas ellas tenían uñas perfectas y manos suaves. ¿Crees que ellas
notaron mis manos cuando las saludé?
—Probablemente.
—Mierda. No tengo nada que ponerme mañana en la noche.
¿Crees que debo llevar el vestido azul de cintura alta?
La expresión de Vin se volvió blanca.
—¿Quizás el blanco con encaje en los hombros? Ese tiene
botones hasta mi cuello pero se abre y muestra un poco la
hendidura,— Chris aguijoneó.
—Uh…— Vin levantó su cerveza y le dio varios tragos.
Chris esperó a que terminara con una paciente sonrisa pegada
en su cara y grandes e inocentes ojos.
—Seguro,— Vin finalmente dijo, encogiéndose de hombros mientras contestaba.
Distraídamente, Chris rascó su brazo y lo apoyó en la mesa. El
tipo no hablaba para nada. Eso lo enloquecía, quería gritarle, insultarlo, hacerlo sentir incomodo. Algo tenía que hacer para quebrar a Vin.
—¿Cuál es el plan para mañana?— Chris preguntó.
—Tomé el día libre para ayudar a desempacar.
—Qué hombre.
Vin frunció el ceño. Colocó el tenedor en el plato y lo empujó.
Se había comido cada pedazo.
El calor se extendió bajo el esternón de Chris. Orgullo y placer.
—¿Quieres más?
—No. Estoy bien.
—¿Pastel?
—Guárdalo para el café de mañana,— Vin sugirió. Se inclinó en
la mesa. —¿Sigues enojado conmigo?
—No. Estoy bien,— Chris contestó.
—¿Lo estás?— Las esquinas de los ojos de Vin se arrugaron.
Ah, Dije algo que divirtió al gigante. —¿Qué quieres decir?
—No puedo decir si es bueno o no, novato.— Vin se recargó en
su silla .— ¿Puedes actuar en la fiesta como una pareja?
—Puedo hacer mi parte.
—No lo sé. Te acobardaste en la escena de la pelea en el jardín
del frente,— Vin lo dijo, con duda en sus palabras.
—¡No lo hice! No te agarré de los cabellos con todo el vecindario de público.
—Te besé y enloqueciste. Se supone que somos un matrimonio.
¿Qué sucederá si coloco mi brazo alrededor de ti o pellizco tu
trasero en la fiesta?— Vin preguntó.
El trasero de Chris hormigueó ante la sugerencia. —Uno, no puedes pellizcar mi trasero en la fiesta. Es vulgar. Y dos…— Dios él
no quería explicarle a Vin que ese beso le había causado una
erección. —Detenerlo fue todo parte de la actuación.
—Seguro que lo fue.
—Eso fue parte de la actuación como fue parte la actuación lo
de esta mañana,— Chris se defendió.
—Pero te estabas ahogando en ese momento.
No admitas que tenías una erección. Maldita incomodidad
tener tu pene atrapado.
—Lo sé. Te ahogabas,— Vin declaró .— ¿Que harás cuando te manosee en la fiesta?
—¿Quieres manosearme en la fiesta?
—Dices que hay que hacer todo lo necesario para conseguir lo
que queremos. Solo un estúpido enamorado puede estar alrededor
conteniéndose.
Chris bufó. —Bien. Manoséame y veremos qué sucede.
—¿Ahora?
Bueno, eso no es exactamente lo que quiso decir, pero ver que el
cuerpo de Vin estaba en alerta encendió a Chris. —La capacidad de actuar como tu pareja apesta y planeas hacer un manoseo real
durante la fiesta, ¿no es así? Si yo soy muy malo, ¿no quieres asegurarte de que no eche a perder el operativo?
Vin se retorció.
Genial. Tienes a un caliente homofóbico como pareja. —Solo
pretende, estaré bien. ¿Todo está bien? No soy escrupuloso.
Pretende que soy tu chica o algo así. Lo que sea que mueva tu bote.
—Debería de lavarme los dientes primero,— Vin murmuró.
Ahora vamos a algún lado. —Bien. Voy a lavarme los dientes y
nos vemos en la sala. Esto va a funcionar, Paúl Bunyon, no
enloquezcas.
Mientras él se cepillaba los dientes, la misma pregunta giraba
por su mente. ¿Siquiera quieres que un homofóbico te bese y
cuidarte de que no te dispare? Genial jodida pregunta.
Esa es una genial jodida pregunta, se lavó los dientes, se enjuagó y aun así la genial jodida pregunta seguía en su mente cuando llegó a la sala junto al Neandertal caliente que se veía tan nervioso como el infierno. ¿El Neandertal estaba nervioso?
—Podemos decirle a la gente que no somos expresivos.— Chris
dijo primero, ofreciéndole una salida si quisiera.
—Demasiado tarde para eso.
—Si, supongo el día de la mudanza lancé eso al agua.
La calma descendió en Vin. Deslizó las manos dentro de los bolsillos, arqueó una ceja. Esa era la misma mirada que tenía cuando
Chris había atacado la primera vez en la sala de conferencias.
Qué es lo que espera, ¿una invitación?
—¿Listo?— Vin preguntó.
Infiernos no.
—Si.— Chris se encogió de hombros.
Vin recorrió los cuatro pasos entre ellos antes de que los hombros de Chris terminaran de bajar. Acunó la cara de Chris entre sus manos, Vin se inclinó. Su boca cubrió la de Chris rudamente, posesivamente en lugar de aceptar el permiso de estar ahí. Los labios de Vin sabían a menta y la barrida de placer de su lengua derrumbó las defensas de Chris.
De nuevo Chris sintió sus rodillas débiles. Pero esta vez, el dolor no lo forzó a alejarse. Chris se aferró a las costillas de Vin, sosteniéndose tanto como se atrevía mientras Vin saboreaba y recorría cada parte de su boca.
Vin cambió de ángulo, haciendo que sus narices chocaran. A
Chris no le importó. Jalándolo incluso más de lo que había logrado
manejar dado la inexistente distancia.
Sus labios se sentían hinchados, con moretones y raspados y
aun así Vin coaccionaba a Chris para que respondiera con una
habilidad de experimentado seductor. Resistió incapaz de hacer algo más. No quería que se detuviera, nunca.
La lengua de Vin lamía, frotaba y se empujaba. Sus dientes se cerraban raspando suavemente la lengua de Chris cuando él trataba de alejarse, entonces lo chupaba, lo liberaba solo para perseguirlo.
La cabeza de Chris estaba girando. Vin movió una mano al cabello de Chris, recorriendo su cabeza suavemente mientras su
boca lo reclamaba. Chris no pudo evitar gemir, su alma estaba
siendo arrancada por un experto.
Y entonces todo eso repentinamente terminó. Chris se tambaleó abruptamente lejos de Vin. Aparte del rubor en su piel oliva y los labios por la rudeza del beso, Chris no vio ninguna otra señal de devastación en el otro hombre. Vin había causado profundos estragos en Chris con ese beso.
Deprivado, helado y en shock, Chris se quedó en silencio.
—Eso funcionara,— Vin murmuró.
Chris obligó a sus labios a moverse, a hablar, no logrando encontrar las palabras en su cabeza, asintió.
—Aw, maldición. No levanté los platos. Dado que tú preparaste
la cena, yo limpio, ¿bien?
—Uh-huh.— ¿Dónde por Dios estaba su voz? La lengua de Vin
se la había robado, eso era.
Él debería alejarse. Ir a la cama. Debería hacer algo además de
quedarse ahí viéndose como un idiota.
Abrió el grifo del agua de la cocina. Los platos golpeaban juntos. Cerró el agua. —¿Tarp?
—Si,— contestó, agradecido de que su voz regresara, no le molestó la ronquera.
—Los pantalones se te ven mejor que la maldita bata. Quédatelos.
—Voy a…— Chris señaló hacia el pasillo buscando la palabra
que necesitaba. Aparentemente, no todas las palabras encontraban
su camino a casa. No es que Vin pudiera ver qué señalaba. —
Dormir,— él dijo. —Voy a dormir.
—Buenas noches.
Perplejo, él vio hacia la cocina. —Buenas noches,— respondió.
Chris sacudió la cabeza maravillado y confundido. Estaba
acostado en la cama cuando Vin apagó las luces y cerró las puertas.
Siguió así por un par de horas, preguntándose qué jodidos iba a
hacer ahora que Vin se había marcado permanentemente en cada pensamiento de Chris.
—Joder,— maldijo. —Estoy jodido. Debo decirle a Vin que lo quiero y terminar con esto.
Vin probablemente crea que el enamoramiento de Chris sea divertido. O espantoso. Chris nunca se había avergonzado de su orientación aunque la guardaba, y él no iba a empezar ahora. Se quitó los cobertores bajo los pies tirándolos al suelo y se dirigió a la
habitación de Vin antes de perder el valor. Vin tenía derecho a saber
que su pareja era gay y quería un pedazo de su culo. A él le había
importado poco besar a Chris, pero eso podría separarlos cuando el caso terminara.
Chris tocó a la puerta. —Vin, ¿estás despierto?
Chris entró al cuarto sin hacer ruido. Vin estaba extendido sobre su abdomen en una de las camas gemelas, desnudo. Una luz de la farola de la calle atravesaba las persianas tocando el cuerpo con amorosa admiración, rozando con su plateada luz las
elevaciones, él dormía con su cara entre sus brazos, permitiendo que su negro cabello se extendiera por su pecho, mandíbula y hombros, alcanzando solo la parte superior de su espalda donde se retorcia un patron de brillante piel.
El pecho de Chris se oprimió con anhelo. La parte superior de la
espalda de Vin descendía antes de repentinamente elevarse en un
redondo y esculpido trasero. La mirada de Chris siguió la perfecta simetría de la columna de Vin a la clandestina y oscura grieta que Chris quería tocar con su ahora propio e insistente pene. Gruesas y redondas piernas, hoyuelos en la parte de atrás de sus rodillas,
anchas y cuadradas pantorrillas, fuertes tobillos y pálidas plantas de
los pies brillaban en el hermoso hombre sobre las sábanas.
Mientras él veía, Vin dobló una rodilla y las sombras
tentadoramente se alejaron de la parte superior de los muslos. Chris
trató en vano, ajustando sus ojos lo humanamente posible para ver
el saco acunado ahí.
—¿Vin?— dijo.
Vin suspiró en sueños. Chris veía el juego de luces en sus costillas que se expandían y contraían con cada respiración.
—Mierda. Para un gran detective, duermes como si estuvieras
muerto,— murmuró.
Se acercó a la cama, como un niño incapaz de detenerse ante
una jarra de dulces. Chris pasó la punta de sus dedos por los
omóplatos y cadera de Vin. Dudó, quería tocar más, abajo, pero no
se atrevió a tocar la sensible piel de las nalgas de Vin y ser atrapado
haciéndolo.
Cerró los ojos, bloqueó la imagen de Vin desnudo, logró apartar
su mano. —Dios, eres jodidamente magnifico.
Lo dejó antes de cambiar de parecer y regresó a su propia cama.
Jalando los cobertores hasta el mentón le dio la espalda a la puerta
para dejar de pensar en regresar con Vin y acariciarlo íntimamente.
Entonces comenzó a contar ovejas para distraerse.
Solo que la cerca era el cuerpo desnudo de Vin y los repetidos saltos de las ovejas llevaban a Chris al trasero de Vin.
Definitivamente no lograría dormir.
(Estos dos saben como subir la temperatura de una)
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