El Aristócrata y el Príncipe del Desierto

Capítulo Nueve 


El agua caía por su caliente cuerpo, bajando por la garganta de Takeyuki. Era como si la lluvia empapara el interior de la tierra.
Más, él quería más.
Sus labios temblaban, sin palabras, algo humedecía de nuevo sus labios, Una lengua prácticamente empujaba el agua dentro de su boca. Tragaba delirantemente, bebiéndolo.


—Takeyuki —oyó a alguien muy cerca, hablándole.
Sentía un ligero toque en su frente y mejillas.

—Nngh.
Takeyuki liberó un alto suspiro y abrió ligeramente sus ojos. 
Los sentía como si estuvieran pegados con pegamento. Le tomó 
un momento reconocer la cara frente a él.
El largo y ligeramente ondulado cabello negro, y los ojos claros, del azul del mediterráneo. Y estaba cubierto de ropa blanca que lo envolvía de la cabeza a la cintura.

—¿Zayid…?

—Sí, soy yo.

Takeyuki vio esos atractivos y llenos labios decir esas palabras y halló el sonido de la voz en sus oídos. Pero no podía ser. Takeyuki se había desmayado. Era un sueño.

—¿Es esto un sueño o una alucinación? Zayid no pudo haber venido a rescatarme.

—Qué amorosas cosas dices. —Zayid frunció el ceño a Takeyuki.

Pero si es mi sueño, él debería de ser más agradable. Takeyuki frunció el ceño.
—Ya veo que sigues siendo rudo conmigo, a pesar de ser mi 
sueño.

—Suficiente. Quédate callado ahora. Te agotarás si sigues 
hablando. Todavía necesitas más agua. Si querías ir a caminar 
por el desierto, era preferible hacerlo cuando hubieras aprendido un poco más sobre cómo hacer esto.

En ese momento Takeyuki finalmente estuvo consciente del 
todo.
—¿Eres… realmente Zayid?

—Takeyuki —Zayid lo vio completamente frustrado, pero 
incluso mientras lo veía, había alegría en los profundos ojos 

azules.

Él estaba preocupado por mí, él vino a buscarme. 
Takeyuki difícilmente podía creerlo. Pero cuando vio la cara de 
Zayid algo realmente visceral fluyó en su interior. El corazón de 
Takeyuki se animó más que nunca antes.

—¿No estoy muerto?

—Si huyes de mí, ordenaré tu muerte. Siento haberte  decepcionado. —La voz de Zayid estaba llena de sarcasmo, y al considerar sus palabras no estaba seguro que fueran gentiles del todo. Pero levantaba la parte superior del cuerpo de Takeyuki sosteniéndolo con más fuerza de la habitual. Takeyuki comenzó a recordar la suave y cálida sensación que todavía hacía eco en sus húmedos labios y el agua que Zayid había llevado a su interior.

—Me… me gustaría algo más de agua. —Takeyuki cerró los ojos en invitación. No quería que Zayid lo alejara de él, diciéndole que bebiera de una taza ahora que había recuperado la consciencia. No podía evitarlo, quería sentirse 
acurrucado un poco más. También quería saber lo que se sentía 
recibir el agua de la boca de Zayid estando consciente.
Zayid suspiró aliviado, y sin abuso o malicia, tomó un trago de agua y presionó sus labios en la boca de Takeyuki.
Oh. Takeyuki arqueó el cabeza, algo adormecido. Casi gritó, pero sus labios estaban sellados tan fuertemente que le quitaban el aliento. La fría lengua de Zayid hacía palanca para abrirse entre sus labios, el agua fluía hacia él. Takeyuki tragó delirantemente, devorando esa pequeña cantidad de agua. El agua desapareció pero los labios de Zayid permanecieron.

Takeyuki no quería que se alejara, pero tampoco tocó la lengua de Zayid.
—Yo-yo nunca… —Yo nunca he besado a alguien de esta forma antes. Eso era como pequeñas explosiones estallando dentro de su cabeza.

—Eres terrible. —Zayid chupaba la lengua de Takeyuki casi 
dolorosamente y lo abrazaba, apretando fuerte. Entonces dejó 
sus labios y se apartó.
Takeyuki veía a Zayid en un suave estupor, sus brazos estaban debajo de la manta, desafortunadamente, y no podía sacarlos. Pero si hubiera podido, Takeyuki se hubiera colgado de Zayid.

—Bien, eso fue una linda diversión, pero se terminó. Tenemos que movernos más al norte ahora.

—¿Por qué? —el cielo ya estaba oscuro.Takeyuki pensaba que era mejor quedarse ahí, pero Zayid 
sacudía su cabeza firmemente.

—Hay un sistema de baja presión que viene para acá.

—¿Qué?
Ciertamente los sistemas de baja presión se desarrollaban 
durante la primavera, pero Takeyuki no podía entender por qué Zayid tenía esa seria expresión.
Zayid levantó a Takeyuki como si no pesara nada y lo puso de pie. El eco de sus besos no hacía nada para desvanecer la bruma en la cabeza de Takeyuki. Cuando Zayid lo llevaba en sus fuertes brazos, sintió un dulce dolor atravesándolo. Takeyuki quería quedarse de esa forma por siempre. Así como se sentía. 
Takeyuki se ruborizó abochornado.
Había un camello en la sombra, al otro lado de la roca. 
Zayid dio grandes y decididos pasos sobre la arena hacia él.

—¿Dónde está Aslan?

—No iba a matar a Aslan sólo para salvarte. Lo traje hasta aquí con la intención de devolverlo a la ciudad hoy, y ajusté el trabajo para que se ajustara a mi plan. Él no tiene la suficiente fuerza como para ir detrás de un tonto que vagabundea por el desierto sin tener la más mínima idea de que se estaba alejando de la ciudad de nuevo, y luego regresar con dos personas en su lomo. Si le hubiera hecho eso a Aslan, habría cometido un error 
y se hubiera muerto en el camino.
La seria expresión de Zayid taladraba el corazón de Takeyuki. No estaba mintiendo o bromeando, ésa era la crueldad del desierto. Takeyuki se arrepintió de su propia e increíble ingenuidad. Su ignorancia tan temeraria lo hizo 
temblar.

—Lo siento… lo siento, Zayid. —Las lágrimas fluían de Takeyuki, incontenibles.

—Llorar de esa forma no es bueno ahora. Debiste ser bueno y escucharme desde un principio. Aslan probablemente ya está 
en la ciudad ahora, con el comerciante que me dejó su 
camello. Nosotros deberíamos estar en una confortable cama ahora. Aprende tu lección y ni siquiera pienses en huir nunca de mí de nuevo. ¿Correcto? 




Takeyuki asintió sin decir una palabra, aceptando la sostenida mirada de Zayid con un brillo en sus ojos. Zayid soltó un profundo suspiro.

—Un camello es más difícil de montar que un caballo, sostente fuerte de mí si no quieres caerte —Zayid lo dejó en el suelo.
El camello dobló sus cuatro patas quedando en la arena. 
Tenía largas pestañas, amable apariencia y lindo pelo, ya 
cargaba con bolsas y alforjas, todo preparado para completar 
el viaje.

—Yo voy a ir al frente. Lo que tú harás es sostenerte muy 
bien de mi cintura. Cuando el camello se ponga de pie, él va a 
empezar con sus patas traseras. Aunque sientas que te vas a 
caer, sólo sostente de mí y no te preocupes, no te caerás. 
¿Entiendes?

—Sí. —Takeyuki asintió dócilmente.
Él montó a horcajadas detrás de Zayid, repentinamente el camello se levantó con las patas traseras y se puso de pie. Si Takeyuki no hubiera estado preparado para eso, probablemente habría gritado, sorprendido.
Una vez que el camello se puso de pie, ellos estaban más altos de lo que Takeyuki hubiera esperado. Estaba aterrado de caerse, así que envolvió ambos brazos alrededor de las caderas de Zayid y se sostuvo fuerte, el camello empezó a caminar.
Takeyuki apoyó su mejilla en la espalda de Zayid y se disculpó de nuevo, seriamente.

—Lo siento, Zayid… Gracias por venir por mí. Me alegra que 
lo hayas hecho
Zayid no contestó pero cubrió la mano de Takeyuki y la apretó firmemente. Me alegra que estés a salvo, pareció decir. Algo cálido y tranquilo llenó el corazón de Takeyuki y sus ojos se llenaron de lágrimas de nuevo. Él nunca había llorado como un bebé antes. Eso era vergonzoso, pero sus lágrimas no se detenían.
Montar en camello era incómodo, eso mantenía los dientes de Takeyuki al límite. Pero sabía muy bien que no tenía ningún 
derecho a quejarse, así que aguantó en silencio. Avanzaron  correctamente mientras Zayid veía las estrellas en el cielo nocturno.
Zayid le dijo a Takeyuki que la razón por la que tenían prisa
era que el khamsin se aproximaba. Aparentemente Zayid había 
decidido evitar dejar a Takeyuki en la oscuridad acerca de todas las cosas. Probablemente sólo lo hacía porque la situación era más complicada.

—¿Qué es un khamsin?

—Es “tormenta de arena” en árabe.

—¿Tormenta de arena? —Takeyuki abrió más los ojos.
¿Qué tanto podrían soportar si eran atrapados por una tormenta de arena en el desierto? Sólo pensar acerca de eso aterró a Takeyuki. Su cuerpo entero tembló justo ahora, si hubiera seguido vagabundeando en el desierto Takeyuki  probablemente hubiera muerto, y su cuerpo enterrado en la arena, perdido para siempre.

—Nos resguardaremos en el escondite al que te llevé la 
primera noche. Las señales de la tormenta de arena están lejos 
por ahora. ¿Sientes la fuerza del viento?
Realmente la sentía. Takeyuki se mordió el labio y se agarró 
más fuerte de Zayid, presionándose contra su espalda, estaba asustado. Zayid parecía el único del que podía depender y se aferraría a él.

—No tengas miedo. —Finalmente Zayid dijo algo que aligeró su corazón.
Takeyuki vio el familiar grupo de rocas levantándose en el 
cielo de la noche.

—No puedo creer que haya regresado aquí de nuevo. —
Takeyuki estaba en shock. Había estado caminando en una 
dirección completamente equivocada.

—Haz de haber batallado mucho para encontrarme. —Una 
inocente pregunta llego a sus labios—. ¿Cómo lo hiciste?
Zayid no tenía claro cómo contestar a eso, así que desvió la pregunta. —Bueno, tú sabes, oí tu voz gritándome y llorando. O quizás ya hay lazos inquebrantables entre nosotros y Dios me guió hacia ti.

—Eres un tonto. —Por alguna razón Takeyuki se sintió avergonzado y bajó la mirada. 

Podía sentir el calor del cuerpo de Zayid en su mejilla. Se alegraba de estar vivo. Takeyuki le agradecía fervientemente por eso.
Llegaron al escondite, Zayid hizo que Takeyuki cargara las mochilas que desató del camello, y que entrara, él iría a dejar al camello protegido en una cueva cercana y regresaría.
Por el aullido del viento estaba claro que la tormenta se acercaba. Si hubieran tardado un poco más en llegar, ambos y el camello hubieran quedado abandonados a su suerte en la mitad del desierto. La tensión recorrió la espalda de Takeyuki.

—Cuídate y regresa lo más pronto que puedas.

—Lo haré, no te preocupes. —Zayid contestó amablemente. 
Tomó a Takeyuki por los hombros y le dio un ligero beso en los labios, entonces presionó suavemente entrando.
Mientras Takeyuki se quedaba en blanco a causa de la sorpresa, la arena empezó a ser levantada por el viento. El camello bramó, también estaba asustado con el cambio del clima.
Angustiado y con el corazón acelerado, Takeyuki entró al 
escondite y encendió un fuego en la pila de madera seca con unos cerrillos, como había visto hacer a Zayid. Zayid le había enseñado cómo e incluso Takeyuki podía hacer eso.
Esperó tranquilándose, rezando. Veinte minutos después 
Zayid finalmente regresó, su ropa estaba cubierta de arena. El 

fuerte viento había desordenado la blanca tela que cubría su cabeza, y cuando la sacudió, granos de arena cayeron al suelo. Zayid estaba perfectamente calmado.

—¿Quieres algo de café?

—Bien.

Realmente Takeyuki quería saber más sobre las tormentas de arena, pero Zayid estaba tan perfectamente sereno y calmado que Takeyuki trató de no pensar más en eso. Zayid conocía el desierto bien. Lo menos que Takeyuki podía hacer era no fatigar más a Zayid.

—Amarré al camello en una cueva. El animal estaba nervioso, así que me quedé un momento. No te sentiste solo ni lloraste mientras no estaba, ¿verdad?

—No soy un llorón —Takeyuki gritó enojado, y Zayid se rió satisfecho y asintiendo.

—Así es, buen niño, e incluso prendiste fuego para nosotros. 
—Palmeó la cabeza de Takeyuki.
Takeyuki estaba envuelto en expansivos sentimientos de 
felicidad. Una idea repentinamente se le ocurrió. Podría realmente no ser tan malo vagar por el desierto con Zayid, molestándose uno al otro como ahora.
Se sentaron frente al fuego, Zayid tomó una olla especial para café turco llamada cezve, le agregó agua, café y azúcar, y la dejó en el fuego.

—Esto se calienta lentamente y le da un mejor sabor al 
café. 

Takeyuki asintió interesado, viendo lo que Zayid hacía con fascinación. Mientras esperaba que el agua hirviera, Zayid revolvía el contenido de la cezve ocasionalmente, hasta que el 
café empezó a burbujear dentro de la olla y la retiró del fuego. 
Sirvió café en dos tazas.

—Ten cuidado, está caliente. Bébelo cuando los granos de café se queden en el fondo, entonces tomas de la parte superior. ¿Entiendes?

—Sí, Mustafá me explicó cuando fuimos a una cafetería en la ciudad. —El nombre de Mustafá salió de su boca con toda naturalidad, se quedó con la boca abierta y torpemente bajó la mirada. Pensó que Zayid no querría oír de su vida antes de su encuentro.
Pero aparentemente sus miedos eran infundados. Moviendo 
su café para que se enfriara, Zayid preguntó tranquilamente: —
¿Quién es Mustafá?

—Es un hombre originario de Cassina, que trabaja en la 
embajada japonesa. Es muy inteligente, agradable, y sensato, 
pero no lo escuché y entré solo al mercado, y fue ahí donde los 
bandidos me atraparon.

—Ya veo. —Zayid miró a Takeyuki burlón.
Las maderas en el fuego arrojaban chispas. Las chispas cayeron cerca de Takeyuki, rápidamente se movió hacia atrás, sorprendido. Eso lo acercó a Zayid, pero Takeyuki no se separó.


—¿Qué tan viejo es Mustafá?

—Um. —Takeyuki inclinó la cabeza preguntándose cómo contestar. No estaba seguro de saberlo, pero recordó cómo le había contestado—. Oh… Él dice que tiene la misma edad del príncipe Ashif. —Takeyuki contestó tomando un trago de la 
parte superior de su café turco.
El fuerte sabor se distribuyó por su boca, el caliente líquido llegó a su estómago y se sintió aliviado, dándole la sensación de estar vivo de nuevo. Era extremadamente afortunado por no haber muerto en la salvaje tierra. Takeyuki ahora sabía que no era tan indiferente a lo que lo rodeaba y hubiera sido terrible morir sin haber experimentado el amor.

—Creo que el príncipe Ashif cumple veintiséis este año —dijo Zayid desinteresadamente.

—¿Qué edad tienes? —Takeyuki No estaba interesado en el príncipe Ashif o en Mustafá, pero sí en Zayid.

—¿Cómo me veo?
Cada vez que ellos tocaban algo realmente importante Zayid era evasivo. Justo como siempre, no contestaba preguntas sobre él mismo. Eso frustraba a Takeyuki y lo hacía enojar.

—Por lo que sé tú podrías tener cuatro esposas, diez hijos y 
vivir en una extensa, lujosa y gran mansión en las afueras de la 
ciudad, con valiosos tesoros de todo el dinero que le has embaucado a la gente. 

—Tienes una gran imaginación, valiosos tesoros, ¿qué siglo crees que es éste? No has superado la edad de “Las Noches de Arabia”, ¿verdad?
—Aquí… aquí estás de nuevo. —Takeyuki sintió ponerse más 
rojo que una langosta hirviendo. Sus mejillas ardían, y no era 
porque estuviera sentado junto al fuego.
—Desafortunadamente —Zayid vio a Takeyuki por la orilla de su tasa—, ya no tengo esa responsabilidad.
Su voz era tranquila y calmada, pero sus palabras mostraban un poco de emoción.
—Ey… —Takeyuki trató con algo nuevo. Mantuvo su cara hacia el fuego para evitar la vergüenza. Pero todavía sentía los lóbulos de sus orejas quemando. Tenía que tomar el valor y la determinación para decir esto—. Sabes, que si quiero, podría… quedarme aquí, contigo.

Zayid se congeló.
—¿Qué es lo que quieres decir? —En contraste con un momento antes su voz sonaba sorprendida y precavida. Su tono parecía amonestar a Takeyuki por decir impertinencias.

—Sólo pensé en dejar mi vida actual por un poco de diversión.

—¿Diversión? No has aprendido a tenerle miedo al desierto.

—Lo tengo, ¡demasiado! —Takeyuki contestó honestamente girándose hacia Zayid, quien empezaba a oírse colérico—. Lo aprendí, Zayid. Estoy avergonzado de subestimar al desierto tan mal. Lo que quiero decir no es que me quiera quedar en el desierto para siempre, pero… um… quiero quedarme contigo.
—Y que es tan superficial. —Los ojos de Zayid estaban pintados de incredulidad.
Takeyuki tragó audiblemente, dejó la taza vacía en la arena entre ellos y se giró completamente frente a Zayid.

—No sé por qué —su voz llena de vergüenza.
Takeyuki parpadeó rápidamente. Estaba extraordinaria y 
torpemente exponiéndose a la mirada de Zayid. Era la primera 
vez que hablaba con otro hombre sobre sentimientos como esos. Takeyuki estaba actuando tan extraño que no se reconocía a sí mismo.

—Takeyuki. —Después de un corto silencio, Zayid se puso de pie y empezó a caminar a la entrada de la cueva.

—¡A dónde vas, Zayid! —Takeyuki se levantó también.
Pero Zayid le ordenó que se quedara donde estaba, su voz 
no permitía argumentos, y Takeyuki se sentó sin discutir, incluso sin saber por qué. El poderoso señorío, la abrumadora autoridad que manifestaba Zayid en extraños momentos como ese, era difícil de resistir.

—Gírate hacia el fuego. Estás exhausto por tu pequeña 
escapada de hoy, quédate justo donde estás.

Queriendo discutir pero completamente incapaz de 
hacerlo, Takeyuki obedeció la orden de Zayid y vio a las chispas 
danzar en el fuego. Pero escuchaba cuidadosamente. 
A espaldas de Takeyuki, Zayid hablaba en voz baja.

—Lo siento, mis bromas fueron demasiado lejos, no creí que 
te tomaras en serio lo de que te desposaría. Sólo lo dije para 
molestarte. No hay ningún profundo significado en eso.
Takeyuki no tenía idea de por qué decía eso, así que se quedó en silencio, mordiéndose suavemente el labio inferior.
—Eres el hijo de un hombre rico del Japón, ¿no es así? 
Tenías escolta de la embajada contigo, así que yo supongo que 
tienes una relación cercana con el emperador.

—No, para nada. —Takeyuki contestó vagamente. Ellos 
habían estado ligeramente relacionados cinco generaciones 
atrás, pero Zayid no necesitaba saberlo.

—Bueno, tú sigues siendo un ingenuo y mimado niño rico de 
cualquier modo. Yo no debería haberte molestado.
Era todo una broma, Zayid no tenía el más mínimo interés en 
Takeyuki. Básicamente había dicho eso. Su apasionado beso había sido sólo un impulso. Nada más que una extensión de los esfuerzos de Zayid por salvar la vida de Takeyuki desde el principio. Eso era lo que estaba diciendo. Incluso el beso que compartieron cuando llegaron al escondite la primera vez no 
tenía significado. Él estaba negando todo lo que ellos habían 
compartido.

Los hombros de Takeyuki cayeron.

—Ya veo. —La voz de Takeyuki era seria. 

—Lo siento si te confundí. —Zayid se disculpaba también en un solemne tono—. Se oye que el viento ha disminuido, voy a 
revisar al camello.

—¡Zayid! —Takeyuki se giró justo en el momento en que Zayid atravesaba el pasillo de salida.
Takeyuki estaba en conflicto. Cómo debería saludar a Zayid cuando regresara. Estaba bien seguro de que Zayid aceptaría su oferta, pero aparentemente en el último momento Takeyuki había comenzado a ser una carga para él. Quizás Zayid había perdido el valor cuando descubrió que Takeyuki era de una antigua familia de dinero. Pero eso era tan improbable. Como si el hombre que mantenía a Takeyuki a su merced con su 
atrevida arrogancia, al final pudiera preocuparse por algo 
como eso. Takeyuki simplemente no podía aceptarlo tan 
fácilmente. No lo entendía.
Se acostó en la alfombra sobre la arena y cerró los ojos. La cara de Zayid inmediatamente llegó a su mente. Takeyuki sintió una opresión en el pecho y se llenó de una dulce y amarga sensación.

—Eres un idiota. Yo no estaba bromeando. ¡Imbécil!
Takeyuki tomó un puño de arena y lo lanzó contra la pared, lo hizo una y otra vez antes de comenzar a llorar de amargura y furia. Algo estaba seriamente equivocado con sus conductos lagrimales esa noche. Nunca había llorado tantas veces en un día.
Takeyuki lloraba y lanzaba arena a la pared, pronto sus brazos se sintieron agotados y sintió sueño. Su brazo cayó a su lado salpicando arena sobre su cabello. Justo cuando su cuerpo estaba cayendo por la fatiga, Takeyuki oyó que alguien llegaba y empezó a despertar.
Zayid había regresado. —¿Qué haría contigo aquí? 
¿Honestamente? Su aliento estaba exasperantemente cerca 
del oído de Takeyuki. Takeyuki cerró los ojos, estaba demasiado 
avergonzado para ver la cara de Zayid en ese momento.
Zayid aparentemente creía que Takeyuki estaba realmente 
dormido. Retiró la arena del cabello de Takeyuki con sus suaves 
dedos. Y Takeyuki sintió que Zayid estuvo viéndolo dormir, 
durante un momento.
Takeyuki se sentía insoportablemente nervioso y casi abrió los ojos para mostrarle a Zayid que estaba despierto, pero antes de que pudiera hacerlo, repentinamente sintió que se 
acercaba a su cara y antes de darse cuenta sintió un beso en sus labios. El beso solo duró un momento y Zayid se retiró, pero el corazón de Takeyuki estaba destruido como si una bomba hubiera caído en su interior.
¿Qué era eso? ¿Qué significaba? Takeyuki no lo sabía, él no 
entendía ni una sola cosa de los sentimientos de Zayid. Mientras 
esos pensamientos giraban en su mente, realmente se estaba 
quedando dormido, incapaz de seguir enfocándose en esos 
pensamientos.
Quizás las cosas serían diferentes por la mañana.
No… probablemente nada cambiaria. Eso fue lo último 
que pensó


Esto se pone cada vez más intenso, tonto Zayid 

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