Ella Tiene Bolas

Capitulo Dos


Jodidas pantimedias le estában cortando la circulación, malditas cosas. O será la ropa interior que se encajaba en su culo, y quien fuera el sádico jodido inventor del bra, iba a tener una lenta y
dolorosa muerte justo después de que Chris tuviera oportunidad de remojar sus pies.

Un par de trabajadores de la mudanza gruñeron al mover los últimos muebles. Chris trató de no alcanzar su trasero y jalar la ofensiva tela. Ser una dama apestaba. Su culo estaría irritado antes
de que terminara el día, y cualquier prospecto de sexo debía ser evitado por el riesgo de aumentar la irritación. Que le ardiera el culo no era un prospecto placentero.
Con lo que recordó: Debido a Vin y su jodida depilación del área de bikini brasileña, causó que aun tuviera que aplicarse compresas de hielo en cada oportunidad que tenía de sentarse. Esa
mierda es lo que necesitaba.

—Te dije que te verías genial de rosa,— Vin le dijo. Chris lo vio. —¿En serio? ¿Vas a empezar ahora?

—Levanta el tono, cariño, te oyes grave.

—Está bien, entonces comencemos,— Chris bufó. Él vio alrededor para ver quién vería su pequeña hazaña y cómo iba a proyectar su voz. Vin entrecerró los ojos.
Moviendo su barato bolso imitación Gucci, golpeó en el pecho a Vin, Chris gritó con voz femenina. —¿Cómo te atreves? Ni siquiera nos hemos mudado y ya está llamándote tu novia ¡a mí celular! Eres
despreciable, Vinny. ¿Cómo esperas que tengamos un nuevo comienzo si no puedes dejar tu vieja vida atrás? Chris golpeó una y otra vez hasta que finalmente la lata de
orégano que llevaba se le cayó y llegó a la banqueta.

—¿Vinny?— Vin gruñó por lo bajo.

—Dices que soy especial. Dices que soy la única para ti. Pero piensas que soy ¡gooooorda!— Chris dejó caer los brazos fláccidamente y comenzó a gemir dramáticamente.

—Oh, mierda,— Vin dijo, sus ojos enormes como platos. — ¡Shh! Hey, deja eso.

—Dices que te gusta mi cuerpo pero, pero, pero, pero mientes.— Chris volvió a golpear el pecho de Vin, la cabeza, los brazos cualquier lugar que alcanzara con el ridículo bolso. Desde el rabillo
de los ojos, él notó al mover la bolsa a dos mujeres cuchicheando desde la barda cercana.
Vin lo veía salvajemente, alternando entre tratar de evadir los
golpes y calmarlo. Chris seguía hablando fuerte. —¿Por qué ya no me quieres?
¿No te he dado todo? ¿No he hecho todo lo que quieres? Incluso cuando me pediste esas sucias, sucias cosas, ¿no las hicimos?

—¡Shh! Si, bebé. Has hecho todo eso.— Vin sostuvo sus manos calmándolo.
Los caídos hombros del hombre más grande y su expresión de
pánico solo avivaron el drama en Chris.

—Y esa vez que me rogaste que me pusiera pañal y máscara de payaso, dijiste que nadie nunca había hecho eso por ti antes.— Chris se giró ahogando la risa con lágrimas en los ojos. Gimió
agudamente. —¡Vinny! ¡Ellos se quedaron con mi orégano! Vinny, ¡tenemos que regresar! No puedo hacer lasaña sin el orégano.

—Está bien, bebé, yo lo traeré. Lo juro.— Vin se giró y vió al cargador que había levantado la lata con el orégano. —Mi esposa quiere su orégano. ¡Ahora!— gritó. El desventurado hombre lanzó la lata al aire. Vin la atrapó y sela mostró a Chris.

Buena atrapada, pensó Chris.
—Ahora, Christy bebé, dime que no te irás por una pequeña llamada.
Chris parpadeó, tomando la lata y levantándola. Sollozó. —Oh mira, mi máscara se corrió.
—Está bien. Te vez genial. Creo que te ves sexy cuando te pones
celosa.— Vin dijo, con una traviesa sonrisa en sus labios.

—¿Crees que estoy gorda?— Chris rogó.

—No, bebé. Eres sexy como el infierno.

—¿En serio?

—Oh, si, bebé.— Vin suavemente acunó las caderas de Chris y lo acercó. Lo suficientemente cerca para que Chris pudiera ver la manera en que Vin veía alrededor en lugar de a él. —No me gustan
esas chicas flacas y flácidas. Me gustan las que están bien formadas como tú.

Interesante. ¿Cuánto podría empujar a Vin?
—Oh, Vinny,— Chris suspiró. Entonces con una traviesa
sonrisa, Chris lanzó sus brazos alrededor. —Bésame.

Las alas de la nariz de Vin se movieron y le dio una fría e insegura mirada a Chris. Chris tensó su sonrisa y abanicó sus pestañas en desafío. Él supo el momento en que Vin se entregó por
la fuerte determinación en su cristalina mirada y la media sonrisa en sus labios cuando aceptó.
Se inclinó y tomó los labios de Chris en un fuerte asalto. Firme y lleno, ellos chocaban uno contra el otro. Las puntas del bigote del final del día rozaban los labios de Chris. Un mechón de cabello de
la peluca se salió, el brillo labial de Chris era una distracción pero no creó ninguna resistencia. Los pulmones de Chris se expandían, el aire estaba saturado de menta y roble. Solo lo suficiente para que
deseara respirar más profundamente. Su estómago se hundió o se elevó, o ambos, y un profundo hormigueo engullia insospechados nervios en su pelvis.
Silbidos y gritos de los de la mudanza le llegaron a través del rujido de la sangre en sus orejas.
Cuando la lengua de Vin entró en su boca, Chris sintió sus rodillas débiles. Culpó a sus tacones. Oh santo infierno, su pene estaba en ¡llamas!
Sin tomar en cuenta el dolor, los dedos de Vin apretaban las caderas de Chris, jalándolo hacia delante. En defensa, Chris empujó el pecho de Vin.

—Detente,— Chris jadeó para que solo él lo oyera. Su ingle ardía, tomó el frente de la camisa de Vin para estabilizarse. El dolor seguía una prueba no demasiado sutil de que esa restrictiva basura
no se tomaba la estimulación muy bien.

—Tú desafiaste,— Vin le recordó.

—Mis reglas,— Chris terminó, aun con dolor. Maldito hombre. Él podía jodidamente besar.

—Te ves pálido.— Vin dijo, sosteniéndolo e inclinando la cabeza para ver a Chris.
Los espectadores solo verían un abrazo de amantes. Chris levantó la cabeza. Él vería al infierno enfriarse antes de dejar que el tipo viera lo mucho que lo había afectado y lo que quería que el beso
continuara. Pero quizás la siguiente vez sin restricciones que impidieran que la sangre fluyera a esas partes vitales de su anatomía. Mierda, ¡eso duele!

—¿Estás bien?— Vin preguntó. Revisando el vecindario. —
Deberíamos entrar. Chris no deseaba moverse justo en ese segundo. Quizás en un
momento o dos cuando las cosas estuvieran completamente muertas en la región de su ingle. —¿Por qué? Parecemos una pareja feliz que se reconcilia después de una pelea.

—Parece que vas a vomitar.

—¿Quieres decir que logras esa reacción todo el tiempo? Estoy impactado.— Chris dijo.

—Estúpido.

—Mutante.

Se atrevió a ver a Vin. Claramente, el gigante leñador nunca había amarrado su erección antes o no habría tanta confusión en su hermosa cara. Admitiéndolo, Chris tampoco, era nuevo usando
pantimedias y no disfrutaba la experiencia. Bien, él difícilmente podría explicarle a Vin que ese improvisado beso había causado que Chris tuviera una erección. Vin nunca dejaría de molestar con esa información.
El dolor disminuyó y Chris soltó la camisa de Vin. Chris se acomodó su bolsa al hombro y suavemente caminó con el mentón en alto. Necesitaba privacidad para arreglarse. Bien, para dejar salir algo… De las pantimedias.

—Por cierto,— Chris dijo mientras Vin lo seguía al interior de la casa. —La recámara principal es mía. Tú ocuparás el cuarto de huéspedes.
Él vio hacia atrás.
Vin frunció el ceño preparándose para objetar.
Chris levantó su dedo deteniéndolo. —Ese tiene un tocador en el cuarto de baño. Cuando tengas maquillaje y grupos de pelucas, podremos cambia lugares. Hasta entonces, puedes estirar tu más de
uno noventa en una de las camas gemelas cruzando el pasillo.
Chris veía los rayos de luz en una de las paredes cuando el amanecer llegaba. Él se había estirado para escuchar detrás de la puerta del cuarto de Vin. Un hombre tan grande debería de roncar.
Debería de hablar dormido o algo. Chris no oyó nada.
Desde anoche él no había oído más que gruñidos del otro hombre. Después de cerrar la puerta, ellos habían comido sándwiches de mortadela y papas fritas en lados opuestos del sofá.
Escasos, aunque caros muebles ya habían sido colocados en sus lugares. La cocina ya estaba acomodada y los armarios llenos de ropa y blancos. Todo mientras ninguno de ellos hablaba.
No creía que fuera difícil para Vin. Pero para Chris que quería saber lo que Vin pensaba del beso, eso era una tortura.

¿Puede un hombre hetero besar a un hombre de tal forma que lo necesite más que el aire? ¿Puede Vin actuar tan bien? El Jefe dijo que él tenía un expediente sin mancha trabajando de encubierto. Eso
no indicaba que Vin bateara en el mismo equipo de Chris.
Pero ese beso. Eso aun hacía que se quedara sin aliento y que sintiera mariposas en su estómago. Aun hacía que su pene se llenara. De la manera que estaba lleno ahora. Chris llevó su mano entre las
sábanas, frotándose firmemente.
Empezó a jadear y aumentó el ritmo, la cabeza de su pene se humedeció, cuando Vin tocó a la puerta.

—¿Qué?— gritó molesto por la interrupción.

—Levántate.

—Estoy levantado.— La declaracion del año.

—Vístete.

—Estoy ocupado,— Chris bufó, circulando su pulgar sobre la humedad en la ranura antes de deslizarla arriba y abajo de su pene.
Veía las sombras de los pies por la ranura debajo de la puerta.
Finalmente, se alejaron. Chris dejó de acariciarse. Suspiró y maldijo, entonces salió de la
cama. Buscando unos jeans, entonces giró los ojos al ver que no había ninguno. —Operativos encubiertos apestan.
Ninguna evidencia que probara que él no era quien decía que era. Ni siquiera un jodido pantalón de algodón. Suspiró de nuevo y tomó una horrible bata de margaritas. —Jodidamente lo mataré si se
ríe,— Chris murmuró.

Él se amarró el cinturón alrededor de su cintura. Se dirigió a la cocina con su pene cubierto por las margaritas señalando el camino.

—¡Ya voy!— gritó.

Vin estaba en el arco entre la cocina y la sala con una taza de café que se llevaba a los labios. Sus cejas se arquearon y le dio una fría y deliberada mirada a Chris, recorriéndolo, deteniéndose en su
pene. Aun bebiendo, se acercó a la pared. Vin tomó un paraguas y lo abrió hacia Chris. —Dispara cuando estés listo.

—Jódete.

—Muy seguro que ese es tu departamento en este momento,—Vin bromeó. Cerró y bajó el paraguas, dándole a Chris una total excusa para que viera su ancho, musculoso y desnudo pecho.

—No lo sería si no me hubieras interrumpido al amanecer.
¿Qué infiernos es tan importante para que tengas que levantarme al amanecer?

Vin tomó otro trago de café lentamente. —Oh, no es a causa de ese palo.— Se giró hacia la cocina, hablando mientras caminaba. —¿Cómo te gusta tu café?

—Crema sin azúcar,— Chris dijo, siguiéndolo.
El rico aroma del café permanecía en el aire. Chris se encontró a si mismo viendo los dedos de Vin girando mientras abría la crema, sus tendones se flexionaban sobre el dorso de su mano cuando
levantó el bote y cuidadosamente sirvió. Oyó el ruido de la cuchara que Vin sostenía.

—¿Qué es eso?— Chris preguntó, sus ojos viendo una bolsa
naranja brillante.

—Regalos en broma de tu personal. Esposas de peluche,
lubricante, condones.

—Imbéciles.

—¿Quiénes?— Vin preguntó calmadamente.

Chris decidió ignorar la provocación.

Vin se giró y le ofreció la bebida con crema a Chris, incluso
cuando le daba un trago a su propia bebida. Chris la tomó. Se pasó la mano distraídamente por su cabello, sin importarle si su rubio cabello estaba de punta.

—Dios, esto huele bien,— Chris murmuró. Saboreándolo también le daba una maldita excusa para bajar la mirada de Vin.

—Mm,— Vin reconoció.

—Eres un gran charlador, ¿no es así?

—Mm-hm.

—Eso creo. Escucha, no estoy seguro acerca de ti, pero no creo que las amas de casa estén listas para hacer visitas tan temprano en la mañana. ¿Crees que podrías dejarme dormir un poco más la
siguiente vez?— Chris preguntó.

—¿Te estás pegando a la historia?— Vin levantó el mentón en dirección a la ingle de Chris. —Tengo que admirar tu compromiso a la causa.

—Ha sido un buen niño, encadenado por horas. Así que pensé en dejarlo salir a pasear y palmear su cabeza. ¿Qué jodidos te importa?

Chispas de diversión aparecieron en los ojos de Vin. Se encogió de hombros y siguió bebiendo su café.

—Jodida taza sin fondo es la que sostienes. Tragas, tragas, tragas. Creo que te escondes en esa mierda. Difícil confiar en un hombre que no habla y se esconde detrás de una taza. Suéltalo ya.
Puedo ver las ruedas girar.

—¿Tu interruptor siempre está encendido en enojado?— Vin preguntó.
Chris tensó las mandíbulas.
Vin rellenó su taza. Levantó la jarra hacia Chris ofreciéndole más.
Café negro y fuerte. Lo imaginaba. —No, gracias.
Vin tomó una botella que Chris no había notado y vertió una buena cantidad de jarabe de chocolate en la taza, agitándolo con la cuchara y volviendo a beber.
Chris se rió, derramando algo. Caliente, fuerte y mortal- ¿Con un diente dulce? Esto era como ver a un perro maullando.
Vin lo estudiaba sobre el borde de la taza, inmóvil pero inclinó la taza.
Él también veía a Vin. Uno de sus gruesos brazos cruzando su pecho servía de apoyo para el codo del otro. Incluso en relativo reposo, la musculatura de Vin parecía flexionarse y tensarse bajo su
firme piel. La desnudez salpicada por diminutos rizos negros espolvoreados entre sus pezones bajaban en un delgado rastro hasta el borde de sus jeans.
Sólidamente construido sin un gramo de grasa, unos anchos hombros, gruesas muñecas que harían que una Valkiria estuviera orgullosa, Vin podría matar a un hombre en un letal y fluido movimiento. Aunque él nunca se había sentido pequeño comparado con otros hombres, no tendría posibilidad en un combate contra Vin.
Vin apoyó su culo contra la línea de gabinetes y cruzó los tobillos casualmente. —Tienes que prepararte,— dijo, finalmente quebrando el silencio.

—¿Acerca?

—Tienes la máscara corrida.— La divertida chispa regresó a los ojos de Vin.

—Ah.

—Te ves como una mierda.

—Tuve una noche difícil,—dijo Chris.

—Parece que algunas mujeres saltaron sobre ti, te jodieron toda la noche y dejaron todo su maquillaje sobre tu cara.

Una débil sonrisa se formó en los labios de Chris. —Mis compañeras de cama generalmente no usan maquillaje. No es una cualidad que encuentre atractiva.

Vin se encogió de nuevo. —Yo si. Creo que se ve lindo.

Chris se tensó. ¿Él quiere decir que las mujeres embarradas de maquillaje se ven lindas, o que Chris embarrado de maquillaje se ve lindo? Mentalmente repitió las palabras buscando el significado de
lo que Vin dijo pero no encontró nada.

—Bueno, hablemos de la pelea de ayer,— Vin dijo.

—Me pareció buena idea en ese momento. Y dejar que todos conocieran sobre el orégano. Solo espero que la pelea no asustara a los vecinos.

—No lo hizo.

—¿Cómo estás tan seguro? La mayoría de la gente evita las peleas domésticas y nosotros la subimos al tejado,— Chris dijo.

—Las dos mujeres hablando no me lo parecieron. Simpatizaron contigo incluso después del beso.
Chris sintió sus mejillas calientes. Él no pensó que pudiera sostener la tensión más tiempo, así que se ocupó en encontrar los tazones que ellos habían desempacado ayer. Abriendo la caja de
cereal trataba de convencerse que quería desayunar más de lo que quería ver a Vin.

Vin bajó su taza y se alejó. —Las típicas amas de casa no esperan visitas tan temprano, pero tú requieres más mantenimiento que la típica ama de casa. Estás usando maquillaje viejo, pero aun
así te ves como un chico. En cualquier momento ellas tocarán la puerta,— dijo, aludiendo a su anterior conversación.
Chris sonrió en privado. Fue forzado a usar vestido, maquillaje y a enclaustrar sus partes. El saber que Vin pensaba que a pesar de eso se veía como un chico le complacía.

—Tarp,— Vin gritó desde algún lugar del pasillo.

—¿Si?

—Linda bata.

Chris vio hacia las enormes flores pintadas sobre verde vomito.
En algun punto su pene se deslizó a través del frente de sus boxers y asomaba la cabeza en el pliegue del centro de una de las doradas margaritas.
Su anterior rubor se drenó. ¿Habría visto Vin eso? Chris cerró los ojos y gruñó. Algo le decía que dejara de preguntarse. —¡Maldición! Eso no parecía jodidamente desesperado para nada.



Aqui el capitulo dos espero que se hayan divertido tanto como yo con este capitulo 



#Ali

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